¿Qué están tapando?

Una serie de hechos ocurridos la semana pasada  llaman poderosamente la atención. 

Empezamos por la visita relámpago a Caracas el pasado jueves de la ministra de relaciones exteriores, María Ángela Holguín. Allí acordó con su homólogo y buen amigo, Nicolás Maduro, la intensificación del apoyo y colaboración militar en la frontera.

El mensaje político es un claro saludo a la bandera, pues no es menester en estas líneas hacer un pormenorizado inventario de hechos constitutivos de la estrecha cooperación del gobierno venezolano con el grupo terrorista y narcotraficante Farc.

Cuando aún no sabíamos la razón exacta de la visita de la ministra Holguín, quien fácilmente habría podido tocar el asunto de la frontera por vía telefónica con su colega Maduro, surgió de la nada una acusación harto rocambolesca, por no decir delirante, en relación con el execrable atentado contra el ex ministro y periodista Fernando Londoño Hoyos

Llámase palangrista a aquel comunicador social que recibe sobornos por decir lo que a tal o cual funcionario le conviene. Que tales especímenes existan no tiene por qué llamar a espanto. Abundan en las democracias y predominan en los medios oficiales de las dictaduras.

Nos concentramos esta vez en un tal Miguel Pérez Pirela, supuesto politólogo que ante todo es un campeón mundial de la lisonja y la vergonzosa adulación hacia quien funge como comandante de la revolución bolivariana de Venezuela.

Dijo este Pérez Pirela que en sus manos reposan las supuestas pruebas que indicarían que detrás del atentado contra el doctor Londoño Hoyos está el presidente Álvaro Uribe Vélez. 

Poca atención debe dedicársele a las vocinglerías de los palangristas. De su boca o pluma sólo brotan palabras fletadas. ¿Quién dictó el mensaje? No importa descubrirlo. Da igual si fue Diosdado, o el narcogeneral Rangel Silva, o el propio Maduro, quien estaba ocupado con su homóloga redactando declaraciones atestadas de lugares comunes. El mensaje de fondo era uno y sólo uno: echarle un capote a quienes desde diferentes sectores han intentado hacerle creer a la humanidad que la autora del atentado contra el exministro fue una organización distinta a la banda terrorista de las Farc.

En agradecimiento a la labor desempeñada, el agonizante dictador venezolano envió un mensaje a través de su cuenta de Twitter, en el que anima al difusor de la ignominiosa infamia a “seguir pa’ lante”.

Enseña don Jaime Balmes en “El Criterio” –libro que debería ser de obligatoria lectura en las vecindades de Palacio- que el perfecto conocimiento de las cosas en el orden científico, forma los verdaderos sabios.

Sabios somos entonces todos los colombianos que no dudamos desde el primer instante en señalar a las Farc como la responsable del ataque a la caravana de Fernando Londoño. Conocemos el modus operandi de esa banda criminal; sabemos el odio visceral que en la banda de marras despiertan personas como el ex ministro que ha dedicado buena parte de su vida a denunciar las atrocidades de los hombres de “Timochenko”. Nadie duda de que con el relajamiento de la Seguridad Democrática, la única estructura capaz de llevar a cabo semejante insensatez tiene el nombre de “Teófilo Forero”, grupo de sicarios al servicio del nefando secretariado.

¿Por qué tanto interés de tapar, al precio que sea, la realidad respecto de esa acción? Como diría Jacinto Benavente,  cuáles serán los intereses creados. El país merece que se le diga la verdad, que se le notifique qué es lo que sucede entorno a las Farc. Si se está pactando algo con ese grupo, que se informe tal y como corresponde hacerlo en todas las democracias. No se trata de una demanda irracional, pues no está de más recordar que el presidente Santos prometió desde el día uno que gobernaría en una “Urna de Cristal” y nos resistimos a aceptar que ésta sea esmerilada. 

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