Moscas y miel

Hace pocos días, el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Augusto Castro, tildó de "guerrerista" a un exjefe de Estado y, por inferencia, lo hizo con millones de colombianos que comparten no solo un enfoque contraterrorista sino el concepto político que ganó la primera vuelta, que es la genuina oposición actual en Colombia y que podría volver al poder nacional y local en cualquier momento. Horas más tarde, él entendió la verdadera dimensión de sus palabras y se disculpó con una inversión semántica consistente en que no había querido usar el calificativo de guerrerista sino el de "guerrero".
En ese sentido, él se lamenta de los operativos "fantásticos" de nuestras heroicas Fuerzas Armadas y encuentra una desconexión (que no existe ) entre el "diálogo" y la "fuerza", llegando al punto de recordar a Antonio María Claret con aquello de que "se cogen más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre” como si la miel bastase cuando de luchar contra el mal se trata. Dicho de otro modo, él parece olvidar que todo diálogo tiene límites, que no todos los diálogos son transparentes, que los criminales suelen instrumentalizar el diálogo y que la lucha contra el crimen no es el sello distintivo de los pendencieros sino la obligación legal y moral de todo gobernante, sea o no sea católico.

De hecho, es Su Santidad quien nos recuerda que "quienes viven en la deshonestidad y la violencia son adoradores del mal y este mal tiene que ser combatido", así que usar la fuerza legítima no solo es parte esencial de la vida democrática sino la razón de ser de la convivencia pacífica, de tal forma que ningún criminal se sienta autorizado a usar el diálogo como método de guerra ni se pueda condenar a los gobernantes por defender al ciudadano de las garras del terror.

En definitiva, si nos acogemos al Santo Padre y nos esforzamos cada día más para que nuestra Iglesia no sea un partido político, ni "una Ong", ni un ente "autorreferencial", ni una "aduana sacramental", ni "un negocio, proyecto empresarial, organización humanitaria o espectáculo", entenderemos mejor por qué Francisco se lamenta de haber sido "autoritario" cuando lo nombraron superior de los jesuitas en Argentina: "fue mucho más tarde que aprendí cuán necesario es ver lo que piensan los demás” (aunque no sean santistas, ni comulguen con las negociaciones de La Habana).

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