Algunas disposiciones gubernamentales van en contravía de la sabiduría popular al ignorar la reflexión según la cual “la enfermedad no está en las sábanas”. No otra cosa es lo que se puede deducir de medidas como la del pico y placa, que pretende dar respuesta a la congestión del tránsito cuando apenas constituye un paliativo para enmascarar la ineficiencia del Estado al no afrontar esta realidad con decisiones de fondo. Similar calificación merecen también las restricciones al uso de motocicletas que han llevado a una presunción de delincuencia a sus usuarios.

En la misma dirección se pueden ubicar las determinaciones tomadas por estos días, orientadas a evitar desmanes en la celebración de los triunfos del seleccionado colombiano en la Copa Mundial de Fútbol, cuando se ha optado por la prohibición a la venta y consumo de licor en lugares públicos con el consecuente perjuicio a varios sectores comerciales, los cuales han sido condenados a pagar los platos rotos por las acciones vandálicas de unos desadaptados, ante la manifiesta incapacidad para ponerlos en cintura. Resulta inaceptable esta apelación a la represión policiva, a la reclusión de la gente de bien en sus casas, a impedir la libre circulación de vehículos, a obstaculizar en grado apreciable la actividad ciudadana, cuando lo que se intenta eludir es el frío registro de cifras escandalosas en los niveles de delincuencia o accidentabilidad.

Se configura así el contrasentido de muchos gobiernos locales que solo refleja ineficacia y evidencia la inmensa deuda del país con la educación ciudadana que, de este modo, pasa su particular cuenta de cobro. Sugiere la pérdida de dimensión de su alcance propositivo, al replegarse en el ademán de las soluciones, en las formalidades que apenas encubren los problemas y terminan por afectar a quienes no son responsables de la falta de planificación y proyección que acompaña las actuaciones oficiales.

Con este proceder se echa de menos una cultura cívica, una administración comprometida con lo público, un Estado previsivo y un ejercicio de la autoridad acorde con las situaciones que se pretenden solucionar.