Participación y falta de confianza

La Encuesta de Cultura Política, hecha por el Dane, y el Gallup Poll de diciembre, arrojan cifras que deben preocupar a los promotores del plebiscito por la paz. Hay poco conocimiento y desconfianza.

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) dio a conocer la Encuesta de Cultura Política, que hace cada dos años y cuyos indicadores reflejan unos preocupantes niveles de desconfianza en la democracia, en las instituciones y en el valor que la participación ciudadana puede tener como elemento de mejora de la vida pública.

A la pregunta de qué tan democrático consideran el sistema colombiano, solo el 28,9 % dice que lo es. El 59,7 % dice que es apenas “medianamente democrático”, y el 11,5 % dice que no es democrático.

Al interrogante sobre el nivel de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en Colombia, el 44,1 % de los encuestados se expresa “muy insatisfecho”, y el 15,7 % de declara “muy satisfecho”.

Esto se une al indicador según el cual el 39,7 % de quienes no votaron en las últimas elecciones presidenciales justifican su ausencia en las urnas al desinterés, y el 32 % a que “los políticos son corruptos”. En cambio, del porcentaje de quienes sí votaron, un apreciable sector (82,4 %) manifestaron que los animó el poder ejercer el deber y el derecho ciudadano a opinar y participar. Y la participación, precisamente, es un valor que muchos encuentran deformado por la primacía del interés particular (56,2 % creen que quien lo hace es porque persigue un beneficio personal) a pesar de que hay conciencia de que participar aporta a la solución de los problemas de la comunidad.

La encuesta del Dane tiene preguntas cuyas respuestas interesan al Gobierno y al Congreso, en particular las relativas a los mecanismos de participación popular. El referendo (aprobatorio o derogatorio) es el mecanismo del cual más han oído hablar los encuestados (52,3 %), seguido de la revocatoria del mandato (52,1 %), la consulta popular (43,2 %) y, por último, el plebiscito (30,9 %).

El plebiscito, precisamente, es el menos conocido. Aquel por el cual el gobierno y el Congreso han optado para someter a pronunciamiento ciudadano la aprobación o no de los acuerdos negociados con las Farc.

Plebiscito por la paz, como ha dado en llamarse, para cuya aprobación se rebajó el umbral establecido en la ley, de modo que su aprobación -en caso de que las Farc den su consentimiento- necesite pocos votos.

Justo ahora el más reciente Gallup Poll (N° 110, diciembre de 2015) indica que a pesar de que es mayor el número de encuestados que consideran que el diálogo es mejor vía para arreglar el conflicto que la solución militar (67 frente a 30 %), también es cada vez menor el número de encuestados que votarían de forma favorable el eventual plebiscito. Si el pasado octubre el 71 % decían que votarían afirmativamente, ahora es el 52 %. Y quienes lo harían negativamente pasan del 18 % en octubre a 32 % en diciembre.

Y esto ocurre en las semanas en que desde el gobierno y su coalición parlamentaria se hacían esfuerzos, que ahora se muestran infructuosos, por justificar ese plebiscito con mayorías exiguas como mejor mecanismo de participación popular para legitimar los eventuales acuerdos negociados con las Farc.

Mucho van a tener que trabajar los equipos -oficiales y extraoficiales- que quieren promover el plebiscito, equipos que requerirán un liderazgo creíble, sólido y con suficiente poder persuasivo para movilizar a una ciudadanía que se manifiesta apática o directamente desconfiada.

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