Las víctimas de las Farc

¡MÁS que propuestas, queremos respuestas! Con este sugestivo título se encontraron en el Club El Nogal más de cien víctimas de las Farc, para exigirle al Gobierno garantías durante los foros regionales y fundamentalmente durante el proceso de paz. Quieren que su voz sea escuchada y no mimetizada e invisibilizada  estratégicamente, como está concebido en los foros que se inician hoy, entre víctimas de todos los actores armados y entre las justas peticiones de poblaciones y colectivos vulnerables, como los indígenas, campesinos, afrodescendientes, los sindicatos y la población LGTBI,  etc. Si los diálogos de paz son con las Farc, ¿qué hacen esas multitudes sociales en los foros, que se supone son de víctimas?

¿Cómo se van a hacer escuchar, si son considerados sólo unos cuantos, entre miles? ¿Se va a ahogar estratégicamente su voz que suplica verdad? ¿Son una población incómoda para la negociación? ¿Han exigido las Farc que se acalle la voz, de los que ya habían sido silenciados? La vocación de perdón de las víctimas colombianas ha sido malinterpretada. Se le confunde con pasividad y en eso se equivocan. Basta analizar el empoderamiento y el respeto que la sociedad española tiene por sus víctimas, para comprender el punto de llegada. A una madre que deambula por  Colombia, tras el paradero de su hijo, que se llevaron las Farc hace 23 años, no hay estrategia que la silencie. La bien concebida  política del silencio tendrá que ceder a la legitimidad de la razón de las víctimas. Y los medios de comunicación tendrán que preguntarse de qué lado están en esta estrategia, que con guante de seda y sin que el país se entere, lesiona uno de los principales derechos humanos, el de la libre expresión, y justamente la libre expresión de las víctimas de las Farc.

Por estas razones, este grupo de víctimas decidió no enviar propuestas a la mesa de La Habana, sino preguntas concretas a las Farc, que esclarezcan la verdad. Muchos porqués en busca de respuestas que devuelvan la paz a los espíritus. Una paz que nacerá de corazones serenos dispuestos a perdonar. Las víctimas escuchadas y abrazadas por el Gobierno y la sociedad, le darán plena legitimidad al proceso, frente a la comunidad internacional.

“El peso de la paz no se le puede cargar a las víctimas”, esta frase pronunciada por la directora de la Unidad de víctimas, Paula Gaviria, se constituye en una señal de esperanza en una reorientación de la política de paz de este gobierno, que vea en las víctimas a sus mejores aliadas para alcanzar la anhelada reconciliación.

El acto simbólico más significativo fue el Homenaje a las víctimas de El Nogal. Un homenaje de Víctimas para Víctimas, con un mensaje muy claro al país: “La paz no puede significar el olvido de nuestros muertos, heridos, secuestrados, desplazados, reclutados  y desaparecidos”. “Este proceso se hace, honrando su memoria”.

Recuperar la memoria es una forma de hacer justicia desde la sociedad. Este grupo de víctimas hizo suyas unas palabras de la periodista y víctima chilena Patricia Verdugo: “El ejercicio de la desmemoria, les conviene a los criminales y a sus cómplices, yo me quedo con el acto subversivo de recordar”.

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