Liberen al soldado Becerra

La voluntad de paz anunciada por las Farc, al decretar un cese al fuego “unilateral e indefinido”, se debe confirmar con hechos. Para restablecer la confianza en las negociaciones es necesario que aclaren un nuevo secuestro a un militar.

Una noticia divulgada ayer por el Ejército Nacional, mediante un comunicado público, representa una prueba de fuego para ponderar hasta dónde llega el alcance real de las intenciones de la guerrilla de las Farc, al señalar que el cese de acciones violentas que decretaron unilateralmente por cuenta de la temporada navideña tiene carácter de “indefinido”.

Si los guerrilleros acababan de secuestrar a un soldado un día antes de que entrara en vigor el cese al fuego que habían decretado, tal como lo han asegurado las Fuerzas Militares, no les queda otro camino para darles crédito a sus propias palabras que poner de inmediato en libertad al uniformado capturado, sin condiciones y sin mayores dilaciones.

Evidentemente es una mala noticia que el soldado profesional Carlos Becerra Ojeda haya sido secuestrado, según informó el Ejército. La guerrilla aún no se ha pronunciado al respecto. No obstante, más allá de los detalles concretos, este acontecimiento amenaza con empañar, seriamente, una tregua que fue muy difícil de alcanzar en medio de duras críticas y el escepticismo justificado de algunos sectores.

Becerra cayó el viernes 19 de diciembre, en la vereda El Carmen, en la zona rural de Santander de Quilichao, en el norte del departamento del Cauca. Su captura se produjo en el mismo ataque en el que resultaron muertos cinco de sus compañeros militares del Batallón de Infantería No. 8, en desarrollo de operaciones contra la columna móvil Jacobo Arenas del sexto frente de las Farc. Los negociadores de las Farc en La Habana habían anunciado el cese al fuego el miércoles de esa misma semana, y en un comunicado apuntaron que entraría en vigencia desde el sábado 20 de diciembre. Si de mandar señales se trata, el que está enviando la guerrilla puede ser interpretado de forma preocupante. El escenario actual reclama señales que no dejen espacio a dudas.

No hay que perder de vista las encuestas que han diagnosticado, en los últimos meses, un descenso sostenido del apoyo ciudadano a las negociaciones de paz. Tampoco, la reciente crisis y suspensión de los diálogos a raíz del secuestro del general Rubén Darío Alzate. Sin duda, son estos los esfuerzos más serios para lograr el fin de un conflicto que ha martirizado a los colombianos por cinco décadas. Misma razón por la cual es tan importante salvaguardarlos.

El presidente Santos ha dicho que espera que el cese al fuego de las Farc se convierta en “bilateral y definitivo”. Un deseo navideño que comparte la mayoría de los colombianos, y que debe incluir a los guerrilleros, con gestos de su parte.

El Ejército dice que ha desplegado acciones para dar con el paradero del militar. Pero para la liberación de Becerra no debería hacer falta disparar ningún fusil.

A Becerra, como a muchos soldados, lo está esperando su familia en estas fechas. Ellos, más que todos, merecen un motivo para sonreír y creer. Y no se entiende, de ninguna forma, que la guerrilla lo haya secuestrado cuando se había comprometido a cesar estas prácticas. Por eso, lo único que las Farc deben hacer, si quieren despejar el camino para la terminación del conflicto es aclarar este episodio. Y liberarlo cuanto antes si lo tienen en su poder.

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