Presidente Santos ¿dictador?

Cuando un gobernante traspasa los límites del mandato constitucional, desatiende las mayorías del Congreso y los conceptos de los organismos de control, es porque va teniendo visos de dictador.

Todo gobernante que actúa en tales condiciones es porque está azuzado por los vientos huracanados de la corrupción sin importar el daño que pueda causar con sus actuaciones equivocadas, que como en el caso de la venta directa de Isagén dejó a los colombianos colgados de la brocha, para sortear en el inmediato futuro las inmensas dificultades que empiezan a presentarse con el fenómeno de El Niño.

Considero que la venta de Isagén siendo empresa constituida única y específicamente para el desarrollo hidroenergético del país, los dineros que ingresen a las arcas de la nación deben cumplir los mismos objetivos, mas no ser destinados para otras obras de infraestructura, puesto que al hacerlo se estaría incurriendo en el delito de peculado por uso, artículo 134 del código penal: “el uso indebido por parte de terceros del bienes del Estado, empresas o instituciones, bajo la plena autorización de un empleado oficial, está penalizado con una sanción entre uno y cuatro años de prisión y exclusión de derechos y funciones públicas. La pena será por igual tanto para el que la realiza, como para el que la avala”.

La venta de Isagén en contra de la voluntad de los colombianos, de los organismos de control y la mayoría de su clase dirigente, nos está dando claras señales de que el presidente Santos va teniendo visos de dictador, lo está demostrando con las imposiciones que está haciendo en el proceso de paz, que son muestra de querer someter a su pueblo para que legalice a su capricho el acuerdo de paz mediante un plebiscito tramposo, que en la sana lógica debe hacerse convocando una Asamblea Nacional Constituyente, como queremos la mayoría de los colombianos.

Por ahora no se ha querido desenmascarar, puesto que no es el momento oportuno. La gran encrucijada dictatorial empezará con la firma del acuerdo de paz, previsto para el 23 de marzo del año en curso, pero, que según los comisionados guerrilleros, lo ven un imposible, o sea que continuaremos penando en la zozobra e incertidumbre por un poco más de tiempo, puesto que los señores negociadores de las FARC son tan hábiles en estos menesteres, que ya prácticamente nos tienen doblegados.

Y no es de dudar la presunta dictadura de Santos, parece que está preparando la tuerca dura y maciza para someter a los colombianos, cuando se firme el acuerdo, donde buena parte de nuestras instituciones quedarán a merced de la guerrilla de las FARC, y fuera de ello, hay que darles un sinnúmero de gabelas para que se reintegren a la vida civil: no quieren pagar un día de cárcel, además se han declarado insolventes para no tener que asumir el costo de la reparación económica de sus víctimas.

Pero lo más grave es que niegan ser narcotraficantes, cuando en honor a la verdad mueven más del 80% de mercado nacional e internacional de la cocaína, tienen extensas plantaciones, y laboratorios para procesarla, además de una logística bien estructurada con amplios canales de comercialización nacionales e internacionales.

La venta de Isagén se está convirtiendo en todo una onda explosiva, que al menor contacto con la indignación de los colombianos fácilmente estalla y se lleva por delante el tan anhelado proceso de paz. La opinión pública en general no se come el cuento que es para mejorar la infraestructura del país, todo indica que en dicha transacción hay gato encerrado, la empresa a la cual se le adjudicaron las acciones de los colombianos no es prenda de garantía moral, puesto que está seriamente cuestionada en Canadá y los Estados Unidos por casos de corrupción.

¿No será que el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, nos ha montado otro ‘Dragacol’? Que lo tuvo ad portas de la cárcel y que las absoluciones que se dieron por parte de la Fiscalía a semejante desfalco no fue del agrado de la mayoría de quienes lo conocieron, puesto que fue un escándalo con varios ex ministros a bordo, que finalmente el ente acusador a cargo del doctor Alfonso Gómez Mendez los absolvió, sin el menor convencimiento del deber cumplido.

Detrás de la venta de Isagén es indudable que se esconden intereses ocultos, que apenas empezarán a vislumbrarse una vez finiquitada la negociación por venta directa –a un solo postor–, solo al presidente Santos se le puede ocurrir semejante torpeza en cerrar esta negociación cuando estamos en plena época de sequía y la hidroeléctrica Isagén es fundamental para hacer frente a la crisis energética que ya estamos padeciendo.

Parece que nuestro presidente sobre este asunto no oye ni entiende, y ha tomado una decisión por encima de las mayorías, los gremios de la producción y lo más grave contrariando también los conceptos de los trabajadores y respetados expertos en la materia.

O sea que tenemos a todo un dictadorzuelo, fiel copia de nuestra hermana República de Venezuela, que para sacrificar a su país, el difunto presidente Chávez, empezó comprometiendo sus riquezas petroleras, razón por la cual se encuentra atravesando la peor crisis de toda su historia.

Esperamos que los señores congresistas que pusieron el grito en el cielo con la venta de Isagén, continúen unidos y promuevan al inicio de las sesiones extraordinarias que se inician en el mes de febrero, la moción de censura contra el ministro de Hacienda, que fue en cabeza de quién se hizo la negociación, hasta el día 13 de enero fecha de la negociación los criterios parlamentarios –con excepción de los de Unidad Nacional– estaban más que unificados defendiendo en tan espuria negociación, los intereses de los colombianos.

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