Lo que se juega hoy Venezuela

El descontento en Venezuela es general. De ahí que Maduro se enfrente por primera vez a una derrota que lo coloque en el escenario de perder la mayoría en el Parlamento.

Venezuela acude hoy a las urnas para escoger 165 integrantes de su Asamblea Nacional. Será una prueba de fuego para el Gobierno luego de 16 años en el poder. Si las encuestas no se equivocan, la intención de voto favorece mayoritariamente a la oposición. La pregunta no es sobre el eventual triunfo, sino sobre el número de curules que obtendrá en un sistema diseñado para favorecer al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). De la respuesta del presidente Nicolás Maduro al resultado depende la estabilidad de Venezuela.

El Socialismo del Siglo XXI vive un acelerado desgaste que se refleja en todos los indicadores de popularidad, debido a las numerosas plagas que ha engendrado. La inseguridad como azote diario que afecta a todas las clases sociales. La inflación y devaluación desbordadas. La caída estrepitosa en los precios del petróleo. El aparato productivo pulverizado. La corrupción por doquier. La violación de los derechos humanos. La guerra contra los medios de comunicación críticos y el encarcelamiento de opositores. La concentración absoluta del poder en manos del Gobierno. La merma de los logros sociales. Y un largo etcétera. El descontento es general. De ahí que Maduro se enfrente por primera vez a una derrota que lo coloque en el escenario de perder la mayoría en el Parlamento.

La oposición, agrupada en torno a la Mesa de Unidad Democrática (MUD), ha pasado por muchas etapas. Ha escorado hacia la derecha golpista, ha pasado por un absurdo abstencionismo que le entregó la casi totalidad de la Asamblea al oficialismo en 2005 y finalmente ha entendido que la única salida, a pesar de los pesares frente al ventajismo del Gobierno, es por la vía de las urnas. Sin embargo, la división interna evidente entre Henrique Capriles y el sector de Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, promovida por estos últimos, continúa latente.

De momento primó la sensatez y la selección de sus candidatos se llevó a cabo por consenso o en primarias. De esta manera, y de acuerdo con los resultados que se obtengan, la MUD se juega la posibilidad de asumir el control de la Asamblea, en caso de que logre las 98 curules que le brindarían la mayoría simple, o puede suceder que obtenga menos del 60 %, lo que le da el triunfo numérico, mas no el control parlamentario.

No en vano la comunidad internacional está expectante. Mientras un buen número de estados, exmandatarios, el secretario general de la OEA y diversas ONG han solicitado unas elecciones libres y el envío de Misiones de Observación Electoral, el Gobierno de Venezuela prefirió invitar sólo a representantes de Unasur en condición de “acompañantes”. ¿Cuál es la diferencia? Toda. Mientras estos últimos podrán tan solo observar algunas mesas de votación y el ambiente en general, las MOE se habrían instalado sobre terreno con, al menos, una semana de antelación, involucrándose en todo el proceso. Venezuela ha llevado a cabo muchas elecciones que han sido catalogadas, incluso por el Centro Carter, como legítimas. ¿Por qué, entonces, negarse a dicha verificación? Ahí está el detalle.

Comentarios contradictorios, e infortunados, como los de Nicolás Maduro, que dice que aceptará el resultado pero que no entregará la revolución y gobernará “con el pueblo (…) en una unión cívico-militar”, no contribuyen a crear un clima propicio. Le corresponde como Gobierno hacer gala de sensatez y, en caso de perder la Asamblea, entrar en diálogo con la oposición. Ese es el juego de la democracia. La oposición también deberá demostrar su madurez. Salvo que hubiese un fraude flagrante, y comprobable, debe aceptar el resultado y actuar en consecuencia.

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