Los escándalos a la orden del Gobierno

Por más que trato, no me es posible dejar de dar mis opiniones sobre el tiradero de basuras en el que día a día nos vamos sumergiendo, empujados por unas prácticas políticas asqueantes y dictatoriales, que nunca habíamos visto extenderse con tanta fuerza en nuestro país.

Son tantas y tantas las actitudes de este gobierno para acabar con la oposición, que aún cumpliendo con las reglas democráticas que históricamente nos han regido, hemos tenido que enfrentar uno de los regímenes, que a pesar de haber tenido el apoyo de la mitad de los votantes para haber llevado a Colombia por senderos de unión y paz, por el contrario nos está llevando por caminos de polarización y extravagantes beneficios políticos a sus seguidores, que están dando al traste con lo poquito de paz que aún nos queda rezagada.

Los debates que se han realizado esta semana en el Congreso son una clara demostración de que ni el Sr. Santos ni sus seguidores la van a tener muy fácil. Eso de querer los acólitos del régimen desprestigiar y callar a los partidos de oposición, y no solamente al Centro Democrático, sino a todos los que nos resistimos a la forma despótica como han tratado, tanto desde la misma Presidencia, y desde nada menos que las Altas Cortes del poder Judicial, de atacar a todo lo que medio huela a ser partidario del Uribismo, ha causado tal reacción que rápidamente se está volteando la torta, y los que hasta hace poco defendían al régimen a capa y espada se están dando cuenta de que desde el nido del Palacio de Nariño salen diariamente enormes cargamentos de calumnias, de mentiras y de órdenes ajenas a un ordenamiento democrático, dando instrucciones con base en falsedades y compra de individuos de muy dudosa reputación, para utilizar cualquier arma sucia, a como dé lugar. Entre estas estrategias para lograr sus metas, quedan autorizados para utilizar personajes de baja ralea, como un hacker mentiroso e inmoral que todavía anda suelto por ahí, cambiando sus versiones cada vez que le siguen metiendo al bolsillo, como es la costumbre actual, enormes cantidades de mermelada y prebendas para que vaya acomodando sus versiones al ritmo del levantamiento del polvo que se necesite, para tapar todas las embarradas del Gobierno.

El escándalo de la semana pasada, reviviendo al poco recomendable Sepúlveda, es la más clara demostración de la estrategia sucia que están utilizando los partidos de gobierno y que no debería existir en un país como el nuestro, pero que desgraciadamente se nos han venido pegando del asqueante régimen chavista, del que tan buen discípulo nos ha salido Santos, desviando la atención de cualquier actitud oposicionista democrática, tratando de traidores a la Patria, mafiosos y hasta de criminales a quienes con valor se han atrevido a enfrentar a quien fue capaz de jugarle sucio hasta a su principal aliado en la reelección presidencial.

Claro está que este sainete fue orquestado para tapar las críticas que le cayeron al gobierno, por la obligación perentoria que dio de que los más altos militares de nuestro glorioso Ejército fueran a rendirse y a rendir cuentas a los criminales, que ahora están en el curubito, dando órdenes y, quién sabe trazando qué clase de directrices hasta, y esto lo digo muerto de miedo, irse aproximando más a un gobierno despótico, acolitado desde la isla de Cuba. Y los ejemplos los tenemos muy cerca.

El panorama se está poniendo cada día más oscuro, adicionado con que nadie tiene claro sobre lo que está pasando en Cuba y hacia dónde nos están llevando, con desconocimiento muy grande de lo que el país ya debería conocer para saber qué camino recorremos. Vuelvo a repetir lo que tantas veces he escrito: Dios quiera que toda esta estrategia dé unos resultados favorables para que Colombia pueda recuperar esa paz que lleva perdida durante más de cincuenta años, pero también ojalá no vayamos a quedar en manos de quienes han sido nuestros crueles verdugos. Tenemos que seguir guardando la esperanza hasta los últimos límites y esa esperanza está en manos de un hombre en el que tenemos que creer por su trayectoria de patriota y es Humberto De la Calle.

P.D.: La locuacidad es una disfunción de la lengua que sufren algunas personas y que las inhabilita para dejarla quieta, especialmente cuando eres tú el que quiere hablar.

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