No en el 2014

Las Farc son conscientes de que la situación de Santos es su principal ventaja estratégica.

Más se demoró Santos en advertir a las Farc que no jugaran con la paciencia de los colombianos que ‘Timochenko’ en responder que no creía que la paz se firmara este año. El silencio de Santos demostró quién tiene la iniciativa en los diálogos.

Lo irónico es que la fuerza que han tomado las Farc en el proceso no se debe al tamaño de la población que representan políticamente ni a su situación militar. Su capacidad en ambos campos es más bien precaria. Es en otro aspecto en que yace su fortaleza: en la situación política por la que atraviesa el Gobierno.

La paz se convirtió para Santos en algo más que en una apuesta necesaria para el país. Es el referente con que en el largo plazo van a medir su gestión presidencial. No importa su desempeño en otros temas. Si finalmente se adjudican las autopistas, se reforma el sistema de salud o enseñan inglés en las escuelas públicas. A Santos le va bien si firma la paz; si no, pasará a la historia como un mandato frustrado. Esta situación no es inédita. Igual le pasó a Pastrana en el Caguán. Pararse de la mesa tuvo unos costos políticos enormes. De seguro el país no recordaría su presidencia como una gestión tan mediocre si finalmente el proceso hubiera tenido éxito.

Las Farc son conscientes de que la situación de Santos es su principal ventaja estratégica. Pueden pedir más de lo que su actual fuerza política y militar les permitiría exigir como concesiones razonables del Gobierno. Además, para sacar el mayor provecho posible de esta ventaja estratégica, las Farc van a extender hasta cuando puedan la negociación. Saben que cuanto más se acerque al final del segundo mandato de Santos, más tendrá que ceder si quiere pasar a la historia como el presidente que firmó la paz en Colombia.

No tienen apremios. Sus principales líderes no la pasan mal en La Habana. De seguro los problemas de seguridad de ‘Timochenko’ en Venezuela tampoco son graves. Quienes cargan sobre sus hombros la crudeza de la guerra son otros, los mandos medios y los guerrilleros rasos. Y ellos no tienen voz en el proceso.

Santos, en cambio, si algo tiene es prisa por que la negociación acabe. Así conceda más de lo que inicialmente había presupuestado y prometido al país, la euforia de unas Farc desmovilizadas anularía la presión de la oposición uribista, que es casi la mitad de la población.

Pero el final no se ve cerca. Al menos no en el 2014 y quizá tampoco en el 2015.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar