Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices.

Edward R. Murrow (1908-1965) Comentarista y reportero estadounidense.

El lema de la Policía Nacional reza: “Dios y Patria” y la institución lo explica así: “DIOS Y PATRIA que sintetizan el lema Institucional y que son al mismo los dos más grandes valores, Dios: el amor perfecto, la generosidad absoluta, la justicia plena; y Patria: la tierra de nuestros antepasados; la tierra de la heredad; la tierra de nuestro arraigo y la tierra que nos pone en contacto con un presente que tenemos que asegurar y por un futuro que debemos conquistar cueste lo que cueste y por el cual estaremos dispuestos a morir…”

El tema es difícil porque una vez pasada la legítima reacción emocional y pasional contra el terrorismo, que todos compartimos, vienen los informes policiales, las versiones contradictorias, las posiciones políticas unánimes en contra de ese horror. Pero las decisiones y pedagogía contra ese mal, requieren también un análisis frío y objetivo del asunto porque el terrorismo es una cruel guerra sicológica contra la población que solo puede neutralizarse a partir del conocimiento de especialistas para que las leyes y acciones que se determinen estén basadas en un conocimiento profundo de ese mal. Intento aquí hacer un resumen básico del asunto.

En la obra clásica del Doctor Friedrich Hacker “Terror”, pág. 307, Editorial Plaza & Janes, 1975, leemos: “Esparciré el terror con la brusca aplicación de todos mis recursos. Se trata de provocar el shock repentino de una tremenda angustia moral. ¿Por qué habría de actuar de otro modo contra mis adversarios políticos? Esas llamadas crueldades me evitan cientos de miles de actos individuales contra revoltosos y descontentos. Antes de hacer uno contra nosotros lo pensarán mejor cuando sepan lo que les espera.” Hermann Rauschning, Gespräche mit Hitler (Hitler me dijo).

En la cita anterior conocemos de primera mano, de parte de un terrorista profesional, jefe de estado, el uso plenamente consciente del terrorismo y su mejor definición: Se trata de provocar el shock repentino de una tremenda angustia moral. Sin embargo el enfoque político de esa estrategia ha impedido estudiar la causa auténtica de esa vieja, conocida y atroz motivación humana, pues en los análisis posteriores de una tragedia como la de la Escuela General Santander, cuando se busca en la sociedad la unión decidida contra el terrorismo, como un mal similar al cáncer, en secreto muchos se preguntan: ¿De quién es en verdad la culpa? ¿Cómo sucedió en realidad? (Al conocer las diferentes versiones mediáticas) ¿Cuáles son los verdaderos motivos, raíces, causas auténticas y efectos de estos sucesos? ¿Dónde estuvo el fallo, la omisión? ¿Qué hubieran hecho ustedes? ¿Cuál es el mensaje para el gobierno Duque, la policía y la sociedad? Y otros abiertamente y de manera hipócrita apoyan a los terroristas con sus reclamos al presidente. Todas estas reacciones son la parte prevista de la guerra sicológica del terrorismo: dividir a la sociedad, confundiéndola; es decir, crear otro tipo de polarización.

Una de las hipótesis no resueltas del atentado es si fue un suicidio al estilo kamikaze, o un golpe terrorista sin riesgo para los autores intelectuales reales. El ‘no riesgo’ para esas personas está previsto desde hace tiempo, porque se ha venido trabajando en el imaginario colombiano la ‘legitimidad de la lucha armada’ por todos medios. Ese es el origen de los cuestionamientos secretos arriba mencionados y del apoyo abierto a grupos terroristas como las Farc y el ELN.

¿Cómo entiende el terrorista la ‘legitimidad’ de su actuación aprovechando un defecto generalizado del raciocinio en la moderna teoría de la agresión? Usted ha oído la frase ‘los actores del conflicto’; ¿pero conoce usted un análisis de esa frase y lo que implica? El terrorista considera que su acción no es agresiva contra la sociedad mientras no se pruebe que existe un propósito de destrucción física directa contra ella; de ahí que la afectación de una escuelita al lado de una estación de policía sea considerado ‘un daño colateral’. Por eso la aceptada noción de ‘los actores del conflicto’ nos dice que la teoría de la agresión es válida solo entre policías y soldados contra guerrilleros, terroristas, paramilitares y bacrim.

A su vez el ELN intenta desorientar a la opinión pública desinformada diciendo que el acto terrorista fue un acto lícito dentro de las leyes de la guerra. No lo fue. Porque el “CONVENIO INTERNACIONAL PARA LA REPRESIÓN DE LOS ATENTADOS TERRORISTAS COMETIDOS CON BOMBAS, adoptado por la Asamblea de las Naciones Unidas en su Resolución 52/164 de 15 de diciembre de 1997 y abierta a la firma, ratificación y adhesión el 12 de enero de 1998 con entrada en vigor el 23 de mayo del 2001, dice:

“Comete delito en el sentido del presente convenio quien ilícita e intencionalmente entrega, coloca, arroja, o detona un artefacto o sustancia explosiva u otro artefacto mortífero en contra de un lugar de uso público, una instalación pública O DE GOBIERNO, una red de transporte público o una instalación de infraestructura con el propósito de causar la muerte o graves lesiones corporales o con el propósito de causar una destrucción significativa de ese lugar, instalación o red que produzca o pueda producir un gran perjuicio económico,” etc. Además, los imbéciles ‘consejeros’ del ELN afectaron civiles dentro de las instalaciones de la Escuela y en los alrededores. Pero como nos hemos acostumbrado al terrorismo contra infraestructura, como lo determina el Convenio citado, fácilmente nos meten los dedos en la boca.

Ahora bien, una gran parte de la opinión engañada ha asumido esa interpretación como correcta, por lo que el daño moral, ético, generacional, sicológico, ambiental, político, no se considera válido como efecto del terrorismo sobre la sociedad. Por ese motivo una acción terrorista se vuelve discutible y manipulable. De ahí que, un acto que hubiera conmocionado a un país europeo o a los EE.UU con un carro bomba que entrara a una institución gubernamental, en un país en conflicto con terroristas, aquí en Colombia ese hecho todavía no sacude la conciencia social de seguridad, DE TODOS, como hubiera ocurrido en esos países. Con esa fisura en el raciocinio social, la suspensión de la agresión militar por parte de los terroristas es la justificación para el no reconocimiento del daño sutil, abierto, letal y permanente del terrorismo sobre la sociedad con su capacidad de ‘shock moral repentino’ que puede producirse de múltiples maneras, como la voladura de un oleoducto. Eso es lo que significa la amenaza de Iván Márquez: “dejar las armas fue un error” que lanza sin ningún remordimiento y muchos acogen; o el que la presencia ‘legal’ de los terroristas en el congreso, signifique solo una incomodidad política y no un peligro para la seguridad en vista de toda la información sensible que se puede recabar en el Legislativo.

Por otra parte, la concepción anterior de la agresión, por parte de los terroristas, no considera las motivaciones inconscientes nacidas de la propaganda política del odio justificado de clase; o del éxito político ‘como sea’, mediante la calumnia, el chantaje, la extorsión, etc. Y aunque, por hechos concretos, pueda buscarse la justificación de la agresión contra la policía, el gobierno, o cualquier futuro objetivo político o estatal, su justificación ética y moral será siempre mentirosa. Además, ¿no son acaso el narcotráfico, el reclutamiento forzado, la destrucción del ecosistema, la violación y el aborto forzado, la corrupción promovida para la cooptación del estado y muchos otros delitos, una agresión permanente contra la sociedad? Por todo lo anterior se necesita esconder el lado oscuro de la ‘revolución’ y construir el mascarón de ‘un ideal revolucionario’. Hoy se hace con la argumentación periodística, mediática y académica en los principales órganos de difusión y las redes; no hace muchos años nuestros ingenuos jóvenes cantaban “Comandante Che Guevara” y decían del asesino: Aprendimos a quererte / desde la histórica altura /donde el sol de tu bravura / le puso cerco a la muerte. Aquí se queda la clara, / la entrañable transparencia / de tu querida presencia, / comandante Che Guevara. Tu amor revolucionario te conduce a nueva empresa, / donde esperan la firmeza / de tu brazo libertario.” Etc.

Aunque el terrorista y asesino Guevara luchaba por la libertad de las mujeres y hombres, no titubeaba cuando, según su personal criterio, debía matar a alguien. La teoría de la “fría máquina de matar” de la que habló en su “Mensaje a la Tricontinental” la aplicó tras la caída del régimen de Fulgencio Batista, cuando organizó ejecuciones al frente de la prisión de La Cabaña, que se estiman entre 55 y 105, al menos las que gestionó de manera directa. Y en carta dirigida a su padre y refiriéndose a esas ejecuciones decía: “Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubría que me gusta matar.”(Leer: El lado controversial y oscuro del mito Che Guevara y 10 frases (no tan grandiosas) del Che Guevara)

Así, la anatomía del terror colombiano puede ser diferente de la que vemos en el medio oriente, por ejemplo, ejercida por terroristas, servicios secretos, espontáneos, organizaciones, ‘luchadores de la libertad’, etc., en la que hay motivaciones nacionalistas, étnicas, religiosas Pero los terroristas siempre justificarán sus acciones o actuarán con razones o fines políticos, como estrategias de dominación, debido a condiciones sicopatológicas, criminales; o por razones personales de enriquecimiento.

Por otra parte, en el terror organizado, como puede ser el del ELN, especializado en poner bombas, los promotores, apologistas, directivos, están completamente separados de los ejecutores; pero todos ellos son los originadores del terror por lo que les cabe responsabilidad.

Y esto se esclarece con la teoría de Claus Roxin sobre el dominio de la voluntadpor medio del terror, en aparatos organizados de poder, que permitió atribuir responsabilidad penal, en calidad de autores, a los altos mandos que dirigen las organizaciones criminales, incluso a pesar de que estos no hubieran participado directamente en los actos ilícitos. Es por esta teoría que muchos de los líderes nazis pudieron ser condenados como autores del delito y no solo como cómplices. Eso es lo que lleva a la Fiscalía a declarar al COCE del ELN responsable de lo ocurrido en la Escuela General Santander.

Otro ejemplo de terrorismo aceptado y tolerado, es la unidad de criterio de las Farc para que la voluntad del Secretariado fluyera dentro de sus tropas mediante el terror, con la estrategia inventada por Hitler, arriba mencionada, y que convertía al ejército alemán en una explícita organización criminal, cosa que no ocurre con nuestras Fuerzas Armadas. Estas están regidas por la constitución, las leyes y una doctrina militar sujeta a escrutinio público, no al capricho de un dictador. Y si quieren saber cómo el mismo cáncer del terror carcomió al ELN desde hace años, no es sino leer “La guerrilla por dentro” de Jaime Arenas, uno de sus organizadores y quien murió acribillado en Bogotá por sus ‘compañeros’ el 28 de marzo de 1971. Por lo que me pregunto: ¿Cuál es el grado de pericia en el conocimiento y aplicación de la doctrina militar y el actuar terrorista de la guerrilla por parte de los jueces civiles que juzgan a nuestros soldados y oficiales? Ese letal “desconocimiento” y su injusta aplicación es el resultado del terrorismo amparado en una ideología política infiltrada en el sistema judicial.

Por eso a la sociedad colombiana que ignora la teoría planteada por Claus Roxin es muy fácil embolatarla sobre la responsabilidad de la cúpula militar de un grupo terrorista, porque el ELN siempre alegará que la ‘dispersión’ de la organización no les permite conocer todo su accionar. De ahí que aprovechen ese engaño para actuar como bandoleros o para fungir de organización política cuando les conviene; pues la estrategia inventada por Hitler, arriba mencionada, y que convertía al ejército alemán en una explícita organización criminal, les permite actuar como quieren, cuando quieren, sin restricción alguna debido al terror.

No olvidemos, además, que para los terroristas las víctimas no son seres humanos, sino medios para un fin; por eso no tienen compasión, ni les afectan las marchas de protesta, ni las manifestaciones de repudio; porque las víctimas y el impacto social que ello produce son herramientas para sus fines perversos, ya que el objeto real de los terroristas no son esas víctimas, sino la opinión pública: la propia población sojuzgada por el terror, el gobierno del momento, el de otros países o el mundo que son coaccionados por el terror como herramienta de intimidación. ¿Acaso el ataque a las Torres Gemelas no se sintió como un horror contra el mundo civilizado? Pregunto entonces: ¿Se apoyó internacionalmente a Colombia para conseguir la paz, o para evitar el sentimiento de intimidación del terror? Por eso los EE.UU. no negocian con terroristas porque los conocen muy bien en su fase criminal o cuando se les legitima al dárseles condición de negociadores.

¿Cuál es la estrategia dominadora del terror, la que le ha permitido obtener todas sus ventajas de los gobiernos sin disparar un tiro? Hay dos tipos de seguridad; la que es el resultado de confrontar militarmente y eliminar el terrorismo que los detractores de Uribe estúpidamente llaman guerrerismo; y aquella que nace del anonimato, del no inmiscuirse, en donde la gente no quiere saber nada de los resultados del terrorismo e invocan el amor, la paz, la fraternidad; es decir el ‘pacifismo’ indiscriminado. La lección histórica de esa actitud errónea sobre el terrorismo la vemos con Chamberlain , primer ministro del Reino Unido entre el 28 de mayo de 1937 y el 10 de mayo de 1940, famoso por su política de apaciguamiento con Hitler que no logró calmarlo. Por eso Churchill le predijo:“Quien se humilla para evitar la guerra, se queda con la humillación y con la guerra.”

Por todo lo anterior los camaradas se han vuelto expertos en hablar de la paz; de ser los mejores pacifistas cuando no están en el poder. Pero en la sicología depredadora de los terroristas la paz se percibe como mimetización del miedo; en Colombia el camuflaje protector contra los terroristas se llamó reciente e ingenuamente ‘amigo de la paz. ’Y ellos lo saben. Por eso Fidel Castro, un miserable dictador terrorista, recibió el Premio Lenin de la Paz en 1961.¿Y no le llama a usted la atención, amable lector, que Hitler, Stalin, Mussolini hayan sido nominados para el Premio Nobel de la Paz? ¿Y por qué los colombianos premiados con el Premio Lenin de la Paz, como Baldomero Sanín Cano en 1954,Jorge Zalamea en 1967 y Luis Vidales en 1983, no los recuerdan? ¿Y por qué dejó de concederse ese premio? Por su origen e intención y porque se convencieron de su inutilidad e hipocresía política, al querer contrarrestar el ‘premio burgués’ de Nobel de Paz para utilizarlo como influencia política del comunismo.

Así en la década del 50 se entregaron 61 Premios Stalin de la Paz entre los pueblos y, con posterioridad a la DESESTALINIZACIÓN, las medallitas se convirtieron en Premios Lenin de la Paz entre los pueblos. En la década del 60, se entregaron 46 medallitas. En los 70 se repartieron 32. En los 80 fueron 19. Y en 1990 se concedió el último ‘galardón’ a Nelson Mandela quien no lo recibió sino hasta el 2002. Pero el mundo pensante no se tragó el cuento de un ‘premio de paz’ otorgado por dictadores asesinos y terroristas. Fuente: El premio Lenin de Paz.

Lo anterior me dice que la ‘famosa paz’ puede ser manipulada; porque la verdadera, la que no es famosa, ha sido ocultada. (Juan 14:27 dice: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.) De ahí que cuando pasan ocho años y a los terroristas se les han minimizado sus abusos por parte de los medios, o la costumbre, nos sorprendemos cuando el presidente Duque despliega la realidad con el número de atentados terroristas contra el oleoducto, los secuestros, asesinatos y otras barbaridades del ELN.

Así, cuando se les dan todas las ventajas para ‘dialogar’, se suspenden órdenes de captura, se llega a pensar que la semilla del terrorismo ha desaparecido y que es fácil lograr la paz con ellos. Esa ignorancia real o fingida, esa actitud de que eso no va conmigo que se llama alergia a la política, se vuelve contra nosotros al darnos cuenta que no ha servido de nada cuando nos explotan un carro bomba en el centro de nuestros corazones. Igual pasó con Hitler y le costó al mundo 60 millones de muertos. Una de mis hijas me dijo: “Papi, cuando oí lo del carro bomba, sentí un corrientazo en la columna y fue como si volviera una pesadilla olvidada.” Ahí es cuando el terror impone un sentimiento de culpabilidad colectiva que nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué hemos sido tan pendejos al creerle a esos miserables asesinos y terroristas y hasta haber peleado por ellos en un estúpido respaldo político?

Puesto que los practicantes del terror están inmunizados pueden entregar al amigo o hasta su propia madre cuando se sienten amenazados; esa es la razón profunda de la desmovilización; de igual forma puede ocurrirles a las víctimas por la razón contraria; la sociedad se desmoviliza de ir contra el terrorismo por el apego normal a la vida y la tranquilidad.

¿Y cómo perpetúa el terror su influencia desestabilizadora? Siempre tiene que estar produciendo un hecho, simularlo, divulgar mentiras, enredar, perseguir al burgués que los combate, al rico que odian, etc., para que los bobos de la ‘liberación’ crean que son insustituibles. Los elementos corrompidos que el terror debe utilizar profusamente son: los delatores, espías, soplones, aduladores, colaboradores, milicias. Desde sus cajas de resonancia difunden sus informaciones o noticias tamizadas, exageradas, falseadas, solo hablan de éxitos y disimulan o callan los estruendosos fracasos que ocultan a sus bobalicones seguidores. Se imaginan que interpretan la voluntad del pueblo, pero ¡Oh sorpresa! cuando las urnas les dicen lo contrario, nadie dice o interpreta nada, quedando solo la noticia de que perdieron porque el mundo, como negocio, debe ser noticia pasajera.

Para resumir el significado del terror no es sino que usted PIENSE en lo que fue la GUERRA FRÍA. Fue vivir en Europa, permanentemente, bajo el miedo de una conflagración nuclear; es decir, terrorismo puro ejercido por dos estados: EE. UU y la URSS. Eso sembró la pauta de que con los poderosos poseedores de armas nucleares no se juega. Por eso Kim Jong-un y Trump, enemigos políticos, andan de amigos y van para su segunda cumbre. ¿En dónde quedan entonces las lealtades políticas por las que medio mundo se mata contra la otra mitad? Como resultado tenemos entonces el existencialismo rampante: vivamos y comamos que mañana moriremos; ¿Para qué traer hijos a este cochino mundo? ¿Resultado? Crecimiento negativo de la población europea; mercenarismo político del todo vale; división del mundo entre poderosos y estúpidos; todo me importa un carajo, armamentismo desaforado como negocio, etc.; es decir, la nueva edad media ilustrada y sin principios como resultado del terror.

Siendo que el terror tiene publicidad garantizada en todo el mundo para su propaganda política y manipulación de la opinión, la gente ha sido llevada a pensar: ¿Existe hoy algún medio eficaz contra ese mal pese a que este se autodefine como el único medio para combatirlo y prevenirlo? O ¿Tendremos que acomodarnos al terror y aceptarlo como algo inevitable? No. No debemos aceptar ninguna de las dos partes del falso dilema. Más bien debemos levantarnos contra la moderna convicción pesimista de la ineficacia del espíritu, la razón, la moral y la fe, creada por el propio terror para presentarse como la fuerza irresistible e insustituible para el cambio político. El terror prospera cuando el espíritu crítico está dispuesto a abdicar en favor de un oceánico sentimiento de fraternidad; cuando la frustración provocada por la debilidad que induce el terrorismo se refugia en una ineficaz proclama de paz que es lo que precisamente quiere el terrorista para seguir medrando bajo la incomprensión de su perversa estrategia para que el mundo tenga que contar con ellos y lo que exigen.

Los resultados de pretender ‘dialogar’ con terroristas están a la vista. Por lo que digo frente al terrorismo: Unidad crítica y hechos eficaces contra ese mal. Y lo ilustro con el siguiente raciocinio. No existe un cáncer de derecha o izquierda, existe el cáncer. Frente a él solo debe existir la ciencia para acabarlo porque es malo. Y ese mal viene de una mente que dice y ordena: “Se trata de provocar el shock repentino de una tremenda angustia moral.” Ese mal es, simbólicamente hablando, la reencarnación de Hitler, es decir, el demonio. Por eso hay que combatirlo con Dios y las armas. ¿Y qué le decimos al creyente que labora en la policía y a los de la sociedad civil?

Debe asumir la ‘armadura de Dios’ sin dejar de combatir el mal en el plano físico: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la VERDAD, y vestidos con la coraza de JUSTICIA, y calzados los pies con el apresto del EVANGELIO DE LA PAZ. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” (Efesios 6:13-17). Pero entendamos que el EVANGELIO DE LA PAZ es una forma de vida y convivencia basada en Cristo, no una proclama política.

Pero también Dios llora con nosotros. Cuando Dios tomó la forma de hombre y vino como Jesús para vivir en esta tierra entre nosotros, lloró por sí mismo y nosotros en Getsemaní; lo consoló el ángel San Leutiquy el en su desesperación; lloró con las hermanas de Lázaro, se conmovió y lo resucitó. Así que nuestras lágrimas sinceras por nuestra patria y nuestros errores no son inútiles. Dios nos conoce y vendrá en nuestro auxilio y en el de la patria, en el momento adecuado, de manera natural o milagrosa y dentro de lo justo. Por ello nuestros jóvenes héroes están en la gloria de Dios porque “Dulce et decorum est pro patria mori” Dulce y honorable es morir por la patria. Por eso el lema de la Policía dice: Dios y Patria.

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