Política agrícola e inflación

En marzo, la inflación continuó su ritmo ascendente y se acercó al 8,0 por ciento anual. Los alimentos y la devaluación presionan las alzas. Una política agrícola eficaz debe asegurar la oferta requerida.

Durante el pasado mes de marzo, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó 0,94 por ciento. Esta variación no solo se ubicó por encima de lo que esperaban los analistas del mercado (0,68 por ciento), sino que representó un fuerte incremento con respecto al dato registrado en igual mes de 2015 (0,59 por ciento).

Con dicha alza, la inflación acumulada durante el primer trimestre de 2016 es de 3,55 por ciento y la inflación anual (12 meses) es de 7,98 por ciento. Estos resultados están muy por encima de los obtenidos en los correspondientes períodos de 2015 que fueron, en su orden, de 2,40 y 4,56 por ciento.

Los productos que presionaron la inflación en el mes de marzo fueron comunicaciones (2,28 por ciento), alimentos (1,62 por ciento), salud (1,19 por ciento) y otros gastos (1,05 por ciento).

Sin embargo, cuando se considera la inflación anual, se tiene que los alimentos, con un incremento de 12,35 por ciento, es el grupo que presenta la mayor contribución.

Según Bancolombia, el siguiente grupo en contribución al incremento en el IPC es el de transables, “producto del traspaso de la depreciación del tipo de cambio a la inflación”.

De esta forma, y como ha venido ocurriendo durante los últimos meses, las presiones provenientes de la menor oferta alimentaria y de la fuerte devaluación del peso, continúan teniendo una marcada influencia sobre la inflación total.

Un hecho que destaca Bancolombia es que los precios de los bienes no transables aumentaron anualmente 4,83 por ciento, cifra que se ubica muy por encima de la registrada un año atrás, que fue de 3,56 por ciento.

La entidad bancaria señala que esto puede, en parte, “reflejar efectos de indexación”, asunto que en repetidas ocasiones el Banco de la República ha insistido que no debería ocurrir, pues la presión inflacionaria proviene de choques de oferta de carácter temporal.

El alza de la inflación registrada en marzo hace presagiar que en la próxima reunión de la junta directiva del Banco de la República se decretará un nuevo aumento en la tasa de interés. Lo que falta por determinar es la magnitud del incremento, pues hay codirectores que promueven alzas mucho mayores a las adoptadas hasta el momento.

Pensando en la evolución de la inflación durante los próximos meses y dado que la tasa de cambio presenta una relativa estabilidad, se hace necesario que el Gobierno deje atrás la pasividad que ha caracterizado a la política agrícola y, ahora que llegan las lluvias, debería poner en práctica acciones eficaces que aseguren la oferta alimentaria que el país demanda con urgencia.

En este orden de ideas, cabe esperar que el anuncio del Gobierno sobre la puesta en marcha del Programa “Colombia Siembra” responda no tanto al afán de repartir prebendas sino de asegurar el crecimiento y el desarrollo del sector agropecuario.

Sin embargo, debe señalarse que el Programa se fundamenta, en gran proporción, en el otorgamiento de diversos subsidios y apoyos. Infortunadamente, las experiencias del pasado indican que este tipo de subvenciones no son garantía de incrementos sostenibles en la producción agrícola.

Hasta ahora, buena parte del esfuerzo por reducir la inflación ha venido de la política monetaria. Al normalizarse el clima, le cabe al Gobierno la responsabilidad de controlar, a través de una buena política agrícola, una de las principales fuentes del aumento de los precios.

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