NO REGRESA LO QUE NUNCA SE HA IDO

En razón de los actos terroristas cometidos en Kenia los medios de comunicación globales hacían referencia al “regreso” de Al Qaeda –en el cuerpo de Al Shabab- claramente la referencia es incoherente y llena de vacío, sí, llena de vacio aunque suene ilógico. No regresa el terrorismo que nunca se fue y que difícilmente se irá, por no decir imposible, esta frase que se hizo eco a nivel global parece más bien recogida de un macabro sueño idealista de perfección global de los años setentas tal vez cuando el movimiento hippy enarbolaba su famosa frase “paz y amor”. No estando en los años setentas, está claro que ni hay paz ni hay amor.

La esencia del terrorismo y del terrorista es mantener a la población –cualquiera que sea- en estado de terror y hasta en depresión, de tal forma que no tenga el menor espacio posible de creer en la posibilidad de un entorno seguro. No es el terrorismo una forma de protesta y menos de liberación como equivocadamente se ha pretendido justificar durante las décadas posteriores a la II Guerra Mundial desde Europa y con altavoces en todos los rincones del mundo. El terrorismo es un fenómeno convertido en delito –per se- cuyo fin no es el delito mismo, este es apenas un medio, el fin último es producir cambios intensos, cambios, que una vez conseguidos hagan parecer que volver al estado natural de las cosas sea un simple quimera.

El 11-S partió la historia del mundo en dos, hoy es imprescindible hablar, analizar y lo más importante: procurar materializar una “Cultura de la Defensa” a nivel socio-estatal porque simplemente es necesaria, sin buscar más explicaciones. Quienes se oponen a la realidad intentado alegar que el terrorismo ya pasó, sea el de Al Qaeda o el de cualquier otro grupo terrorista, incurre no solo en el idealismo, sino en el autismo, pues lo hechos son los que son y nada es más perjudicial para la civilización que ocultar los errores o pretender relativizarlos, así lo demuestra la historia y sin ir más lejos el análisis de la primera década del siglo XXI nos deja múltiples y lamentables hechos que, lejos de desaparecer se han arraigado en nuestro diario vivir.

Están sucediendo hechos a nivel global que nos acercan cada día más al periodo de entre guerras, basta mirar hacia Europa para enterarse de la peligrosidad que rodea el día a día de su cultura occidental, cuando actos terroristas se cometen en África la realidad es que estos no van dirigidos exactamente hacia la población de ese país, aunque esta sea la víctima, no, esos actos terroristas como el de Nairobi van dirigidos hacia Occidente, el territorio africano es utilizado para perpetrarlos y enviar un mensaje a los gobiernos occidentales, específicamente EE. UU. y Europa, Al Qaeda les ha enviado un mensaje donde les dice: Aquí estamos, no nos han acabado.

Sin embargo, la situación del terrorismo actual –más gradual y menos grandilocuente- no es exclusiva en Al Qaeda y sus filiales, como Al Shabab o, Bolo Haram si se quiere, es una situación global, América Latina no es la excepción, desde aquí también se envían mensajes a los diferentes gobiernos y sociedades de que estamos en sus manos y que solo los terroristas van a definir nuestro futuro. Para los terroristas estamos en sus manos, ellos definirán nuestra forma de vida, que tipo de gobierno tendremos y cual será nuestro sistema económico, es un terrorismo más torpe que el de los terroristas

islamistas, quizá, pero no con menos intenciones de conseguir cambios a su favor y en detrimento de la sociedad y del Estado.

Quienes pretenden convencer de que el terrorista pasa de bueno a malo por una simple firma, se equivocan, y no solo eso, ponen en riesgo a una sociedad entera y a su forma de vida, se creen inmunes a ser víctimas de actos terroristas por el simple hecho de que defienden el perdón del terrorista alegando que este ha dado un giro hacia la decencia, la moral y las buenas costumbres, pero olvidan que nadie es un ex terrorista por haber dejado atrás una estela de innumerables crímenes. El terrorismo que hoy conocemos llegó para quedarse, se adapta a los tiempos, insistirá en los cambios, devorará sociedades porque esa es su esencia.

La primacía del terror históricamente ha provenido tanto del Estado como de los individuos o grupos que lo ejercen, pero eso no es un absolutismo y dista mucho de que lo que venga en futuras décadas sea más de lo mismo. Muy seguramente habrá cambios, aunque estos no sean para bien, será trabajo de los lideres que estén dispuestos a levantar sociedades ante la urgencia de defender su propia vida y su libertad, los discursos que llaman a perdonar y olvidar, a creer que el terrorismo ya no existe porque simplemente su líder o sus líderes ya no están es apenas un sueño peligroso que acerca a la civilización a su propia destrucción.

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