¿Mal acuerdo ya o callejón sin salida?

Si todos estamos dispuestos a expresar el deseo de preservar la comunidad y la identidad participando en las elecciones y tomando las decisiones correctas, si de veras queremos hacerlo, un ámbito internacional abierto y las culturas democráticas avanzadas de nuestros vecinos, amigos y aliados constituyen el mejor campo para promover la individualidad de un pueblo. En los tiempos que corren, una identidad solo puede vivir y florecer de veras si respira el aire libre del mundo, si se define contra un telón de fondo de buena convivencia, activa y duradera, con otras identidades, y enfrenta con dignidad los vientos adversos que atraviesan el mundo actual y, más importante quizá, los deseos adversos que le broten desde adentro. Václav Havel

No me he inventado este dilema. Sencillamente invito a que se repase la historia de los diferentes intentos de negociación entre israelíes y palestinos. En el trasfondo tenemos la REPRESENTACIÓN ÍNTIMA, PSÍQUICA, de cada pueblo en la que se teme la aniquilación por parte del otro. Sin embargo, en la convivencia diaria REAL, EXTERNA, hay hechos de abuso, peligro, tolerancia y amistad. Y cada una de esos escenarios, imaginados o reales, tiene prensa, vende. ¿Se deciden israelíes y palestinos por cualquiera de ellos? No. Porque en conjunto, confunden, por lo que no es fácil tomar una decisión. Esa es la vida en la que peligrosamente podemos dejar que el azar resuelva.

Por otra parte, hay dos clases de personas, en cuanto a responsabilidad se refiere. Las que asumen que todo lo que acontece y sus resultados dependen, de él/ella por lo que toman iniciativas para cambiar el asunto, sin culpar a los demás (Humberto De la Calle); y los que creen que todo es culpa del ‘otro’ (FARC, Santos, cuando se inventa los enemigos de la paz) por lo que se someten a lo que las circunstancias puedan decidir, cuando les conviene. A los primeros se los llama autónomos; a los segundos heterómanos. Entonces un ¡Acuerdo Ya! Ignora esas realidades. Y un callejón sin salida ignora también, de manera irresponsable, que la irracionalidad es la salida fácil del estancamiento negociado; la otra salida, la difícil, viene dictada por la creatividad. Ahora bien, lo del ‘estancamiento’, en nuestro caso, ¿es un asunto de imposibilidad real o de intereses muy personales que no toman en cuenta el bien mayor del país?

¿Qué forma, a mi modo de ver, el factor principal que lleva a un callejón sin salida? LA DESCONFIANZA MUTUA. Ahora bien, hay cierta desconfianza saludable que evita el que seamos presa fácil de una amenaza, sobre todo ante la ingenuidad de los grupos alimentada por la propaganda estatal.

Pero también existe la desconfianza enfermiza. La detectamos en una falta de cooperación y compromiso, o comportamientos activamente hostiles, de hecho, palabra o amenazas que pueden llegar a formar un ambiente paranoide. En donde las aseveraciones y actuaciones, falsas o exageradas, pueden llevarnos a pensar que uno está sujeto a un tratamiento malévolo por parte del otro. Tales percepciones conducen a los individuos hasta el punto de la hipervigilancia, buscándole el sentido oculto a cada acción o comportamiento de la otra persona, sufriendo con la especulación sobre sus intenciones, que pueden resultar en un diagnóstico erróneo sobre si el otro puede ser digno de confianza o no.

La desconfianza lleva a las partes a reducir su disposición para compartir información y participar en la resolución de problemas en situaciones de conflicto y, por lo tanto, a no poner en práctica los enfoques de negociación colaboradora con la otra parte. Este enfoque imposibilita ver las oportunidades integradoras y de creación de valor. La desconfianza también puede provocar que los conflictos se intensifiquen hasta el punto de ser intratables, a medida que las posiciones se endurecen y las partes se vuelven cada vez más reacias a otorgar concesiones. Las emociones negativas que emergen con la desconfianza – miedo, sospecha e ira – hacen que la buena disposición desaparezca vilipendiando y demonizando a la otra parte, e incluso puede producir percepciones paranoicas. Este punto de vista se vuelve especialmente perjudicial cuando las partes utilizan estas perspectivas entre sí para justificar las acciones de represalia que causen que el conflicto se salga de control. En nuestro caso, ¿cuáles son los factores que generan desconfianza en la opinión pública?

1. El que las FARC digan que quieren el poder y eso se considere un asunto menor que se deja a la representación íntima de cada quien, pues el tema es tabú para las negociaciones. No sé si habrán caído en cuenta de este asunto trascendental cuando, según El Tiempo, se anuncia: “No habrá temas vedados con las Farc.”
2. El saber que hay grupos de empresarios que aconsejan ignorar los resultados del plebiscito.
3. El hecho de que Sergio Jaramillo en alguna ocasión hubiera amenazado al empresariado colombiano con 13.000 investigaciones que cursarían en la Fiscalía.
4. Cuestionamientos derrotistas como los de Semana: “¿Aceptarán las Farc las 410 propuestas del No?,” “El fanatismo religioso tiene límites”, “El cuento de hadas del rey Juan Manuel”, “Líderes del No se pasan de la raya” en donde los diferentes actores calificados de opinión, utilizan su posición para descalificar, porque sí.
5. El asociar el Acuerdo Ya con el interés presidencial de presentar resultados tangibles ante el auditorio de Oslo.
6. En Londres Santos dijo que el ‘No’ era una bendición disfrazada. Lo que en lógica querría decir que los argumentos del NO eran necesarios en la mesa de La Habana. ¿Por qué no se permitieron en su momento oportuno y nos hubiéramos ahorrado el presente impasse? Pero, por otro lado, frente al parlamento inglés maltrató a los del NO. Esa conducta errática vuelve paranoico a cualquiera. 
7. El dar por sentado que los inamovibles de las Farc son válidos, pero los de la sociedad colombiana son negociables, lo que implica una derrota anticipada.
8. La persecución política a ciertos integrantes del uribismo.

Mientras tanto ¿Qué nos muestra la realidad?

1. El cese del fuego bilateral se mantiene. Pero la percepción de Santos lo vuelve ‘frágil’.
2. La presión del Acuerdo Ya no produce fórmulas geniales para el callejón sin salida.
3. De pronto desapareció el apoyo, el acompañamiento de la sociedad internacional para encontrar soluciones ante el nuevo escenario.
4. Los actores ‘indiferentes’ ahora se pronuncian.
5. Las Farc siguen en la mesa y supuestamente ‘escucharán’ las propuestas del NO. Mientras tanto, ¿en qué confía usted?

Como una guía, voy a tratar de resumir la esencia de la negociación habanera para que usted se forme un juicio valorativo, al compararla con el escenario que compartimos la inmensa mayoría de los colombianos.

EL ESCENARIO HABANERO. Las Farc justificaron sus actos de barbarie DESDE UNA PERSPECTIVA IDEOLÓGICA IMPERSONAL que, obviamente, producen expectativas negativas en ambos bandos. Para NEUTRALIZAR esas expectativas y mantener una confianza de largo alcance (paz estable y duradera) se invierten ‘costos’ para la contraparte (Farc) que superan los ‘beneficios’ de esa inversión. Y esos costos mayores serían el argumento para exigir cumplimiento. Es decir, se trata de una paz basada en el cálculo costo beneficio.

Hago entonces una pequeña ‘observación’ para los que piensan al estilo Hollywood. Ninguna muerte se vuelve impersonal porque quien la realice sea un profesional del asunto, basado en una ideología o en un sueldo. Resulta que los psicópatas no sienten ni les importa el dolor de los otros. Además, no existe narcotráfico, secuestros, violaciones, extorsiones, asesinatos cuyas víctimas tomen el asunto como algo ‘impersonal’ porque sus victimarios así lo asuman, considerando tales delitos como consecuencia de una causa política, porque cuando a los que se encarcela, bombardea, se les da de baja, son miembros de las Farc, ahí si ponen su ‘grito personal’ en el cielo. Este razonamiento contradictorio sencillamente causa repudio porque ofende la inteligencia del más tonto.

EL ESCENARIO NACIONAL. En su gran mayoría, el rechazo visceral de la opinión pública nacional hacia las FARC, se basa en la INCOMPATIBILIDAD DE VALORES (democracia vs. totalitarismo) estrechamente relacionados con objetivos disímiles en competencia (mantenimiento de la democracia vs toma del poder por medios ‘pacíficos’ por parte de los comunistas) y un fuerte apego emocional a los valores democráticos. Este escenario se basa en IDENTIFICACIÓN DE HECHOS CONCRETOS. Por lo tanto, concluimos que no tenemos nada en común con las Farc que serán en realidad un adversario comprometido con SUS OBJETIVOS POLÍTICOS, no con la competencia democrática ni la paz, objetivos que incluyen, una vez en el poder, el someternos, encarcelarnos, perseguirnos o matarnos. La experiencia histórica así lo constata.

¿Qué escenarios tenemos entonces en competencia? Uno basado en una mentalidad negociante que ‘garantiza’ una paz basada en la fórmula costo – beneficio; es decir, no hay compromiso ético con la paz porque es un negocio. El otro escenario que busca la CONVIVENCIA PACÍFICA se basa en COMPATIBILIDADES, no en intereses. Es un MATRIMONIO, no un negocio. Ese ‘matrimonio’ EXIGE compromisos éticos de respeto y apoyo a los VALORES que se encarnan en los conceptos de familia, tradición, libertad, propiedad, identidad, educación, innovación controlada, cultura, y todo lo que integra a una comunidad. Esa es la forma cómo se estructura realmente la paz funcional, no la paz política que está condicionada a muchos intereses.

Para ponerlo en términos sencillos, vemos que el ‘novio’ insiste en casarse con la joven que no lo quiere, porque son incompatibles, mientras el ‘padre’ insiste en vender a su hija. La clásica mentalidad machista. Si usted quiere entender esa mentalidad, por favor léase lo que ocurre en otros escenarios políticos, magistralmente descritos por Shakespeare: EEUU: Shakespeare explica la elección presidencial de 2016…

Mi solución al callejón sin salida ético. Amnistiar a la guerrillerada, conseguirles trabajo. Así la paz santista deja de ser frágil. Y los negociadores del Secretariado, por substracción de materia pueden quedarse en La Habana disfrutando de su libertad para casarse con Castro. Ah… me olvidaba; seguramente Fidel sí va a exigirles ‘fidelidad a la revolución’ por lo que les va a pedir que pongan sobre la cama matrimonial su contabilidad para ‘administrarles’ sus bienes, como buen albacea de su libertad.

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