Preso pero libre

“Cuando nos miramos en el espejo de Venezuela, lo que vemos allí nos espanta”, expresó el expresidente Andrés Pastrana, en su discurso durante el lanzamiento del libro: Preso pero Libre, de Leopoldo López. Fue fácil ver que ese era el sentimiento de la mayoría en ese auditorio. La crisis al otro lado de la frontera la sentimos cercana. Podría fácilmente repetirse en Colombia.

Para los colombianos, tan cercanos al bravo pueblo, nuestros hermanos en tantas cosas, fue verdaderamente doloroso oír de la boca de Lilian Tintori, esposa de López, la degradación total de la democracia, la seguridad, los derechos humanos, los derechos básicos y de la calidad de vida.

Pero fue aún más duro oír su relato de las injusticias, maltrato y humillaciones que ha sufrido su marido a manos del régimen de Maduro. “Siempre que su madre, Antonieta López, o yo lo visitamos, nos desnudan completamente, delante de los niños. Si nos negamos no nos permiten verlo”. Luego nos cuenta, con gran tristeza cómo lo han tenido en total aislamiento por meses, en un cubículo de 2 metros por 1; sin luz, ni una vela, para leer cuando se va la poca luz que entra en el día. Sin embargo, nos asegura, con una gran valentía: “si él tuviera que volver a entregarse, lo haría y yo lo apoyaría, por Venezuela, por lograr una mejor vida para nuestro pueblo”.

El sacrificio de López ha probado ser profundamente doloroso pero es muy valioso. Son de tal magnitud los abusos cometidos contra él, que hoy todos rechazan su persecución y encarcelamiento. Son muy pocos los países y organizaciones que no han exigido su libertad. El mundo sabe qué tan corrupto y antidemocrático es el régimen de Maduro.

Cien expresidentes de todo el mundo, un gran número de premios Nobel, líderes y ONG de izquierda y de derecha condenan el falso juicio y su atroz condena.

Hoy nos llega su valioso libro. Con él sus ideas, sus pensamientos, lo que ha deseado y sentido durante estos duros años de prisión. Su publicación se logró gracias a pequeñas notas sacadas a escondidas de la prisión, a frases memorizadas por sus visitantes, a anotaciones escritas sobre la piel de los brazos de su hermana y de las piernas de su madre. Es por eso que llaman este libro, un libro escrito sobre la piel, pues esta fue la única forma de burlar a los guardias y poder sacar de la prisión la voz y el sentimiento de Leopoldo.

Quizá sus palabras despierten muchas conciencias indiferentes a lo que ocurre en Venezuela, a lo que pasa a Leopoldo y a más de 112 prisioneros políticos, encarcelados por sus ideas. Quizá muchos se conmuevan con este doloroso testimonio y se manifiesten. Ojalá, como dice Pastrana, aquellos que opinan “yo no haré nada para ayudar a Venezuela, a Leopoldo, porque yo no soy venezolano”, se sacudan de su apatía. Porque un día, no muy lejano, pueden descubrir que lo que pasó allá, nos puede pasar en Colombia. Que estamos cerca de perder la democracia, la libertad de opinar, la separación de poderes; que nos estamos convirtiendo en títeres de un régimen populista, igual al de Maduro.

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