Ni con fraude Santos logra reelección

Sin estar oficializados los resultados electorales del pasado 9 de Marzo, el debate político se ha centrado inicialmente en la proyección de dichas cifras en las candidaturas presidenciales y en el descarado fraude que las enlodó. Pero lo que no se puede perder de vista es que el más castigado, por su transfuguismo, fue el partido de la U, bastión de la llamada “Unidad Nacional” tal como lo confirma la comparación con los datos de las elecciones del 2010.

El partido de Santos descendió de 28 a 21 Senadores. Los Conservadores pasaron de 22 a 19. Los de oposición y minoritarios también mermaron sus fuerzas. El Polo y los Verdes pasaron de 8 a 5, y Opción Ciudadana -Antiguo PIN – de 9 a 5. El MIRA solo tuvo representación en la Cámara. A excepción de Cambio Radical y los Liberales que mantuvieron su representación, gracias a las mieles del poder, todos los demás redujeron su vocería senatorial, espacio en donde se concentró la disputa parlamentaria.

El naciente Centro Democrático, a quien los adversarios le calculaban 10 Senadores al igual que el Partido Conservador, obtuvo 19. Con el reconocimiento de la Registraduría al día siguiente del “preconteo”, de que faltaba contabilizar votos a favor del CD, se procuró ocultar las trapisondas montadas a favor del partido de la U desde antes de las elecciones. El propósito: impedir que el CD aventajara en votos al partido del Presidente con un fraude que ha provocado airadas protestas para evitar que se repita en las presidenciales.

Comentario aparte merece la consulta de los Verdes. Cuando Peñaloza fue candidato en las pasadas elecciones para la Alcaldía de Bogotá, con el respaldo del uribismo, la “Unidad Nacional” santista promovió a los tres mosqueteros (Galán, Luna y Parod ) para disminuirle caudal electoral entre los votos de opinión que tradicionalmente existen en Bogotá, particularmente los de la juventud. Esta jugada permitió abrirle el camino al candidato del socialismo, quien con solo el 32% de la votación capitalina llegó al palacio de Liévano. Y cuánto se hizo desde algunos tramados del poder para evitar su tardía destitución, la cual servirá para incentivar la discusión sobre las reformas democráticas que demandan algunas ramas del poder público y el camino para conseguirlo.

Ahora, para las presidenciales, con el propósito de atravesarse a la aspiración de del Centro Democrático, han decidido catapultar desde todos los ángulos a Peñaloza, para lo cual utilizaron la consulta abierta de los Verdes. La copiosa votación por su candidatura presidencial, como hubiera sido lógico, no se reflejó en los votos al Congreso para la lista de dicho movimiento.

Existen globos que se pueden inflar, y ante una opinión que no quiere la reelección de Santos, bastante trabajo puede costar desinflarlos. Qué bueno será para la democracia conocer en este debate presidencial, sin ambigüedades ni cálculos oportunistas, la posición del peñalozismo sobre los programas que demanda la defensa de la soberanía nacional para beneficio de los colombianos. Están en juego políticas de suma trascendencia para impedir que desde el exterior y algunos poderes internos, al servicio de las minorías violentas, se menoscaben instituciones que sostienen la democracia.

A lo anterior se debe agregar que los jugadores de póker del santismo tienen una carta embolatada, y se les está acabando el tiempo para encontrarla: la candidatura del Partido Conservador. El pasado 9 de Marzo, las votaciones refrendaron una significativa fuerza que le dio a Marta Lucía Ramírez la razón para que su partido presentara candidato propio, superando, con el respaldo de sus bases, a la maquinaria engrasada de  mermelada que se mantiene en la “Unidad Nacional”. Ahora el santismo no sabe si legalizar o ilegalizar esta candidatura. Si lo primero, disminuyen el caudal a favor de la reelección para la primera vuelta. Si lo segundo, aumentan las fuerzas para la candidatura del CD.

Por lo mismo, entrado en calor el debate programático para las presidenciales, la táctica electorera de los “pacifistas” los enreda en sus propias maniobras. Ni el fraude, ni el proselitismo armado, ni las encuestas amañadas, ni la demagogia populista, pueden ocultar el sentimiento del pueblo colombiano contra la reelección. Desde el 4 de febrero del 2008, cuando los colombianos clamamos indignados: "No más secuestros, no más mentiras, no más muertes, no más Farc", reiteramos la decisión de continuar la lucha para evitar que el país se volviera a caguanizar, como lo pretenden los negociadores de La Habana y sus voceros en el Congreso de la República.

Al montarnos en las locomotoras de Santos en el 2010, no sospechamos que era una invitación a descarriar el avance que traía el país de manera sostenida, en todos los órdenes, gracias a la política de la Seguridad Democrática. Ahora, cuando nos sumamos a las manifestaciones de descontento de minorías etnicas, desempleados, estudiantes, trabajadores del campo y la ciudad, empresarios, empleados públicos, Fuerzas Armadas, demandamos una gobierno que ponga la patria al servicio de quienes nos equivocamos votando por el “¡Bienvenidos al Progreso!” de Santos. Un gobierno que le dé un revolcón a la situación actual.

De los resultados el 9 de Marzo a favor de las fuerzas que se oponen a la reelección, podemos concluir que solo un “chocorazo”, mayor al propinado a Gustavo Rojas Pinilla en el año de 1.970, podría garantizarle a Santos la reelección.

Recordemos lo que clamaba Santos en la campaña del el 2010 para ganarse el cariño del uribismo: “Si enterramos su legado nos arriesgamos a retroceder”. Cuatro años después declaramos  los colombianos: ¡si reelegimos a Santos le entregamos el país a las minorías violentas!. Los primeros resultados de las encuestas para la presidencia no pueden ocultar el querer de los ciudadanos. Ante la voluntad popular no hay artimaña que valga. ¡A derrotar el populismo narcoterrorista votando por Oscar Iván Zuluaga!

Miembro del CPPC

Marzo,19 de 2014

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