Las horas extras de Santos

En medio del afán por ganar incautos en la pasada campaña electoral, el presidente Santos habló de “revivir las horas extras de los trabajadores” con  lo cual, a más de ganar votos en las urnas, creo que sorprendió un poco al candidato Zuluaga en la televisora, quien en el debate se fue a lugares comunes en vez de decir que las horas extras nunca han dejado de existir en Colombia, que a lo que se refería Santos era a retrotraer la anterior jornada laboral para que el horario diurno volviera a ser desde las 6:00 am hasta las 6:00 pm y que el nocturno volviera a ser desde las 6:00 pm a las 6:00 am, como antes, en lugar de 6:00 a 10:00 y de 10:00 a 6:00, como actualmente lo ordena la Ley 789 de 2002, que reformó el Art. 160 del Código Sustantivo del Trabajo.

Santos ya puso al ex sindicalista y actual Mintrabajo, Lucho Garzón, a pedalear el tema en el Congreso, en una operación de desgaste, porque lo que llaman las fuerzas vivas del país económico difícilmente van a permitir que se deroguen normas eficaces, relativamente ancladas en la sociedad y que han sido en la realidad aceptadas por los trabajadores; el cambio, creo, en términos generales, fue positivo para la generación de empleo y el alivio de las cargas laborales para el sector productivo de la economía.

El estudio de Perfil de Coyuntura Económica, de diciembre de 2005, señala que “la reforma laboral tuvo efectos positivos sobre la probabilidad de empleo y el nivel de remuneraciones promedio, mientras que estaría desincentivando el trabajo bajo condiciones de informalidad… la flexibilidad introducida estaría generando incentivos a la contratación de personal…”. Otro estudio, de la facultad de Economía de Los Andes, de mayo de 2009, refiere que “la reforma tuvo un efecto intensivo: la jornada promedio de trabajo se extendió y las horas extras también se incrementaron. La duración del desempleo también se redujo…”  aunque hace observaciones negativas en cuanto a la cobertura de la seguridad social y, en contrario del estudio anterior, dice haber crecido la informalidad.

Por su parte, el Boletín No. 6 del Observatorio del Mercado del Trabajo, de diciembre de 2006, de la Universidad Externado de Colombia, concluye, entre otras consideraciones, que “el año 2003 ha sido testigo de una recuperación de la economía colombiana. Esto se ha visto reflejado en los principales indicadores del mercado laboral: la tasa de desempleo ha venido bajando y la de ocupación subiendo. En especial el empleo ha crecido a tasas anuales muy sostenidas a partir de mayo de 2003. Esta fecha coincide con la entrada en vigencia en pleno de la ley de reforma laboral”.

Hablando concretamente sobre Pereira, otro estudio, de octubre 12 de 2006, adelantado por el profesor uniandino Javier Pineda Duque, indica que esta ciudad “Presentó en general un deterioro de los indicadores de ingreso, jornada laboral y subempleo, pero con un significativo mejoramiento de la estabilidad laboral de los asalariados. Esto puede ser el reflejo de cierto proceso de formalización del mercado laboral jalonado por la apertura de grandes centros comerciales que a la vez que formalizan las relaciones para el componente asalariado, resulta congruente con una drástica caída de los ingresos en general y una ampliación de las jornadas y el subempleo para el componente de trabajadores independiente”. Quiere ello decir que se favoreció la formalidad y estabilidad en el sector dependiente.

Sobre el particular, según el Editorial de Dinero, de 9 de abril de 2014, el Consejo Gremial Nacional afirmó que “Regresar a la jornada ordinaria que se tenía antes de la Ley 789 de 2002, supondría un encarecimiento de este factor productivo (la mano de obra) llevando así a una reducción en puestos de trabajo y una desmejora en la calidad del mismo”. Esta situación afectaría de manera preponderante a aquellos generadores de empleo como el comercio, los servicios, la agricultura y la industria manufacturera que responden por 76% del empleo del país.

En cuanto a la generación de trabajo formal, el Consejo Gremial señala que una ocupación formal del trabajo, como en el caso de los empleados particulares, pasó de 32,4% de la fuerza laboral en 2002 a 35,2% diez años después de la puesta en funcionamiento de la ley. La Andi, por su parte, señala que “la Ley 789  es la que ha permitido expandir el comercio y mejorar la competitividad del país en el mundo” y que el gran aumento de las exportaciones en la última década es prueba de ello…

En Colombia varios estudios han llegado a resultados similares. Un estudio liderado por Alejandro Gaviria, entonces decano en la Universidad de los Andes, concluyó que la Ley 789 ha ayudado a reducir el desempleo, mientras otro estudio realizado por Jairo Núñez resalta las bondades de esta ley en cuanto a reducir la duración del desempleo y su efecto positivo sobre el empleo menos calificado, mejorando así la distribución”.

Creo, en conclusión, que Santos lanzó la promesa electoral sin consultar la realidad económica y laboral del país. En lo profundo de su corazón sabía que una cosa es prometer para ganar votos y otra bien distinta es lograr que las leyes por él patrocinadas, y/o sugeridas, sean aprobadas por el representante del pueblo: el Congreso de la República.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar