No más Eln

No quisieron la paz. Siempre han optado por los actos criminales, por la destrucción y por el engaño. Colombia no cierra las puertas a la paz pero tampoco entrega la institucionalidad.

El fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, y el ministro de Defensa Nacional, Guillermo Botero Nieto, confirmaron ayer que las investigaciones preliminares llevan a concluir con certeza que el atentado perpetrado en la Escuela de la Policía General Santander, en Bogotá, fue ordenado, planeado y ejecutado por el Ejército de Liberación Nacional, Eln. El ministro Botero afirmó que era un atentado que llevaba más de 10 meses preparándose. El presidente Duque ratificó esa atribución en su alocución de anoche.

La cifra de víctimas mortales asciende a 21, y la de heridos a 68. El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, anunció que los responsables de este ataque, en el que murió una cadete de la Policía de Ecuador, deberán rendir cuentas ante la justicia de su país.

La Fiscalía está aplicándose a fondo para desentrañar el modus operandi criminal para el acto terrorista. Las Fuerzas Armadas y la Policía coadyuvan en la medida del alcance de sus competencias legales.

Los cabecillas del Eln seguramente saben que, desde el punto de vista de la eficacia investigativa y de las destrezas criminalísticas de los investigadores judiciales, además de la presencia masiva de cámaras de seguridad, atentar en una instalación policial y en una ciudad capital como Bogotá, hacen prácticamente imposible que no sean descubiertos más pronto que tarde. Pero seguramente confían en que un eventual proceso de paz lave sus crímenes, como sucedió recientemente con las Farc. De hecho, las Farc asesinaron militares y policías durante el proceso de La Habana (recuérdese la masacre de Buenos Aires, Cauca, en abril de 2015) y la negociación con el Gobierno Santos siguió adelante.

Por eso el Eln presiona con ataques de diversa naturaleza. Con terrorismo dice querer la reconciliación. Ayer, el alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, cifró en más de 400 los actos criminales cometidos por el Eln desde que inició el proceso de diálogos. Entre ellos, 16 secuestros. La condición del Gobierno, que cesen los secuestros y liberen a todos los que están en su poder, ha seguido vigente. El Eln la ha ignorado.

Voluntad de paz del Eln no hay. Lo ratificó anoche el presidente de la República. Hace bien el Jefe del Estado en retirar todos los beneficios a los cabecillas de ese grupo. Aunque no se cerró la puerta a un proceso futuro, por ahora, ante la nula decisión del Eln de mostrar gestos de paz, el Estado todo debe aplicarse a la vigencia de la legalidad.

Al tomar las decisiones anunciadas ayer, el Gobierno no se convierte, como de forma manipuladora lo dicen algunos voceros de opinión, en un guerrerista ni enemigo de la paz. No es este Gobierno el que quiere continuar con ofensivas militares ni con guerras artificiosas. Es la guerrilla del Eln, sus cabecillas, que deberán responder, por cadena de mando como bien lo dijo el fiscal ayer, por el acto terrorista del pasado jueves. Ante el incesante ánimo criminal, el Gobierno y las Fuerzas Armadas deben cumplir sus deberes constitucionales.

Nadie puede considerarse representado, ni en sus valores ni en su discurso político ni en sus posiciones ideológicas, por una agrupación nihilista, carente de principios, prevalida solo de medios terroristas para imponer sus postulados contrarios siempre a la dignidad humana, a la libertad y al respeto por los otros. Quien siga considerando que asoma en esos cabecillas del Eln algún atisbo de política o de filosofía en sus maneras de actuar, tiene un serio problema de discernimiento crítico y de lectura de la realidad.

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