¡Qué esperanzas!

A todos los escándalos que se le han destapado al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se suman hoy el de la semaforización de la ciudad y la injerencia de su concuñado en millonarias contrataciones del distrito. La verdad es que el prontuario de Petro es demasiado extenso y ha colmado tantas estanterías en juzgados y tribunales, que podría concursar para un Guinness Récords. Pero lo curioso ya no es ese voluminoso prontuario: lo verdaderamente curioso y degradante es la impunidad que lo ha acompañado en todas las actuaciones de su vida y, sobre todo, lo que hace que encontró en el Gobierno Nacional, la Fiscalía y las Altas Cortes a sus mejores aliados. Por eso ya no causa ningún impacto el encontrar noticias con nuevos procesos en su contra, pues los colombianos ya sabemos el final de ellos: la absolución.

Pero hay algo más preocupante aún: la impunidad no es exclusiva para Petro, sino para todo lo relacionado con los actos cometidos por quienes aúpan el terrorismo castrochavista en Colombia. Ver, por ejemplo, cómo Piedad Córdoba va reapareciendo en el escenario nacional y va ganando nuevamente ese protagonismo que tanto la desvela, es desconcertante. Ver también cómo personajes como Iván Cepeda (en cuyos discursos incendiarios van encerrados los más abominables términos de desprecio en contra de nuestras instituciones), gana importancia y le abren espacios que provienen de exigencias de ONG internacionales con vínculos non sanctos, es preocupante. Y ver cómo las Farc siguen cometiendo actos criminales y siguen con sus ejecutorias terroristas y el Gobierno Nacional hace la vista gorda, es más degradante aún.

Por eso este proceso de paz tiene tantos enemigos. Porque todo indica que no es más que una farsa de la cual van a sacar pingües beneficios los terroristas que hoy descansan en Cuba, en detrimento de los colombianos de bien que tendremos que seguir conviviendo con el miedo, la desolación y el desastre.

En esta última semana, por ejemplo, se han cometido varios atentados con explosivos en la ciudad de Bogotá. Uno, en Chapinero, contra un CAI, que dejó a un civil y dos agentes de la policía heridos, y millonarios desastres en las edificaciones vecinas; y seis artefactos explosivos más encontrados en diferentes localidades, de los cuales tres hicieron explosión, causando pánico en la población y poniendo en riesgo la vida de personas inocentes que transitaban por esos lugares. ¿Y qué dice el Gobierno? ¡Aquí no pasó nada! Estas son solo "bombas panfletarias" que los muchachos de las Farc querían explotar para conmemorar los cincuenta años de existencia. ¡Qué tal!

De manera pues que, en adelante, cualquier ciudadano podrá hacer sus celebraciones con bombas armadas con pólvora negra, ubicadas en lugares públicos, y todo pasará desapercibido o será tolerado por nuestras autoridades. ¿O será este un derecho exclusivo para los terroristas con licencia para extorsionar, secuestrar, narcotraficar, mutilar y asesinar?

Es muy grave lo que está pasando en Colombia. A los grupos terroristas les están abriendo unos espacios demasiado relevantes en todos los escenarios nacionales: en las Altas Cortes, en las alcaldías más importantes, en las instituciones estatales, en los órganos de control… Y seguramente terminaremos con ellos en el Congreso de la República, por derecho propio, cuando le exijan al Gobierno Nacional que cumpla con sus compromisos secretos. ¡Qué esperanzas!

* * *

Y a todas estas, y hablando de personajes que creen estar por encima de Dios y de la ley, ¿dónde está el gobernador de Caldas, Julián Gutiérrez Botero? ¿En México, en Brasil, otra vez en España… en qué lugar del mundo? En cualquier parte, menos en Caldas. Claro que es justo con quien en escasos nueve meses ha hecho una labor de gobierno admirable y digna de mostrar; con quien ha sabido enderezar el rumbo de las más importantes empresas del departamento, poniéndole el pecho a la brisa e impartiendo las sabias instrucciones para que no se nos vayan a perder; con quien ha sabido salirle al paso a los proyectos más definitivos, en una amigable concertación política con la Asamblea de Caldas; con quien ha sabido derrochar humildad, sencillez y amabilidad dentro de sus funcionarios y ha logrado un ambiente cálido en la Gobernación; con quien ha trabajado todos y cada uno de sus días procurando que el tiempo le rinda y pueda dejar honda huella; con quien ha demostrado tener la capacidad suficiente para manejar un departamento con serios problemas económicos, políticos y de liderazgo; con quien se refugió en la empresa más perversa del departamento (la CCC) cediéndoles todo el poder y el espacio (aún hasta la misma gobernación en los más de cuarenta días que estuvo ausente por problemas de salud). ¡Definitivamente, es justo un descansito después de esta labor tan encomiable!

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