Manos en el fuego, Justicia o venganza

 

Ameneh Bahrami, una joven universitaria iraní con 25 años de vida es atacada por un pretendiente quien le arroja un ácido en la cara. El agresor justifica su acción por la negativa matrimonial de Ameneh. Así quedaría desfigurada y ciega. Ningún otro hombre la buscaría para ser su pareja. Este hecho sucedió hace siete años, es decir, en 2004, tiempo que demoró la justicia para aplicar la Ley del Talión, que se conoce por la  fórmula de “ojo por ojo, diente por diente”, en este caso literalmente. No obstante el largo proceso acaba de terminar, Majid Mojavedi, condenado por la ley a perder un ojo mediante la aplicación de ácido, esperaba que la víctima lo hiciera por su propia mano en la sala judicial del hospital de  Teherán ante la presencia de médicos y jueces como testigos, sala donde con la misma ley y los mismos  procedimientos se amputan miembros y se infligen laceraciones a los sentenciados, inclusive la muerte, salvo que esta última se efectúa en un patio de la prisión.

Como la víctima no podía aplicar el ácido a su victimario por su ceguera, el hermano de Ameneh se disponía a hacerlo. En ese momento la ofendida detuvo el procedimiento y dijo: ”Quiero dejarlo así. Lo siento. Ya se ha terminado. Lo importante para mí era que todo el mundo supiera que la ley del talión, por la que yo luché, se hiciera realidad y que la justicia iraní había cumplido. Creo que con este ejemplo muchos se arrepentirán de hacer los mismo en el futuro”.

El debate se armó en diversos medios. Unas voces critican a Ameneh Baharami por no cumplir con la ley hasta el final, pues el delincuente no sirve como escarmiento. Otros señalan que es una muestra de perdón y generosidad, para lo cual no se instituyó la norma retributiva. Lo cierto del caso es que a la mirada no perdida ni ciega de las sociedades occidentales, la norma es cruel y primitiva. Pero quienes la defienden indican que es precisamente la consecuencia penal del principio “no hagas a otro lo que no te gustaría que te hiceran a ti”. Por lo tanto equivale a la reparación del daño y a un método de disuadir a los eventuales violadores de la ley.

La Ley del Talión proviene desde la época del Código de Hamurabi y en consecuencia cumple casi cuatro mil años, lo cual habla de la forma humana de ejercer la justicia. Que hoy se tenga como norma en muchos estados de cultura musulmana poco dice de la evolución de las normas y del derecho penal allí donde las teocracias sientan sus reales. Pero no se crea que estamos exentos de la Ley del Talión. La venganza, o sea la justicia por sus propias manos, abunda entre nosotros desde algunas comunidades indígenas hasta en las familias de los sectores populares, las bandas de alta gama delictiva y los vengadores de infidelidades amorosas y conyugales. La diferencia con lo narrado en Teherán es que en ese país la norma la aplica el Estado y entre nosotros la aplican los particulares.

Jaime Jaramillo Panesso

Blog Debate Nacional

Agosto 4 de 2011

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