¡NO NOS SORPRENDE!

La evacuación de alias "Fabián Ramírez" y otros 2 narcoterroristas del territorio colombiano es un nuevo episodio del plan que han tenido los contertulios de Santos y sus muchachos para asegurar a esos malhechores en un país amigo en donde puedan, en compañía de los Castro, disfrutar de las ganancias exageradamente obtenidas por su accionar delincuencial.

De verdad se están juntando todos con la anuencia de un gobierno débil, y entregado a las veleidades y las loas de unos desinformados, que aplauden estas iniciativas, sin meditar en las consecuencias que pueden tener para un pueblo, esas acciones que antes que originar paz, perpetuarán la violencia ilimitadamente en el tiempo. Paz sin Justicia no existe, lo que se negocia es subyugar la Justicia en favor de unos delincuentes cuya única ideología es el dinero. Son capitalistas a ultranza.

Este hecho se da, a pocos días de las elecciones para Congreso cuyo resultado es muy incierto para las fuerzas reeleccionistas y eso, de verdad, debe inquietar mucho a los amigos de la paz con impunidad para quienes nos han mantenido en una sociedad signada por la violencia, proveniente de unos facinerosos que decidieron que para ellos no hay ley en Colombia que los cobije.

Para lograrlo encontraron a alguien que tiene como premisa, que parece única y excluyente, alcanzar la notoriedad internacional por conseguir un apaciguamiento temporal de los mayores narcotraficantes del mundo moderno, que tenían en el "Chapo Guzmán" a uno de los distribuidores de su producto.

Esos nexos son innegables y las motivaciones no son muestra de una misantropía arraigada en los espíritus de estos señores, de ser así nunca hubiesen instalado la gran cantidad de minas antipersonas, que han segado vidas de niños, mujeres y hombres del campo, así como de soldados y policías cuyo delito para ellos es que representan a la sociedad mayoritaria en Colombia o, hubiesen utilizado los cilindrosbomba en contra de poblaciones inermes y cuya ubicación coincidía con las rutas del narcotráfico que ellos requieren para adelantar su negocio o, sus guaridas para mantener la gran cantidad de secuestrados.

Aunque les duela a los contertulios de La Habana, la gran masa de colombianos que queremos vivir en paz, pero en una sociedad en donde se castigue adecuadamente a los delincuentes, es abrumadora y eso se verá el 9 de marzo cuando depositemos nuestro voto para el Congreso. En este evento tenemos la esperanza real de una Colombia en paz, segura y sin impunidad para ningún delincuente, en donde la majestad que debe tener la justicia se palpe y se distinga en las personas que llegan a esos puestos por causa de una vida limpia y, a una carrera brillante por sus ejecutorias y fallos apegados al derecho vivo y lógico; no a las componendas orientadas a réditos económicos o de prestigio inmerecido. Allí llegarán los que lo merecen y no los amigos de los que allí están.

Para lograr una paz con justicia pronta, oportuna e imparcial, reconocimiento a las víctimas, seguridad democrática, confianza inversionista, educación competitiva y pertinente, oportunidades de empleo y desarrollo personal, salud y perspectivas reales para llegar al primer mundo, debemos votar el 9 de marzo y en mayo por quienes representan estos ideales y castigar a quienes pudiendo, se dejaron untar de mermelada y no hicieron nada por conseguir lo que anhelamos.

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