Las víctimas y sus victimarios

En Colombia nos son los jueces quienes califican las víctimas, sino “las delegaciones del Gobierno y de las Farc-Ep” que funcionan en La Habana. Por supuesto que las víctimas están en su derecho a crear organizaciones civiles para alcanzar solidaridad y presencia pública, encaminadas a hacer cumplir sus derechos. De ahí que muchas organizaciones de víctimas están influenciadas políticamente de acuerdo a los autores de la ofensa. Existen entonces las víctimas de las Farc, del Eln, de las autodefensas y del estado. A todas esas calificaciones se refieren las Farc y los delegados de Santos como “víctimas del conflicto”, como consecuencia de haberle dado el gobierno del Presidente Santos, la calidad de beligerante en un conflicto interno, a las Farc.

En el comunicado 39 de La Habana, que engloba a las dos partes – gobierno y guerrilla – se abre el compás al punto 5 de la agenda que tiene relación con las víctimas del conflicto y no con las víctimas de las Farc que es la organización guerrillera y criminal con la cual se está negociando. Esta diferencia nominal es de la mayor importancia, porque tratan de poner, en la misma canasta, a todos los afectados por las organizaciones armadas ilegales y, de contera, a quienes han sufrido el efecto de la acción legítima del estado, sin dejar de aceptar que en esta confrontación ha habido actos irregulares y equivocaciones de la Fuerza Pública, que para las presuntas víctimas tiene un camino judicial, que no está en manos de la mesa habanera. ¿O es que las Farc y Humberto de La Calle están en capacidad jurídica de juzgar a los militares implicados en actos violatorios de la ley?

El comunicado 39 tiene ese aire aséptico y neutral de convocatoria a las víctimas, pero es equívoco y engañoso. Utiliza ese lenguaje sibilino y polinarcótico para atraer a “las víctimas del conflicto”, que da la sensación de un procedimiento limpio, pero que en el fondo es pantanoso, turbio, porque no destapa el encuentro de las víctimas de las Farc-Ep con sus victimarios, foco esencial de la agenda. ¿Qué tiene las Farc para decirles a las víctimas del Eln y de los paramilitares si sus responsabilidades son las suyas y no las de otras organizaciones armadas ilegales y criminales?

A ese lenguaje y a esa celada le juegan la ONU y la Universidad Nacional de Colombia, organizadoras en el continente de las delegaciones de víctimas que irán a la isla de Cuba en  grupos separados de 12 personas, aceitadas de “equilibrio, pluralismo y sindéresis”, según la exigencia de la mesa habanera, “que reflejen el universo de las violaciones de los DDHH y del DIH a lo largo del conflicto interno”. En otras palabras: eludir la calidad de víctimas de las Farc y pasar a la generalidad de víctimas del conflicto, que es la categoría en que ellos, los farianos, se encuentran según su autocalificación. De esta manera las víctimas terminarán, alineadas por la mermelada del viaje y el apostolado de la guerrilla, en una emboscada con declaración de apoyo a la mesa, a la impunidad, a los objetivos políticos de las partes y pidiéndoles a los jueces y fiscales que los acepten como auxiliares de las Farc para sus fines ideológicos.

En todo caso, para mayor seguridad de no contar con víctimas incómodas y protestantes, la Mesa de La Habana revisará los mecanismos de selección de cada una de las visitas. Para que no quede duda de que las víctimas no van a conseguir reparación, verdad, justicia y solicitud de perdón, la Mesa dirigida por De la Calle e Iván Márquez, pondrá en  marcha la Comisión Histórica del conflicto y sus víctimas, donde quedarán anotadas las propuestas y las narraciones de los viajeros que fueron por lana y salieron trasquilados, al menos los ofendidos por las Farc. – Así damos por terminado el punto 5 de la agenda por la paz de Colombia. ¿Todo muy bonito? Todo muy bonito, camarada.

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