¿Por qué se lucha?

“Queremos la paz pero no a cualquier precio”

Cuando en el 2012 el presidente Santos inició negociaciones con las Farc para lograr un acuerdo que terminara el conflicto con esta guerrilla, muchos nos opusimos a hacer concesiones en detrimento de principios fundamentales de la democracia y de su esencial sistema económico de libre empresa. En ese momento las Farc estaban cercanas a una derrota total. Sus efectivos militares, de más de 20.000 hombres en 2002 se habían reducido a unos 8.000; ya se podía transitar sin peligro por la mayoría de las carreteras del país; la guerrilla, Farc y Eln, estaban reducidas a las zonas más inhóspitas del territorio. El Gobierno prefirió entonces, en lugar de llevar a las Farc a una derrota definitiva, tratar de terminar el conflicto por la vía de las negociaciones y una guerrilla acorralada aceptó la invitación.

Hasta aquí todo bien. Los colombianos esperábamos de las negociaciones un resultado acorde con esta situación, pero pronto nos dimos cuenta de que, en su afán de lograr un acuerdo y frente a una guerrilla hábil negociadora que rápidamente se dio cuenta del mencionado afán, el Gobierno parecía dispuesto a hacer concesiones a los subversivos que no tenían proporción con sus fuerzas y que contradecirían las normas fundamentales de la democracia y de la justicia, en particular impunidad para los más terribles delitos y representación política para los criminales. Los delincuentes ganaron una tribuna internacional en la capital del régimen más represivo de Latinoamérica, magnificando su importancia real y nuestros medios de comunicación se disputan publicar entrevistas a sus cabecillas. El proceso los igualó al Gobierno legítimo. Si fracasan las negociaciones ya con esto han ganado. Pero el Gobierno, en su avidez de pasar a la historia como el que sí pudo lograr la paz, parece dispuesto a toda clase de concesiones. Hábilmente ha tratado de convencer a la ciudadanía de que cualquier precio es poco si se obtiene un acuerdo y que quien objete las negociaciones es un “guerrerista” y “enemigo de la paz”.

Claro que todos queremos la paz, pero no a cualquier precio. ¿Por qué no hay paz? Porque no queremos que las hordas comunistas de las Farc se tomen el poder y nos conviertan en otra Cuba. No ha sido este un combate injusto que deba detenerse accediendo a las peticiones de los subversivos, aceptando que la confrontación fue una insensatez de todos los gobiernos anteriores a la que hay que poner fin “a toda costa” Las Fuerzas Armadas no han sido las derrotadas, las derrotadas fueron las Farc pero parece que lo que estas no pudieron lograr por las armas, lo están obteniendo en Cuba. Afortunadamente las encuestas de esta semana demuestran que los colombianos ya no creen que justicia y democracia deban echarse por la borda.

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