PAZ Y JUSTICIA

No hay quien prefiera la guerra antes que la paz. Sin embargo, la historia de la humanidad está llena de conflictos, guerras abiertas y encubiertas, de diálogos y negociaciones para encontrar la paz, a la cual se llega de manera estable, cuando hay claridad en los objetivos y el deseo irreversible de superar las causas que originaron cada conflicto. Indispensable también, encontrar fórmulas para reparar los daños generados y evitar venganzas revanchistas que pueden hacer renacer, total o parcialmente, la violencia entre grupos afectados.

Todos queremos la paz. Por ello resulta inaceptable ser tildados de “guerreristas” quienes han cuestionado las conversaciones que adelantan las FARC con el gobierno colombiano en La Habana, Cuba, con la Venezuela castro-comunista como facilitadora activa de las mismas. Hay serias reservas hasta con relación a los últimos anuncios hechos por los negociadores sobre dos de los seis puntos objeto de las negociaciones.

Las dudas se originan por el momento en que transcurre el proceso. En Colombia se adelantan los preparativos tanto para las próximas elecciones parlamentarias como para las presidenciales del mes de marzo del año entrante. Adicionalmente, influyen en este clima de crispación, el duro enfrentamiento entre Álvaro Uribe y el recién elegido candidato de su nuevo partido, UCD, por una parte y, por la otra, el Presidente Juan Manuel Santos en abierto afán reeleccionista, a lo cual tiene pleno derecho. Para lo que no tenía ninguna razón válida era a abandonar la política de Seguridad Democrática de su antecesor y, mucho menos, a permitir a algunos de sus colaboradores en posiciones claves, a tratar de desprestigiarlo y presentar su imagen como la de un delincuente político y social que merece lo peor. El envalentonamiento de los narcoterroristas que dirigen las FARC y el afán reeleccionista de Santos, son los factores que más influyen en la falta de credibilidad sobre el proceso, en un pueblo que ansía la paz y quisiera verla concretada con sinceridad.

Esto no ha terminado, pero resulta increíble la persecución y prisión de algunos jefes militares, verdaderos héroes en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, en comparación a la impunidad que se pretende en nombre de una “paz negociada” cuyo precio aún está por conocerse. Desde esta modesta trinchera nos atrevemos a decirle a Santos que tenga cuidado, que si bien es cierto que “el pan se quema en la puerta del horno”, no es menos cierto que el que se acerca demasiado a la candela puede terminar todavía peor que el pan en referencia.

Queremos la paz, pero estable y honrada. Nunca se alcanzará sacrificando a la justicia. En base a hipocresías múltiples nada es duradero. Confío en la llave Uribe-Zuloaga. Para Venezuela es muy importante lo que está sucediendo.

oalvarezpaz@gmail.com

Viernes, 8 de noviembre de 2013

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar