Los ineptos y las trabas para pagar los impuestos

“No hay que ser muy inteligente ni muy ilustrado para darse cuenta que donde hay más trabas, regulaciones, controles, impuestos y licencias, hay mayor pobreza”. Carlos Ball.

Bien decía William H. Chamberlain que: “La proliferación de burócratas y lo que inevitablemente traen consigo: mucho mayores recaudaciones de impuestos sobre la parte productiva de la población, son los signos reconocibles de una sociedad, no grande, sino decadente”. Pero si encima de eso los “administradores” de lo público son ineptos y justifican su sueldo, que pagamos todos, usando sus racionadas neuronas para encontrar formas de dificultar que los ciudadanos paguemos los impuestos, estamos condenados a la catástrofe.

El impuesto vehicular está perdiendo justificación, pues cada vez es más difícil usar el carro, ya que a algunos genios urbanistas criollos y “progresistas”, que creen que en otra vida vivieron en Barcelona, se les metió en la cabeza que los carros son la maldición del mundo y nos quieren meter a la brava un sentimiento de culpa por tener uno, en vez de mejorar la infraestructura vial y el transporte público, que “no es bueno” así les dé rabia, pretendiendo “solucionar” el problema sacando carros de las vías. Como dije hace años, es como si la solución a la presión alta fuese sacarle sangre al paciente.

Va a terminar siendo tan ridículo este impuesto como uno que quisieron poner en España, “el impuesto al sol”, que pretendía cobrarle un impuesto a la energía que produjeran los paneles solares que los ciudadanos pusieran en sus casas para autoconsumo.

Pero si encima de tener que pagar el impuesto, se vuelve una pesadilla hacerlo, no estamos frente a un sistema contributivo sino esclavista, en donde el recaudador es un vampiro que tiene encadenadas a sus víctimas a las que desangra regularmente y además las tortura.

Llevo semanas intentando pagar el impuesto vehicular por la página de la Gobernación, pero es más fácil creerle algo al presidente Santos. ¿Será que actualizar el registro de los vehículos es una tarea titánica del mismo nivel científico que encontrar una completa Teoría del Campo Unificado, que ni Einstein pudo hallar, aunque reconoció que: “lo más difícil de entender en este mundo es el impuesto sobre la renta”.

Cansado de intentar por la vía virtual, que seguramente se va a arreglar misteriosamente cuando pase la fecha del descuento por pago anticipado, fui a un punto de pago, con tan mala suerte que cuando fui a buscar la matrícula del carro, no puede encontrarla y me dijeron que no podía pagar el impuesto sin el bendito papel. ¡Qué tal estos genios por Dios! Ahí sí me di cuenta que estamos en manos de estúpidos con poder.

¿Será que es que uno va a pagar el impuesto del carro de otro? ¿Y si así fuese, al gobierno chupasangre qué diablos le importa si yo lo pagué o fue uno de los 4 evangelistas? De milagro no me pidieron un certificado de que estuviese vivo o un examen espectral para saber si yo era un fantasma o el ávatar de Pelé.

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