Ni rápido ni mal

“La velocidad no se logra siguiendo el camino más corto, sino el mejor”. Del libro “Ideas sobre Estrategia General y Táctica Atómica” (1957) del General Juan Cano Hevia.

El resultado del plebiscito es una de las mejores oportunidades que le han dado a Colombia. El país se salvó de montarse en un avión mal hecho con rumbo a la catástrofe, diseñado para que al poco tiempo cayera sobre todos.

Pero las oportunidades no son para hacer fiesta sino para trabajar más, mejor y corregir los errores. Tenemos un reto que exigirá la participación de “TODOS”, no solamente de quienes votamos NO, como gritan algunos que amenazan con mentiras y culpan a quienes no aprobaron el acuerdo de que la economía colapsará y que el cartel narcoterrorista se “molestará” y volverá a hacer lo que nunca ha dejado de hacer, como si los delitos no fueran culpa de quienes los cometen y de nadie más.

El resultado del 2 es aire fresco. Que luego de décadas en las que los colombianos han visto que la ley no se cumple sino excepcionalmente y la operatividad de la justicia es lo más subdesarrollado que tenemos, que después de todo esto los colombianos no se hayan resignado ni estén dispuestos a aceptar la impunidad ni premiar al delincuente, “eso es un activo valiosísimo del cual podemos y tenemos que hacer TODOS un país mejor”.

Que después de décadas en las que los colombianos han visto que a la política no llegan siempre los mejores y hay muchos bandidos que se roban el país disfrazados de demócratas, que después de todo esto los colombianos no se hayan resignado ni estén dispuestos a aceptar que criminales narcotraficantes se conviertan en congresistas automáticamente por el único “mérito” de haber matado, violado y torturado, “eso es un activo valiosísimo del cual podemos y tenemos que hacer TODOS un país mejor”.

El resultado del plebiscito dejó claro que este no es un país fallido ni de pacotilla, sino con estándares de democracia y justicia más altos de lo que muchos de la mal llamada “comunidad internacional”, querían hacernos creer que debíamos resignarnos a no tener. Pues van a tener que aprender a respetarnos.

Tenemos que hacer las cosas bien, para poder confeccionar las múltiples reformas aplazadas, independiente de “egos”, “personajes” y del “conflicto”; y sin afán, como reclaman quienes se demoraron años haciendo un pésimo acuerdo, y no “malinterpretado” como dice con soberbia De la Calle, y ahora exigen que súbitamente se rehaga todo. Hay que hacer un acuerdo viable, no “maquillar” el rechazado. Un acuerdo de paz y no de apaciguamiento, que no legalice y premie el delito, que no implique retorcer la Constitución, ni crear un Estado paralelo y un sistema judicial al agrado y beneficio de los delincuentes, porque el objetivo de la sociedad no es darle gusto a quienes atentan contra ella.

Quien perdió no fue la paz sino las Farc. O bien o nada.

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