PROPAGANDA INFAME

Fue ministro de Defensa del "gobierno anterior", al que ahora culpa de todos los males y al que le debe la Presidencia, aunque ahora denigre del mismo en una prueba más de su proverbial sentido de lealtad y agradecimiento. Y uno de sus hijos prestó servicio militar. En el desfile del 20 de julio, el Presidente rompió el protocolo para abrazarlo. Creí que era una muestra del orgullo incontenible de un padre por un hijo que porta el uniforme de los soldados de Colombia. Hoy ya se que no, que era solo un pantallazo para los medios, un espectáculo para contar que en la familia presidencial también había un soldado.

El episodio quedó claro con la espantosa propaganda electoral donde Santos pregunta a la audiencia si "prestaría un hijo para la guerra". La propaganda tiene varios nefastos mensajes que es indispensable develar. El primero es que invierte la responsabilidad de la violencia y la pone en cabeza de las FF MM, con dos graves consecuencias: por un lado, hace aparecer a nuestros soldados como los culpables de "la guerra"; por el otro, exonera a quienes sí son causantes de la violencia, los grupos armados ilegales con los que dialoga en La Habana. El segundo es que pone en pie de igualdad en "la guerra" a la Fuerza Pública y a los criminales que cumplen 50 años asesinando. El tercero es que sugiere que en Colombia hay un guerra civil, como si las Farc o el Eln representaran a algo más que un ínfimo número de personas. Aquí hay un conflicto armado, no una guerra, y en ella participan el Estado y la sociedad colombiana, con una Fuerza Pública que los defienden, y unas guerrillas dedicadas al terrorismo y el narcotráfico.

El cuarto es que pervierte la tarea de las FF MM que no es, como lo pretende la propaganda, "hacer la guerra", sino usar las armas cuando sea indispensable para defender la soberanía, el territorio, la democracia, y la Constitución y las leyes. La fuerza se usa no por capricho, para "hacer la guerra", sino por obligación y por necesidad, porque es un deber constitucional y porque las agresiones de los violentos hacen indispensable combatirlos. Nadie conoce mejor el dolor de la violencia que nuestros soldados y policías, asesinados por centenas y que todos los días ofrendan su vida por defender la nuestra. La propaganda, quinto, mancilla el honor de la profesión militar y ofende a los padres que entregan a sus hijos a las FF MM no para "hacer la guerra" sino para defender los derechos y libertades de los ciudadanos frente a los crímenes de los violentos.

Por supuesto, la injuria es también a los oficiales, suboficiales y soldados que entraron voluntariamente a las Fuerzas y que decidieron con orgullo ser militares y ahora ven su profesión reducida a "hacer la guerra" a la par de bandidos de todas las calañas.

Sexto, el mensaje ataca el reclutamiento. Si la gente cree que el servicio militar es para "hacer la guerra" y que además, como sugiere la propaganda, semejante cosa debe ser repudiada, se negará a prestarlo. La capacidad de la Fuerza Pública para combatir a los criminales quedará mermada.

Por cierto, si se dudaba que el "prestar los hijos para la guerra" se refería al servicio militar, la propuesta del Presidente de proponer su eliminación lo ratifica. En lugar de sacar la propaganda del aire ante las reacciones ciudadanas y de los militares en retiro que manifestaron su indignación, huyó hacia adelante. Por supuesto, la iniciativa no fue consultada con el Ministerio de Defensa, es improvisada y no tiene estudios que la soporten. En cambio, las Farc la aplaudieron.

En el Ejército hay 103.596 soldados que prestan servicio, el 57,2 % del total, y en la Armada 12.236, el 62, 2%. ¿Cuánto costaría reemplazar digamos la mitad por soldados profesionales? ¿O será acaso que Santos empezara a "contemplar" la propuesta de Petro, su nuevo mejor amigo y aliado político, de incorporar guerrilleros desmovilizados, como si tuvieran vocación militar o formación para serlo o los valores éticos para abandonar una vida de crimen y, ahora sí, dedicarse a combatir el delito y proteger a los ciudadanos? No, no es Santos el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas que necesitamos y nos merecemos.

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