Paz y bombas

El gobierno de turno y su industria militar (Indumil) están negociando la venta de bombas made in Colombia a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos.

De realizarse el negocio, una vez más se pondría en tela de juicio la moralidad de nuestros actuales gobernantes quienes, sin ningún pudor nos quieren embutir unos acuerdos que seguimos sin conocer pero que transformarán a narcoterroristas, rechazados por el 95 % de los colombianos, en impunes, intocables y desvergonzados parlamentarios y diplomáticos. Una edición superrecargada del M-19. Estamos sobreadvertidos: se puede iniciar un nuevo ciclo de violencia, así el benemérito General Naranjo, triste final, se comprometa a proteger narcotraficantes, en el Estado policial que ya se insinúa con el nuevo antidemocrático Código de Policía.

No se entiende que el gobierno nos sature de propaganda sobre la paz mientras fabrica y vende armas de destrucción masiva. Es la economía, estúpido, me replicarán. Es la sindéresis política, en realidad.

En los Emiratos hay unos 1500 militares colombianos, algunos de los cuales participan en la Ofensiva que Arabia Saudita y sus aliados adelantan en Yemen. Esos contratistas, entrenados y curtidos en guerra irregular, ahora serían apoyados por bombas fabricadas en Soacha. ¡Nada como el calor de lo hecho en el hogar!

Si las tales bombas se suministran a Arabia Saudita, nos podríamos convertir en un blanco preferencial de Hezbolá, organización terrorista libanesa, creada y sostenida por Irán, enemigo proverbial de Arabia Saudita y gran amigo del chavismo, que ha disminuido su impulso en Latinoamérica desde la llegada de Rohani a la presidencia del país islámico. Aunque Colombia se mantiene como un punto de apoyo económico gracias al desbordado narcotráfico, Hezbolá podría radicalizar su posición bélica contra el país. Ya volaron la embajada de Israel (1992), la mutual Amia (1994) en Buenos Aires e intentaron volar el Embajador de Arabia Saudita en Washington (2014) con el apoyo de un explosivista del Cartel del Golfo.

Y, por supuesto, al suministrar armamento que podría ser eventualmente utilizado contra ISIS, tampoco es de extrañar que Colombia sea el próximo país latinoamericano en ser mencionado por los voceros del Califato, como lo han sido México y Brasil.

El negocio en desarrollo es una demostración de lo ubicuo, inmoral y poco confiable gobierno que nos enmela con una improbable paz acá, mientras calienta la guerra al otro lado del mundo.

La venta de bombas al exterior, el desprecio por el sentimiento nacional, la burla a la Constitución y la aceitada chequera en el interior, nos indican quién nos guía y hacia dónde vamos.

CODA: ojalá y Salud Hernández no haya sido trasladada a territorio venezolano, actual refugio del eln, y entonces tengamos que convertir a Maduro en nuestro Eterno Agradecido.

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