No a los acuerdos de Santos

En esta nota me referiré a algunas de las razones por las cuales rechazo los Acuerdos de La Habana. Estimo que todo el problema partió de la impublicable “cartica secreta” que firmaron entre Enrique Santos y las Farc en La Habana, en la cual se comprometió “Enriquito” a concederles a las Farc el oro y el moro, soslayando la coexistencia de otros actores en el conflicto armado como el ELN y demás bandas criminales, sin las cuales no pueden pactarse ceses bilaterales efectivos del fuego.

Como es sabido, las Farc se convencieron, al observar los triunfos de los partidos socialistas en los países vecinos, que tras cincuenta años de su guerra, nunca llegarían a tomarse el poder. Que su lucha por los ideales sociales de sus primeros años se les había convertido en un narcoterrorismo rechazado por el 97% de los colombianos.

Así las cosas, optaron las Farc por llegar al poder participando en la contienda política por la vía de un partido socialista en apariencia, comunista en la realidad. “Juanpa y Enriquito” les están abriendo tal vía vulnerando nuestro Estado de Derecho, al pretender incluir en la Constitución más de 200 páginas con las peligrosas capitulaciones del Acuerdo Final o Especial, el cual será elevado luego al rango de tratado supranacional, “supuestamente inmodificable” durante los siglos venideros.

Más motivos de rechazo. Los Acuerdos publicados les prohíben, a los partidos políticos tradicionales, en las zonas de reserva campesina, presentar sus candidatos en las elecciones para competir con los candidatos únicos presentados por las Farc.

La Jurisdicción Especial para la Paz autoriza hoy a Santos y a las Farc para nombrar jueces que seguramente van a preferir encarcelar tanto a sus enemigos como a sus opositores. En Colombia no existe hoy una Justicia recta y respetable.

Con el Acto Especial para la Paz le permitió nuestro nefasto Congreso al insidioso del presidente Santos dictar leyes e introducirles reformas a la Constitución para asegurarse de que se cumpla todo lo pactado en el Acuerdo Final o Especial y sin tener en cuenta la opinión de la ciudadanía. Con estas leyes habilitantes para legislar, resulta innecesario el plebiscito de Santos. El voto de los menores de edad será parte de la inútil farsa.

El reprobable secuestro de la periodista Salud Hernández y de los periodistas de RCN ha servido para demostrar que a la fecha en zonas ya gobernadas por las Farc como lo son: el Catatumbo, el Nudo del Paramillo y algunas más, no pueden ingresar nuestras Fuerzas Armadas. La paz de Santos polarizó y fraccionó a Colombia.

Más concesiones, en el Acuerdo Final o Especial se pactó donarles a las Farc un canal de televisión y estaciones de radio con cobertura nacional. En las zonas de dictadura de las Farc se crearán numerosas instituciones atípicas para adoctrinar, acrecentar el mar de coca en que navega el país y, por último, para financiar la compra de votos entre los campesinos que esclavizarán.

Obstáculo final. Sobresale la pobreza del país como realidad no menos grave que las capitulaciones anteriores para reforzar el NO creer en los Acuerdos de La Habana. Harto imposible dedicar algo así como el 3% del PIB por año que añoran las Farc. Estimo que hasta el 1% del PIB nos resultará demasiado elevado.

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