Premiar y repetir el error es peor que cometerlo

Nadie está exento de equivocarse, pero persistir en el error te aleja del justo perdón. Desde que se inició el infame proceso de impunidad extorsiva con un cartel narcoterrorista, señalé que todos queremos la paz, pero el asunto era cómo se obtendría, cuál era el costo y los medios para obtenerla. Repetí que el proceso había sido “pésimamente diseñado, indignamente ejecutado, inoportuno, peligroso y que podría generar más violencia de la que supuestamente quería evitar”, y hoy es evidente que no estaba errado.

Los aliados de ese penoso acuerdo, unos por complicidad y otros por ingenuidad, no saben ahora qué mentiras decir, como las ridiculeces del mininterior, y no menciono al mindefensa porque seguimos esperando que se posesione, pero a ellos les queda poco tiempo y cada día son menos peligrosos.

Los que sí son una amenaza son los candidatos presidenciales que defienden ese acuerdo y anuncian que lo continuarían, a pesar de estar haciéndose trizas autónomamente. De la Calle, por paternidad y porque fungió más como representante de los intereses del grupo narcoterrorista que los del país, dice que sería una locura abandonarlo. Vargas Lleras, el Titanic del mar de la mermelada, brillantemente descrito por el candidato Duque como el copiloto dormido de un avión en picada, ahora no sabe cómo ocultar su silencio cómplice y ya avisó que premiará el presidente aliado de las Farc como embajador en Londres, para que siga de parásito de los impuestos de todos. La candidatura que sigue verde, continúa diciendo a pesar de las evidencias, que volvería a votar por tan magnífico acuerdo y que los colombianos, que tan “brutos” son, nunca entendieron por falta de “pedagogía” las bondades de semejante genialidad. Y Petro, el candidato del chavismo, así se disfrace de progresismo humanista y ecologista, y niegue sus vínculos con Chávez y su fracasada revolución de hambre, continúa defendiendo el proceso y a sus compañeros porque entre bomberos no se pisan las mangueras. “Esprit de corps”, como dicen los franceses.

Solo uno de los candidatos con verdadera probabilidad de ser presidente, representa la Colombia que, aunque llena de carencias, víctima durante medio siglo de quienes la atacaron y torturaron, apremiada y deseosa como ninguna nación de estar en paz, no se dejó engañar por los cantos de sirena de la impunipaz, porque con la pedagogía que brindan los principios, el respeto por la ley y lo que nos enseñaron en la casa nuestros padres, reconocía claramente la diferencia entre apaciguamiento y paz. Votar en estas elecciones por alguno de los candidatos aliados y defensores del proceso de impunipaz es una señal vergonzosa de que pasamos de víctimas a voluntarios. No se equivoque escogiendo al próximo presidente premiando a quienes se equivocaron, porque como decía François Mauriac: “Los hombres de estado son como los cirujanos, sus errores son mortales”.

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