Marx… y yo

El pensamiento marxista es uno de los más grandes desatinos de la historia de la civilización.

Si estamos ociosos y conocemos a "un marxista", vale la pena hacer el ejercicio mental (experimento) de inducirlo a expresar su creencia socialista. Lo primero es preguntarle si es o no es seguidor de las ideas de Marx. La mayoría de quienes dicen ser marxistas obviamente no tienen ni idea de quién se trata este personaje, ni han leído sus obras, ni conocen su aporte a la historia del pensamiento universal. Me refiero a los que sí son marxistas, porque han estudiado la obra de Karl Marx. Estos "auténticos marxistas" incluso dirán de manera rimbombante que sí lo son. Es entonces cuando comienza una sucesión de contradicciones.

1) No tardan en señalar que el más grande genio existente es precisamente el pensador judío-alemán, al punto de que indefectiblemente se expresan de Marx como el profeta que trajo la gran verdad al mundo, ergo el marxismo en un dogma de fe incuestionable que sustituye el pensamiento religioso. Para ser más preciso, es una manera de pensar de carácter espiritual. Muchos argumentan que Marx no sembró las ideas sino que interpretó la malsana realidad capitalista. Falso de toda falsedad. El marxismo es la utopía elaborada más expandida de todas las que han atribulado a la humanidad. Si un pensamiento lleva muertos encima es el pensamiento marxista, por encima de cualquier "fundamentalismo".

2) La exposición inmaculada de las ideas de Karl Marx sería la brújula que ha de seguir la humanidad. El supuesto verdadero camino que se debe transitar porque no existe otro, y allí sueltan la gran perorata, señalando que son los artífices políticos (defendiendo al filósofo), quienes han fracasado al implementar la doctrina socialista y señalan la suelta lista de hombres que "traicionaron" el marxismo originario: Iósif Stalin, Mao Tse-Tung, Kim Il- sung, Fidel Castro Ruz o la enumeración de dictadores genocidas que son la representación tangible de la disparatada utopía, los hombres que llevaron a la praxis el "socialismo real". Algunos fanáticos llegan a defender a esta jauría de asesinos.

3) Resulta que el modelo nace como un engendro que se debió expresar en la Inglaterra de la revolución industrial. Pero, paradójicamente, ni es en la Inglaterra del siglo XIX, ni en la Alemania que ve surgir el nacionalsocialismo en el siglo XX donde germina la semilla. El desastre comienza al nacer, pues ocurre en las sociedades feudales y la idea contagia al campesinado donde el cimiento crece. Es imposible que este pensamiento sea extrapolable a cualquier sociedad. La realidad demostró una y otra vez que no es posible. Solo pretenderlo vendría a ser un disparate, porque, entre otras muchas razones, ningún país próspero que respete la vida de seres humanos y los derechos individuales sigue la tesis del pensamiento único. Marxismo y democracia son antípodas.

4) Cuando uno pide ejemplos de sociedades donde el marxismo se haya podido dar a pie juntillas, los marxistas terminan por aceptar que si bien es cierto que como socialistas impolutos no existen, por lo menos hay sociedades que llaman "de izquierda". Lo cual es un contrasentido, pues en ellas la propiedad privada y la empresa privada van de la mano con el aparato de gobierno en un híbrido que de marxismo nada tiene. Pero son "de izquierda", y tratan de fundamentar sus ideas en un alarde de malabarismo verbal. ¿Cómo entender con claridad lo cantinflesco?

5) Las expansiones militares de carácter criminal y "pseudoimperiales" de la antigua URSS son la máxima prueba del desastre marxista al ser llevado a la práctica, mas los seguidores de esta creencia justifican que el sistema "imperialista" de carácter totalitario que se ha dado en múltiples confines del planeta es una fase para lograr una mejor civilización. Alcanzar por esta vía el reale humanismus requiere mucha sangre de por medio. Es tremendista el ejercicio de tratar de justificar masacres en serie.

Marxista que se respete terminará por responder que esta corriente de pensamiento es factible. Pero cuando uno les pregunta: ¿Quién ha sido marxista realmente?, incluso responden: "Lo hemos sido Marx… y yo".

Aseguran y sustentan el fantasioso y anacrónico discurso, que hasta en el siglo XXI, al igual que el racismo y la homofobia, persisten en el imaginario de muchos seres humanos. La verdad es que el pensamiento marxista es uno de los más grandes desatinos de la historia de la civilización. Son millones los crímenes y los modos de sometimiento a los ciudadanos que se han considerado molestos para sus objetivos, así como los genocidios que llevan el sello de los rojos.

La razón de la imposibilidad del marxismo es obvia. Una utopía siempre será inviable, por mayor buena fe que pretenda mostrar. "U" (no) "topía" (lugar). El no lugar, el lugar que no existe. Ni existirá, por más tozudos que se comporten, quienes bajo el manto discursivo preconizan por un lado el humanismo y por otro practican la barbarie y las más elaboradas formas de crueldad.

@perezlopresti

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