Por la paz que queremos

El próximo 4 de junio, en todas las ciudades de Colombia empezará una jornada nacional de recolección de firmas por iniciativa de un grupo de jóvenes que han buscado el respaldo del Centro Democrático para tal propósito.

La fecha coincide con el día en que el gobierno tenía proyectado anunciar el cese bilateral del fuego con la guerrilla de las Farc. Buscaremos que muchos ciudadanos respalden con su firma una proclama que contiene los elementos que muchos consideramos son los necesarios para una paz real, justa y duradera.

El Gobierno ha hecho un proceso de paz a espaldas del país. A pesar de haber invertido decenas de miles de millones de pesos en publicidad para los diálogos de La Habana, han pasado más de 4 años y aún no sabemos exactamente qué está negociando el presidente Santos.

La situación es tan grave, que esta semana, las mayorías parlamentarias incurrieron en el más aberrante renunciamiento de las funciones constitucionales del Congreso de la República, al aprobar a la ciega el acto legislativo para la paz que, en pocas palabras, significó la entrega de unas páginas en blanco de la Constitución a los negociadores del Gobierno y de las Farc.

Es muy delicado lo que el Gobierno obligó a hacer al Congreso. El pueblo delegó en los parlamentarios la función de reformar la Constitución y es al Congreso al que le corresponde sacar adelante, luego de 8 debates, los actos legislativos que sean radicados.

Lo sucedido hiere gravemente nuestra estabilidad democrática y pone al país en una situación de extrema inseguridad. ¿Qué van a incluir en la Constitución el doctor Humberto de La Calle y alias “Timochenko”? Con el cheque en blanco que el Congreso le giró al Gobierno, éste quedó en libertad de pactar lo que le venga en gana con los terroristas y, lo peor, es que lo acordado, sin que aún se conozca, ya goza de blindaje constitucional.

Desmanes como el registrado en el Congreso, son los motivos que alientan a los ciudadanos a sumarse a la resistencia civil que ha llamado el ex presidente Uribe. Los colombianos no podemos ser testigos silentes frente a lo que sucede en nuestro país. Las mayorías políticas creen, equivocadamente, que son las mayorías reales. No. El pueblo cada vez está más insatisfecho con la manera como se está manejando a Colombia y eso se ve reflejado en los reducidos índices de aceptación que muestran diferentes encuestas de opinión.

La resistencia civil no se limita a un llamado, ni a hacer hashtags en las redes sociales, ni a quejarse desde la comodidad de nuestros hogares. Requiere movilización, hacer el esfuerzo de salir a las calles, manifestar de forma pacífica pero contundente nuestra molestia y apoyar todas las iniciativas que presenten los ciudadanos que comparten nuestro descontento.

Juan Manuel Santos es una persona que subestima el poder soberano del pueblo. Lleva cerca de 6 años al frente de la Presidencia de Colombia, gobernando a su antojo, sin oír las necesidades de la gente, empecinado en sacar adelante un proceso de paz que indefectiblemente, por la manera como ha sido planteado, está condenado al fracaso y será la primera piedra de nuevas manifestaciones de violencia.

¿Debemos guardar silencio y sentarnos, cruzados de brazos, a esperar el colapso de nuestro país? Por supuesto que no. Sumemos todos nuestros esfuerzos, hagamos lo que nos corresponde, expresemos airadamente nuestra molestia y apoyemos la resistencia civil. El 2 de abril fue marchando por las calles de Colombia y a partir del 4 de junio será firmando la proclama “por la paz que queremos”.

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