¿Nueva orden de arresto podría paralizar el proceso de paz en Colombia?

El gobierno de Colombia ha emitido una orden de arresto contra uno de los principales comandantes de las FARC, lo que podría llevar a que quedara por fuera del proceso de paz y significaría una nueva amenaza para los acuerdos.

Hernán Darío Velásquez, alias “El Paisa”, es quizá uno de los principales comandantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la cual se encuentra adelantando un proceso de paz con el gobierno, aunque quizá no por mucho más tiempo.

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) —sistema judicial central para el acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016 entre el gobierno y el ejército guerrillero— ha ordenado la captura de El Paisa. Dicha orden se presenta dado que él no ha comparecido para dar testimonio ante la JEP ni se ha reportado ante la corte. Al momento no se sabe dónde se encuentra El Paisa.

¿Por qué El Paisa es tan importante?

Aunque esta no es la primera orden de captura contra un alto comandante de las FARC, la orden contra El Paisa podría tener graves implicaciones, dada su larga trayectoria en el grupo guerrillero. Si decide unirse a la mafia ex-FARC —el grupo de disidentes que  se negaron a firmar el acuerdo, o que se retiraron después de haberse acogido a él— podría traer consigo unos 1.000 guerrilleros.

El Paisa fue comandante de las fuerzas especiales de las FARC, la Columna Móvil Teófilo Forero, conocida dentro de las FARC como “la Teófilo”. Esta columna se empezó a conocer durante un proceso de paz previo con las FARC, entre 1999 y 2002, cuando el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana les cedió a los guerrilleros un territorio de 42.000 kilómetros cuadrados como lugar para llevar a cabo las conversaciones. Allí se reunió el Secretariado, compuesto por siete hombres, y dirigido por el fundador de las FARC, Pedro Marín, alias “Manuel Marulanda” o “Tirofijo”. La seguridad se dejó en manos de la Teófilo, y durante esos años yo dediqué muchas horas a conversar con guerrilleros de dicha columna, mientras esperaba las entrevistas con los comandantes guerrilleros.

Sin embargo, dicho proceso de paz se frustró debido a una acción de la Teófilo en febrero de 2002 —el secuestro de un avión comercial en el que iba uno de sus más odiados opositores políticos, Jorge Gechem—. Al estilo de una película de acción hollywoodense, los guerrilleros armados tomaron el control del avión en vuelo, mientras que sus compañeros en tierra cortaban árboles y obstáculos para hacer una improvisada pista de aterrizaje cerca a una carretera en el departamento de Huila, al suroeste del país, un fortín de la Teófilo. El avión aterrizó a salvo y Gechem permaneció en cautiverio por seis años.

Dos meses después de este secuestro, la Teófilo llevó a cabo el rapto de otros 12 políticos en la ciudad de Cali. Los guerrilleros alertaron sobre una amenaza de bomba y luego aparecieron con uniformes de un escuadrón antibombas del ejército, e incluso con un supuesto perro de detección de explosivos. Sacaron a los políticos del edificio y los dejaron como rehenes por el resto de sus vidas. Todos los secuestrados, excepto uno, terminaron asesinados en cautiverio por las FARC.

Tal vez la más infame de las acciones de la Teófilo fue el ataque de febrero de 2003 en el exclusivo club social de El Nogal de Bogotá, en una de las principales avenidas de la capital, la Carrera Séptima. Yo sentí la explosión casi a 20 cuadras de distancia y me aproximé para  ver la grieta que había quedado en el centro del edificio, de donde salía humo hacia los edificios vecinos. El atentado dejó como resultado 36 muertos y unos 200 heridos.

Estos ataques muestran el ingenio de la Teófilo y de su líder, así como su capacidad para cometer ataques en cualquier parte del país, lejos de los departamentos de Caquetá y Huila, al sur del país, donde se ocultaban las bases guerrilleras en la selva.

El Paisa y el proceso de paz

El Paisa cumplió su cita en la X Conferencia de las FARC en septiembre de 2016 y se encontraba en la mesa cuando los líderes de las FARC anunciaron que habían decidido aceptar el acuerdo de paz. El último trabajo que desempeñó El Paisa antes de que las FARC firmaran el acuerdo fue el de jefe militar del Bloque Sur, la segunda división más poderosa de la organización guerrillera. Los actuales disidentes de las FARC se conformaron alrededor del Bloque Oriental de la organización, el más poderoso en términos de combatientes y territorio antes de la desmovilización.

Durante la X Conferencia me reuní con miembros de la Teófilo, quienes señalaron que El Paisa estaba a cargo del “Plan B” de las FARC, el cual involucraba 1.200 armas enterradas y un número igual de veteranos de la guerrilla dispuestos a tomarlas de nuevo, si así se lo ordenaban, o si el gobierno no cumplía los términos del acuerdo de paz.

Sin embargo, El Paisa se instaló en uno de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETRC), zonas que hacen parte de los acuerdos con el gobierno. Su campamento, en Miravalle, estaba ubicado en Caquetá, el departamento base de la Teófilo. En abril de 2018 se le unió allí el segundo al mando de las FARC, Luciano Marín Arango, “Iván Márquez”, luego del arresto de otro líder da las FARC, Seuxis Paucis Hernández Solarte, alias “Jesús Santrich”, acusado de tráfico de drogas.

¿Amenazas para el proceso de paz?

Aún se desconoce el paradero de El Paisa y de Iván Márquez. Algunas fuentes de InSight Crime indican que se encuentran en el departamento fronterizo de Apure, en el lado venezolano de la frontera.

Si toman la decisión de abandonar el proceso de paz, ello podría afectar gravemente el acuerdo y beneficiaría a la mafia ex-FARC. No hay duda de que El Paisa tiene amplia destreza militar y liderazgo; por su lado, Márquez tiene gran influencia política, y es probable que tenga la capacidad de unir a diferentes disidentes de las FARC, que actualmente llegan a más de 3.000. Y hay varios comandantes de rango medio que podrían seguir sus pasos.

Si estos dos hombres se unen, unifican y aumentan los disidentes de las FARC, el proceso de paz —del que se ha dicho que es “irreversible”— podría fracasar.

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