¿Por la vía de un socialismo tropical?

Los países de Latinoamérica, independientemente de los nombres de los partidos que los han gobernado en años recientes, acostumbraron emplear los programas de su devastador socialismo tropical, caracterizado por ser el sistema que usa las elecciones democráticas para legitimar imponerles impuestos a las personas productivas para beneficio de las improductivas.

La fascinación por los elevados propósitos de dicha distribución no permite percibir las consecuencias reales de tal socialismo. 

Comienzan estos gobiernos socialistas gravando exageradamente a las empresas y a los ciudadanos que generan ingresos y que acumulan riqueza produciendo bienes y servicios para los consumidores y, finalmente, los redistribuyen entre ellos mismos y entre sus copartidarios para comprar votos en las elecciones. Al empobrecer los países preparan el escenario para la sumisión típica de los pueblos castro-chavistas

Acuden luego a elevar sus endeudamientos tan pronto como se les agotan los tributos; pero la banca internacional les cierra esta llave rápidamente. Deciden entonces imprimir moneda sin respaldo alguno y con tal práctica disparan la inflación a porcentajes que se expresan con tres cifras. Resultado: desempleo, hambre, miseria, migración… como en la Unión Soviética, Cuba, Venezuela, Corea del Norte…

Dilapidan billones comprando gobernabilidad en los poderes legislativo, judicial y en los regionales, encarcelan o asesinas a sus opositores, expropian empresas privadas, venden las empresas oficiales rentables. Y, finalmente, como ojalá no suceda ahora tras la firma el Acuerdo Farc-Santos, resultado del cual están iniciando ya en el Congreso el cambio del proceso electoral por medio de la dictadura del Fast Track, para que nos aprueben pronto el voto electrónico para perpetuarse en el poder.   

Aquí en Colombia, desde años pasados, se acostumbra gobernar y se intenta seguir gobernando empleando algunas de las prácticas citadas.  Pero en años recientes les adicionaron a estas prácticas la promesa de alcanzar la paz con acuerdos incompatibles con las conclusiones de las Farc en su X Conferencia en los llanos del río Yarí, en su Tesis #25:

“El desistimiento del alzamiento armado -concluyeron las Farc- no conduce a nuestra desmovilización; se trata más bien de un acontecimiento que nos encauza a un nuevo tipo de movilización y accionar político, entendidos como expresión de nuestra indeclinable decisión y voluntad política colectiva de persistir en la lucha a través de la organización de un nuevo partido o movimiento político. Nos seguiremos orientando por un ideario inspirado en el marxismo, el leninismo, el pensamiento emancipatorio bolivariano y, en general, en las fuentes del pensamiento crítico y revolucionario de los pueblos”.

Venezuela demuestra en forma vívida que el pensamiento bolivariano y la corrupción de las elecciones bien pueden conducir a la abolición del capitalismo democrático, ocasionando el espectacular colapso que estamos presenciando allí. Los "exprópiese" de Hugo Chávez repercutieron en los cierres y quiebras de unas 300 grandes empresas y de unas 30.000 entre medianas y pequeñas, 2/3 de las existentes hace 19 años.

Todo esto fue lo que el pueblo soberano de Colombia rechazó el domingo 2 de octubre. Rechazó que el gobierno del presidente Santos se perfile como cuota inicial de un futuro gobierno presidido por un "buen dictador socialista" de las Farc.  Pero el presidente no lo comprendió así al refrendar y comenzar a implementar en forma dictatorial su azaroso texto de acuerdo del Teatro Colón,  ya rechazado por las mayorías.

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