Masacre entre Bogotá y La Calera

Como economista considero que no tienen la menor importancia el crecimiento del PIB, ni el comportamiento de la inflación, ni la tasa de desempleo, ni el déficit fiscal, si a mis vecinos los acribillan a sangre fría con tiros de gracia en el piso.

Pues esta matanza sucedió el pasado domingo, a las diez de la noche, en la vía que conecta a la capital del país con el municipio de La Calera por el sector de El Codito, cuando cuatro encapuchados y una mujer asesinaron a Bladimir Díaz, Giovanny Amaya y al menor Hugo Tapia, dejando heridas a otras tres personas. Trabajadores de la zona sin antecedentes penales, por lo que las autoridades hablan de masacre “circunstancial”, como si hubiera sido cuestión de mala suerte o del destino, pero no, es conocido por la Policía que a pocos metros se tiene un gran terreno que acopia arena, gravilla y otros materiales producto de minería ilegal que masacra los cerros orientales de Bogotá, la cual ha sido denunciada desde hace años a las autoridades del municipio de La Calera, a la Alcaldía Menor de Usaquén y a la CAR, quienes, cínicamente y prevaricando, no hacen nada efectivo para frenar tan pavorosa depredación ambiental.

El alcalde Petro no hizo mención a semejante crimen, como si el hecho de haberse llevado a cabo a trescientos metros fuera de su jurisdicción eximiera al Distrito de su responsabilidad por exportar delincuencia a municipios vecinos, que a cambio sí le suministran su valiosa agua, cada vez más amenazada por la explotación ilegal en esos cerros. Silencio cómplice replicado por todos los candidatos a la Alcaldía de Bogotá.

El Codito es un barrio de invasión que ha sido provisto con servicios públicos y rutas de SITP, con gran esfuerzo de inversión social por cuenta del presupuesto de todos los bogotanos; sin embargo, se sigue expandiendo ilegalmente ante las narices de las autoridades, por bandidos que lotean en horas y en sólo días levantan estructuras en concreto, al tiempo que conviven con quemaderos de basura, explotación de canteras ilegales, microtráfico de drogas y naciente sicariato.

Mi absoluto rechazo a que se sigan disfrazando y escondiendo, con cifras estadísticas, los verdaderos problemas de la gente y que las autoridades no hagan cumplir la ley.

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