Ocde: No solo las superintendencias, también el Dane

Resulta extraño que todavía no se divulgue ningún avance en torno del modelo de organización del nuevo Dane.

Cuando se plantearon los ocho retos que Colombia debe afrontar para poder ser admitida en la Organización Internacional para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), se destacó que uno de ellos era el fortalecimiento del Dane, sobre lo cual el entonces decano de Economía de la Universidad de los Andes y hoy ministro de Salud, Alejandro Gaviria, dijo: “el país tiene que empezar a tener una oficina estadística que tenga periodo fijo, que sea creíble y que tenga unos estándares internacionales”.

En el actual Plan Nacional de Desarrollo se postula la necesidad de un Estado transparente, moderno y eficiente basado en las mejores prácticas de buen gobierno, como requisito sine qua non para el ingreso de Colombia a la Ocde. Para ello se plantea la adecuación de los procedimientos e instrumentos, y también la transformación de la cultura y visión de las instituciones, organizaciones y personas que los conforman.

A tales efectos, “el país deberá avanzar en el desarrollo de los 230 instrumentos a los que adhirió mediante el Memorando Inicial de la Ocde, así como en la elaboración de los planes de implementación de los 23 comités definidos para el ingreso del país a esta organización”[1], y se agrega que de los instrumentos desarrollados para el ingreso de Colombia a la Ocde se partió de una línea de base del 20 % en el 2013 y se espera alcanzar el 70 % en el 2018.[2]

De lo anterior se colige que existe un plan de trabajo bien concebido, estructurado y riguroso, con lógica sistémica y sinergia entre sus componentes. Por ello, llama la atención el orden y jerarquización de prioridades en cuanto a la puesta en marcha de sus primeros resultados, que, según divulgaciones de prensa, empezaría con un decreto para que los superintendentes pasen de ser de libre nombramiento y remoción a una designación por periodos fijos con la misma duración del período presidencial.

Esa autonomía e independencia de tales funcionarios evitaría situaciones como las presentadas en el gobierno anterior, en el que, después de haber posesionado como Superintendente Financiero al entonces consultor que realizó los estudios para la fusión de las superintendencias Bancaria y de Valores en la hoy Superintendencia Financiera, ante unas sanciones que dicho nuevo funcionario impuso a unos importantes vigilados, estos acudieron ante el Presidente, quien, de inmediato, en uso de su poder discrecional, procedió a su cambio. O la presentada en el presente gobierno, cuando el Alcalde de Bogotá se atrincheró en la Empresa de Acueducto para impedir unas gestiones ordenadas por las superintendencias de Servicios Públicos e Industria y Comercio y le pide al Presidente que ordene a esos dos superintendencias que “respeten el modelo de gestión” que está tratando de implantar en la materia en Bogotá.

De igual manera, sería bueno que las modificaciones legales, funcionales y organizacionales que deben acompañar tales decisiones también blindaran a los respectivos titulares de eventuales sanciones disciplinarias en lo que se refiere a la llamada verdad sabida y buena guardada con base en los estudios que sirvan de fundamento a sus actuaciones administrativas y legales.

Pero lo que resulta extraño es que todavía no se divulgue ningún avance en torno del modelo de organización, funcionamiento y puesta en marcha de la nueva institucionalidad estadística que el país requiere, es decir, del nuevo Dane, el cual debe dejar de ser considerado como un organismo de la libre disponibilidad y manejo del gobierno de turno, sino como un organismo del Estado que tiene a cargo la misión de medir los resultados de la gestión gubernamental en marcha, para lo cual se requiere que su director se nombre por período fijo y que la entidad a su cargo actúe con independencia técnica y autonomía presupuestal con base en normativas regulatorias a esos efectos.

Hoy en el Dane, si bien este tiene una buena planta de funcionarios y contratistas competentes, se trabaja en una especie de compartimentos estancos especializados, y hace falta un liderazgo con una concepción holística y sistémica del aparato estadístico, con una mirada global desde varios ángulos para una misma cifra, de manera que pueda advertirse la coherencia y consistencia de la misma, y cuyo director actúe, no como un funcionario del equipo económico obligado a defender la gestión del gobierno en funciones, sino como un funcionario del Estado que responde ante la sociedad por la medición de lo que dicho gobierno haga.

[1] Documento “Bases Plan Nacional de Desarrollo”.

[2] Ibídem. p. 55.

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