Procurador en su derecho

En unas vacaciones, cuando trabajaba en Tabulación de Empresas Públicas, invité a mi amigo Alejandro Vélez a la finca de mi madre en Sopetrán. Al día siguiente, a la hora del desayuno, estábamos todos en la mesa y mi hermana Dora, que le fascinaba la comida salada, le ponía sal sin compasión a su cacerola de huevos. Mi amigo Alejandro la miraba y Dora dele que dele al salero sobre su cacerola de huevos. Alejandro no se aguantó y dijo:

–Se tiró el huevito esta niña.

Mi hermana no dijo nada, pero después del desayuno se me acercó y me dijo:

–Como metido tu amigo, ¿no?

–Tranquila mija, en la oficina lo llamamos “Cucharada” por metido, pero lo estimamos mucho.

Muy mal le fue al presidente Santos al decirle al Procurador que no se metiera en el proceso de paz que se negocia en La Habana, como si el doctor Alejandro Ordóñez estuviera de metido en este proceso sin ser invitado. Más o menos estas fueron las palabras del señor Procurador en respuesta a Juan Manuel Santos:

“Serénese, señor Presidente, que me seguiré metiendo en este proceso, porque me lo manda la Constitución y las leyes de la República. Ni usted ni la Mesa de La Habana son soberanos y yo estoy cumpliendo con mi deber como Procurador y representante del Ministerio Público. Mis obligaciones son vigilar e informar a la autoridad competente cualquier conducta que considere inadecuada de los funcionarios públicos”.

En un artículo de la semana pasada el coronel Luis Alberto Villamarín le da toda la razón al Procurador Ordóñez y le da muchos más argumentos para su intervención.

Los colombianos no podemos confiarnos de lo que puedan hacer los generales Mora y Naranjo en la Mesa de La Habana. Al general Mora lo vimos obedecer impotente en el Caguán, sacar a sus soldados del Batallón de Cazadores ante la orden del presidente Andrés Pastrana y sus silencios actuales son muy dicientes. A Naranjo con su título de Ministro, ciento cincuenta nombramientos más y sus alocuciones gobiernistas dejémoslo ahí. Es Santos el Comandante de las Fuerzas Armadas. Es a él a quien hay que exigirle que se someta a las leyes colombianas y a la Carta Magna. Para eso tenemos un Procurador y después tendremos nuestro voto para aprobar o desaprobar el acuerdo de paz, que esperamos sea con castigo, reparación a las víctimas y entrega de armas, no “dejación” que es un engaño.

ÑAPA. Hace 31 años, el 31 de marzo de 1983, un temblor de tierra asoló a Popayán. Su catedral, bellas templos y edificios colapsaron. Muertos y heridos por todas partes. Los soldados estudiantes de la Escuela de Suboficiales “Inocencio Chincá” vieron derrumbarse su Escuela, pero con valor y patriotismo se dedicaron a salvar heridos, enterrar difuntos y ayudar en las labores de Bomberos, Cruz Roja, Policía. Entre estos valientes soldados estudiantes estaba el sargento Samuel Ramírez quien años más tarde vería hundirse su pueblo Gramalote en Norte de Santander. Los soldados siempre están presentes, así en los desastres como en los ataques de los bandidos. Pocos les agradecen. Este es mi modesto homenaje.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar