«Maduro tendrá que negociar cómo se irá»

El embajador especial ante la OEA, Gustavo Tarre Briceño, habla sobre cuál será su rol ante el organismo y el futuro de la eventual transición política en Venezuela.

Gustavo Tarre Briceño, representante especial ante la OEA, designado por la Asamblea Nacional de Venezuela (opositora), tiene nombramiento pero aún no puede ocupar el cargo.

Al igual que el autoproclamado presidente interino del país suramericano, Juan Guaidó, defiende la legitimidad de su designación ante el organismo regional, realizado el pasado 22 de enero, pero enfrenta todavía el desafío de dotar a su cargo de poder efectivo.

¿En qué etapa está su designación como representante especial ante la OEA?

Tenía dos fases, una jurídica y otra más práctica. Los estudios jurídicos están casi terminados de manera positiva, se los estoy presentando a otros embajadores y debemos esperar solamente que se produzca la designación.

Si alguien plantea un problema ante el Consejo Permanente (de la OEA), ahí se tomarán las decisiones pertinentes.

¿Tuvo contacto con la misión de Maduro ante la OEA?

No hay embajador, porque quien fungía, Samuel Moncada, venía de Nueva York y lo acreditaban interinamente. Nunca pudo acreditarse un representante del gobierno porque nunca tuvo el acuerdo de la Asamblea Nacional.

¿Hay algún diálogo con la gente que trabaja en la misión permanente para convocarlos a adherir al nuevo gobierno?

Yo directamente no he dialogado pero sí sé que hay gente en conversaciones.

¿Con la designación de embajadores en EEUU y varios países de la región, Guaidó completó la estrategia de presión internacional sobre Maduro? ¿Alcanza con eso?

Recuerde que esta es una presión envolvente: la presión en la calle, la presión del pueblo venezolano expresando su repudio al gobierno, la presión de la comunidad internacional en diferentes aspectos, como la resolución de este jueves del Parlamento Europeo.

Esto se va a ir incrementando hasta que llegará un momento en que Maduro tendrá que negociar, no para quedarse sino para saber cómo se va.

¿Qué sostiene todavía a Maduro en el poder?

Hay un sector todavía importante de las fuerzas armadas, especialmente en los muy altos niveles, que se sienten vinculados por el deber de la obediencia, en algunos casos, y en otros por todas las corruptelas y las prácticas no muy santas que han rodeado la forma como la cúpula del gobierno de Maduro ha logrado sostenerse, comprando conciencias más que convenciendo.

¿Hasta dónde debe llegar la amnistía que ofrece el gobierno interino?

La amnistía que estamos planteando es fundamentalmente a los oficiales que decidan romper con el gobierno de Maduro y apoyar el restablecimiento de la Constitución. La amnistía no puede ir dirigida a quienes han cometido crímenes de lesa humanidad o violaciones a los derechos humanos porque eso lo prohíbe la Constitución.

¿Le teme a la posibilidad de que Guaidó sea detenido?

Han empezado a hacer algo, pero la gran pregunta que deben contestar y que hay que hacerle a ellos, es ¿por qué no lo han hecho?

Si Guaidó fuese un usurpador, sin apoyo del pueblo sino como una especie de aventurero que ha decidido proclamarse presidente, pues ya debería estar preso.

La mejor demostración de la fortaleza de Guaidó es precisamente que no lo han hecho y yo creo que lo deben estar pensando muy bien y que no lo terminarán haciendo porque sería la última guinda de la torta.

¿Cree que no lo han hecho por temor a la reacción popular?

A la reacción popular, a la reacción internacional e incluso a la misma reacción militar. La represión espantosa que está viviendo Venezuela y que no quiero perder oportunidad de denunciar, ha dejado decenas de muertos solamente en la última quincena de enero. Miles de detenidos y torturados. Toda esta cosa espantosa que estamos viviendo revela la desesperación del gobierno, revela la gigantesca presión popular para que se produzca un cambio, que ni siquiera bajo el temor de esa represión bestial se amilana.

Es que esa represión está fundamentalmente en manos de un sector de la policía y de grupos paramilitares que allá se llaman colectivos armados y no con intervención de las fuerzas armadas.

Una de las hipótesis de resolución de esta crisis es la del conflicto armado. ¿Cree en esa posibilidad?

No creo. Las guerras civiles se dan sobre la base de fundamentos que a veces son de carácter étnico, otras de carácter religioso y otras veces tienen fundamento en profundas convicciones ideológicas.

El régimen de Maduro se sostiene por elementos más parecidos a la relación que hay entre los miembros de las mafias que por un fundamento ideológico y estoy absolutamente convencido de que nadie está dispuesto en Venezuela a morir por Maduro.

¿Cree que estos son los días finales del chavismo?

Yo no diría del chavismo, pero sí del régimen. Mi opinión personal es que el chavismo ha sido nefasto y es el origen de todo esto, pero hay gente, mucha gente en Venezuela, que fue sinceramente chavista. Han ido abandonando esa posición, pero los que quedan tienen todo el derecho del mundo a organizarse y a luchar democráticamente por imponer sus ideas, por convencer al país. De eso se trata la democracia.

Se le puede garantizar al chavismo un futuro, porque esto que estamos viviendo es una desviación y se organizarán en partidos políticos, participarán de elecciones y jugarán el juego de la democracia, que es precisamente contrastar ideas.

¿Hay un chavismo democrático que puede sobrevivir a Maduro?

De hecho se ha expresado, incluso con ministros del expresidente Chávez. Yo insisto, creo que todo esto que estamos viviendo es producto de las políticas de Chávez. Quien destruyó la industria petrolera fue Chávez, quien destruyó la agroindustria y la agricultura venezolanas fue Chávez, quien introdujo la corrupción masiva fue Chávez. Pero hay gente que cree, y si hay un chavismo que quiere expresarse en una democracia tiene absolutamente todo el derecho a hacerlo.

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