Lo que es con Uribe, es conmigo

Secuestros masivos, ataques a las poblaciones, asesinatos de civiles, masacres, toma de aviones, campos de concentración en la selva, empresarios extorsionados, desplazamientos forzados, desempleo, depresión de la economía. Esa, a grandes rasgos, es la radiografía de la Colombia que el 7 de agosto de 2002 recibió Álvaro Uribe.

Llegó a la presidencia y en las cuentas de la nación no había dinero para comprar siquiera las botas de los soldados. La policía se había retirado de más de 200 municipios y la guerrilla y autodefensas se movían con total libertad a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Colombia en 2002 era un Estado fallido, a punto de colapsar.

Gracias al presidente Uribe y a su equipo de gobierno, en tan solo 8 años nuestro país salió del atolladero y tomó la ruta del progreso. Todo, absolutamente todo, empezó a mejorar gracias a la recuperación de la seguridad. Los inversionistas volvieron a confiar en Colombia. Los empresarios perdieron el temor de hacer negocios y generar empleo. Los emprendedores vieron en nuestro país una mina inexplorada de oportunidades.

Por esa Colombia que se construyó entre 2002 y 2010 es por la que lucha el Centro Democrático que ahora se enfrenta a sus primeras elecciones regionales. Somos una colectividad joven pero vigorosa. No hacemos política con la chequera en la mano, sino con un programa político que entregamos y explicamos a la comunidad.

No sabemos de componendas, pero en cambio sabemos cómo se compone a un país, a un departamento o a un municipio en crisis. Nuestra consigna es la de trabajar siempre pensando en el bienestar de los ciudadanos.

En  las elecciones del 25 de octubre está en juego un elemento fundamental de la vida democrática: los gobiernos locales. Es por eso que quiero invitarlos a que nos hagamos una pregunta antes de depositar nuestro voto en la urna: ¿Queremos que nuestra ciudad o departamento sea gobernado como en su momento el presidente Uribe gobernó a Colombia? Si la respuesta es afirmativa, entonces la opción de voto debe ser por el candidato que represente al Centro Democrático.

Nosotros estamos en la política porque la asumimos en términos aristotélicos como la más noble de las labores humanas. Entramos a este terreno convencidos de que tenemos los candidatos con el talante suficiente para hacer que, desde lo local, nuestro país recupere el rumbo que se ha perdido en estos 5 años de mal gobierno.

No caigamos en la trampa que nos ha querido tender el oficialismo, al decir que el 25 de octubre se elige entre la guerra y la paz. No. En las próximas elecciones se elige entre el desgobierno santista y la experiencia y compromiso que representa el uribismo.

Han intentado desenfocarnos, sacarnos del camino e interrumpir nuestras legítimas aspiraciones a través de ataques del Ejecutivo y señalamientos y amenazas temerarias de algunos sectores de la justicia. Nada de ello nos amilana. Al contrario, afianza más nuestra convicción de que debemos trabajar denodadamente para que en esta semana que nos separa de las elecciones, logremos ganarnos la confianza de millones de ciudadanos que aún no saben por quién votar.

A ellos, a los indecisos, les pido que se hagan una sencilla reflexión: piensen en el país que tuvieron que padecer antes de 2002 y piensen en la que se entregó en 2010. Recuerden aquellos tiempos en los que era una osadía tomar una carretera después de las 3 de la tarde, pues quien lo hiciera quedaba a merced de los retenes ilegales de los criminales. Les pido que antes de elegir una opción simplemente valoren si prefieren una Colombia sitiada por el terrorismo o una Colombia libre como la que nos entregó el presidente Álvaro Uribe Vélez. Por eso, por gratitud, por respaldo a lo que él ha hecho por nuestra patria bella, somos muchos los que orgullosamente exclamamos que “lo que es con Uribe, es conmigo”.

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