Llorar por los dos ojos

Grises días para la justicia en Colombia. No porque los jueces hayan amanecido con ganas de aplicar rigurosamente los códigos procesales o porque resolvieran ser todo lo estrictamente exégetas que les haya venido en gana. Los tiempos que corren son lamentables porque algunos magistrados decidieron con su prédica distintiva que su vocación no era la de administrar derecho sino la de ejercer política con la toga puesta.

Mi problema no es pues con las formas establecidas para la obtención de una prueba sino con la notoria desidia y con la selectividad descarada. Mi enojo es, en fin, con quienes se empeñan en hacer de los fallos judiciales mecanismos de desquite o herramientas electorales.

Los colombianos tenemos evidencias suficientes para afirmar que el fallo en el que se dejó sin efectos el material probatorio hallado en los computadores de Raúl Reyes, no responde sino al viejo deseo de unos magistrados que quieren hacernos creer que la farc-política nunca fue.

En enero de 2010 afirmaba en la extinta Revista Cambio que año y medio después de haberse iniciado la ‘parapolítica’, algo más de una veintena de congresistas habían sido llamados por la Corte y varios de ellos detenidos preventivamente. En igual número de meses se abrieron investigaciones preliminares por nexos con las Farc a menos de 10 parlamentarios y ninguno fue detenido por ‘farcpolítica’, mucho menos condenado. Un 60% de estos últimos casos ha terminado en autos inhibitorios y otros, como el de la senadora Piedad Córdoba, no avanzan en la Corte pese a que la Fiscalía allegó copias del contenido de los computadores de ‘Reyes’ desde el 21 de mayo de 2008. Ahora ya sabemos en qué parará su juicio. La celeridad e implacabilidad con que se abordan los asuntos de la parapolítica en el Tribunal Supremo de Colombia no es pues ni medianamente comparable con aquellos criterios laxos, casi cómplices, que se aplican en materia de nexos con las Farc.

La Corte desde un comienzo renegó de los computadores de Raúl Reyes. Eso sí, consideró suficientes las pruebas que han salido del computador de ‘Jorge 40’ en cuyo caso apenas pidió que el aparato cumpliera una aceptable cadena de custodia mientras que con los de ‘Reyes’ la Corte afirmó que el examen de la Interpol no era suficiente y pidió una inverosímil segunda revisión de Scotland Yard. Está claro ahora: los magistrados nunca quisieron tener esos computadores como prueba. Por eso digo que la Corte Suprema de Justicia no sabe lo que es llorar por los dos ojos. De unos se desquita. A otros  ni los toca.

Dicen pues que este es el siglo de los jueces. Yo más bien creo que este es el siglo de los políticos que van vestidos de jueces.

José Manuel Acevedo
Vanguardia Liberal, Bucaramanga.
Mayo 23 de 2011
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