Mostrar la barbarie

No habían pasado 24 horas de la presentación en sociedad de los precandidatos presidenciales del uribismo y el acto de trascendental significación política fue eclipsado por un hecho que despertó un debate profundo: la publicación, en la cuenta de Twitter del presidente Uribe, de una cruda y escalofriante fotografía en la que aparecen dos miembros de la policía asesinados por el frente 59 de la banda narcoterrorista de las Farc.

Los enemigos del ex presidente, muy dados a criticar todo lo que él haga o deje de hacer, salieron airados a descalificar la publicación. Algunos medios de comunicación cayeron en el juego, alegando que mostrar la barbarie de los terroristas era violatorio de los derechos de las víctimas.

Gran equivocación. Los derechos de las víctimas se violan negando los hechos atroces; los derechos de las víctimas se menoscaban minimizando lo ocurrido, tapando el nivel de degradación al que han llegado los genocidas que bañan de sangre inocente el suelo patrio.

Uribe es un hombre inmensamente popular que no necesita utilizar una fotografía dolorosa para conseguir un voto o para ganarse el aprecio de un ciudadano. Como líder tiene el deber de denunciar con sus discursos, con sus intervenciones y por supuesto con imágenes, los desmanes de los actuales interlocutores del gobierno en la mesa de negociación de La Habana.

Callar, tapar, desconocer lo que las Farc le hacen a los miembros de la Fuerza Pública y a nuestros compatriotas que día a día pierden sus vidas, es un acto de cobardía y hasta de complicidad, máxime ahora que el gobierno pretende que el país olvide los crímenes de la guerrilla para viabilizar un proceso de paz con impunidad que se discute en el paraíso de la satrapía castrista.

Mientras el terrorismo siga haciendo de las suyas, los colombianos estamos en todo el derecho de conocer su accionar, de mostrárselo a nuestros hijos y al mundo, como en su momento se hizo con las imágenes de las salvajadas contra la humanidad del totalitarismo de comienzos del siglo XX. ¿Qué tal que por “decencia” se hubiera decidido no mostrar lo que pasó en Auschwitz, Treblinka, Mauthausen, Sachsenhausen? ¿O que por consideraciones absurdas no se nos diera a conocer que gracias al Gulag stalinista más de 20 millones de personas fueron matadas de física hambre?

Es doloroso. Compunge el alma y entristece el corazón que en Colombia haya unos sádicos capaces de hacer a nuestros policías eso que se ve en las fotografías dadas a conocer por el presidente Uribe. Pero la congoja no puede desahogarse airadamente en quien tiene el valor civil de mostrárnoslo, sino en los autores intelectuales y materiales de semejante absurdo.

Así que al margen de las controversias políticas, es obligación no solo de Uribe sino de todos aquellos colombianos que no comulgamos con las acciones de los terroristas, el mostrar todo cuanto ellos hacen contra la Patria y sus instituciones, pero sobre todo contra los colombianos; porque las víctimas tienen derecho a que el mundo entero conozca lo que en Colombia hace el terrorismo con el que “dialoga” el gobierno colombiano en cómodos salones cubanos.

COLOFON: Decía el ex presidente Uribe hace menos de 24 horas que el circo romano de la modernidad era la Cuba castrista de principios de los años sesentas. Después de lo que vimos hoy y trayendo eso a valor presente, se quedó corto Presidente.

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