Plata p’al mercado

¿Pensará el fiscal, Eduardo Montealegre, que es ético enviar a su subalterna Olga Claros al Senado de la República a hacer cabildeo a su favor?

Sabemos que dicha Olga Claros susurró al oído de varios senadores que no votaran una cláusula de la Reforma de Equilibrio de Poderes, pues dejaría a su jefe sin “plata p’al mercado”. ¡Qué vergüenza! ¡Qué bajo ha caído el fiscal!

Sucede que en dicha reforma había una cláusula que inhabilitaba a litigar, por cinco años luego del término de sus funciones, al fiscal general, o sea, al jefe de la señora Claros, y a los exmagistrados de la Corte, contra las instituciones que habían dirigido.

Por lo visto Montealegre pasaría penurias económicas si por 5 años, una vez terminado su periodo, no pudiera litigar contra la Fiscalía; allí donde él conoce cada entuerto, cada clave de cada caso hoy pendiente; donde, con seguridad, cerca de tres mil empleados le deben el haberlos nombrado o sostenido en sus puestos, donde tiene muchos favores por cobrar.

Precisamente con esta cláusula se pretendía detener el tráfico de conocimientos especiales, influencias y favores que el fiscal general o un magistrado de la Corte puede acumular en sus años a la cabeza de estas instituciones.

Puede que el cabildeo ordenado a la señora Claros sea legal, pero ¡ético! Lo dudo; más viniendo de un fiscal que se ha ensañado en condenar a personajes del gobierno de Uribe, precisamente por haber cabildeado a favor de su jefe.

Que en este caso no hubo oferta de prebendas o “mermelada”, además de la ya famosa frase sobre “la plática p’al mercado” del “pobre” fiscal, no lo sabemos. ¿Fue este un inocente cabildeo sin promesas concretas o veladas?

Quién sabe. Lo que sí sabemos es que la Fiscalía, con cerca de tres mil puestos a su disposición, tiene mucho para ofrecer.

Además, en el Senado, son pocos los que no temen al fiscal. Hoy, el 51 por ciento de los senadores o sus familiares cercanos tienen procesos en la Rama Judicial.

Lo cierto es que el famoso artículo de la inhabilidad por cinco años no pasó. Muchos senadores se aculillaron a última hora o quién sabe qué ocurrió.

Lástima porque era una idea correcta para impedir que aquellos que han investigado los peores casos fueran, a la terminación de sus cargos, a convertirse en defensores de aquellos que ellos mismos investigaron.

Lo ocurrido me reafirma en la creencia de que las condenas a Sabas Pretelt y a Diego Palacios por haber hecho cabildeo a favor del presidente Uribe son condenas políticas. Es claro que el cabildeo y “mermelada” se han usado en todos los gobiernos recientes de Colombia. Ese es el sucio modus operandi de la política.

Estoy completamente en contra del cabildeo, lo considero no ético y corrupto, una lacra de la política; pero si hoy se acepta en el Senado hacer cabildeo, como lo acabamos de ver, no se puede condenar a los que lo hicieron ayer cobijados por las mismas leyes. Eso es impúdica hipocresía y clara persecución política. ¡Todo esto huele muy mal!.

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