Los Veedores del “club”

Después del grotesco espectáculo propiciado por varios de los veedores de la ONU, que hacen parte del Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MMV), bailoteando animadamente con narcoterroristas de las Farc en uno de los campamentos de preagrupación, y luego de ver las diferentes fotografías que se han tomado abrazados a esos facinerosos, en las que, incluso, se aprecian menores de edad armados, se puede decir que el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, tenía razón cuando criticó abiertamente a la ONU, asegurando que la organización hoy, no es más que un “club” de gente que se reúne para “hablar y pasárselo bien”, sin embargo, a mi juicio, se quedó bastante corto en sus apreciaciones.

Le faltó decir, por ejemplo, que ese “club” se ha convertido, además, en una madriguera para los comunistas o, socialistas, que es el nombre que usan ahora para ocultarse.

No es sino ver la estrecha camaradería mostrada en La Habana, entre dirigentes y representantes de esa entidad (Ban Ki-moon, Peter Thomson, Fabrizio Hochschild, etc.) y los narcoterroristas de las Farc, o las vergonzosas manifestaciones de condolencia que expresaron por la muerte de Fidel Castro, en las que se deshicieron en elogios y exaltaciones para con el despiadado dictador que fusiló, robó y oprimió a su propio pueblo y cuyo legado no es más que sufrimiento, pobreza y atraso, para darse uno cuenta de qué lado están los del “club”.

O, ¿qué tal el Consejo de Derechos Humanos de esa organización que no solamente desestimó la solicitud de Paraguay de considerar al gobierno venezolano como un Estado que viola los derechos fundamentales, sino que ratificó que “Venezuela es un país garante y respetuoso de los derechos humanos”?

Y pensar que el presidente Juan Manuel Santos, no ha hecho más que fanfarronear, diciendo a los cuatro vientos que la seriedad y el rigor con los que se llevaría a cabo el proceso de concentración, desmovilización y entrega de armas de los narcoterroristas, era tal, que un organismo de la talla de la ONU, sería el encargado su verificación.

¿Cuál confianza y cuáles garantías de verificación objetiva y rigurosa del Acuerdo de cese el fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y de dejación de armas, cuando los veedores intiman de esa manera con los vigilados? ¿Qué seriedad se puede desprender de esa guachafita? ¡Todos pertenecen al mismo “club”!

Y pensar que este no es más que el comienzo, puesto que todavía no han arrancado a funcionar las 23 zonas de concentración, esas republiquetas independientes, donde, como le advirtieron al gobernador de Antioquia Luis Pérez, tanto los narcoterroristas como el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, “solamente podrán entrar los miembros del Mecanismo”, o sea, los bailarines.

Y ni imaginar siquiera cuánto nos costarán esos Estados Soberanos que tendremos que pagar los colombianos, si tenemos en cuenta que la sola alimentación de un mes, de cada narcoterrorista y cada miembro del “club” cuesta la bicoca de 2.610.000 pesos.

Pero, ¿qué más se podía esperar de este dizque “proceso de paz”, que nació de una “picardía” y está plagado de irregularidades, chanchullos y despilfarro?

P.S. Apreciados lectores: les deseo un venturoso año 2017.

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