No solo de PIB vive el hombre

Parte de la prensa, especialmente estadounidense, y de la academia, como el patético Paul Krugman, que se autodenominan “liberales” para ocultar su pertenencia al Partido Demócrata, se muestran “sorprendidos” y han estado desgarrándose las vestiduras histéricamente porque el mundo no se comporta como ellos dicen que debe hacerlo. ¿De dónde vendrá tanta sorpresa y rabia disfrazada de análisis juicioso?

La sorpresa surge de muchas fuentes, una es la falta de información pero también de la soberbia. Esos alaridos contra la realidad vienen de la arrogancia inmensa que sufren académicos y grandes medios de comunicación, que supuestamente deben analizar e informar, pero en realidad consideran que su tarea es dictar lo que los demás deben pensar y repetir. Ellos no están leyendo la piel de la gente y en cambio quieren tatuarle sus pretensiones e ideologías.

El año 2016 sirvió para revelar que parte de los medios y la academia necesitan una ducha fría y una dosis elevada de humildad. Tres ejemplos propongo.

Las victorias de Trump y del Brexit demuestran que estos vanidosos han olvidado o desconocen la naturaleza básica de las personas y la sociedad. Y más si hablamos de sociedades desarrolladas que evitan admitir que ellas también pueden retroceder, pues las naciones no “suben” en ascensores eléctricos sino que “escalan” lenta y riesgosamente por paredes frágiles que a veces los hacen resbalar y caer. El economista Benjamin Friedman en su trabajo “Las consecuencias morales del crecimiento económico” sugiere que cuando la economía está bien, la gente es abierta, promueve la democracia, tolera la diversidad y si tiene que hacer comparaciones, las hacen a sí mismos midiendo la diferencia entre cómo estaban antes y cómo se encuentran hoy. Pero cuando las cosas están mal, la complacencia termina y la comparación es con respecto a otros, ¿Por qué yo estoy mal y otro está mejor que yo? ¿Será que ese otro me quitó lo que yo no tengo y además tengo que subsidiarlo?

Sin embargo no solo de PIB vive el hombre. El otro suceso importante de 2016 es un buen ejemplo de la soberbia que oculta la ignorancia de estos analistas: la victoria del NO en el plebiscito para la impunipaz.

El triunfo del NO, el acontecimiento social y político más importante de la historia colombiana en décadas, demuestra que esa iglesia y academia mamerta, empresariado genuflexo y medios de comunicación enmermelados, seguros de su poder, estaban convencidos de que el SÍ ganaría abrumadoramente. Pero no fue así y casi mueren de vanidad herida. Pensaron que los colombianos eran estúpidos, indignos e inmorales, que eran comprables como ellos, que se rendirían a la asfixiante, terrorista, billonaria e inmoral campaña publicitaria del gobierno, complementada con las amenazas de muerte e impuestos del presidente, el personaje más deplorable de la historia colombiana. Por eso luego, por pánico y desvergüenza, impusieron el nefasto acuerdo a la fuerza y eliminaron el riesgo de ser derrotados por el pueblo “asnal e ignorante”.

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