¿Qué pensará el gobierno Trump del acuerdo con las Farc?

'Nos preocupa que los colombianos puedan perder su patria': Lincoln Díaz-Balart.

¿Es cierto que usted será una de las personas más influyentes en la política del gobierno Trump hacia América Latina?

No quiero exagerar. Solo soy buen amigo del vicepresidente electo, Mike Pence.

Ustedes fueron compañeros en el Congreso durante muchos años…

Así fue. Pero además yo presido el Congressional Hispanic Leadership Institute, comúnmente conocido aquí por sus siglas (CHLI), y en el 2010 le entregamos el premio anual al servicio público al entonces congresista Mike Pence porque ya sabíamos la gran persona, el gran ser humano, el gran líder que es. Él y su esposa, Karen, son excepcionales. Hizo una gran labor como presidente del comité republicano en la Cámara de Representantes. Por cierto, aportó ideas muy útiles para manejar el proceso de la reforma migratoria. Aunque esta no se pudo llevar a cabo, lo menciono porque Pence es un hombre de ideas concretas para lograr soluciones específicas a problemas serios. Sí, somos buenos amigos y estamos felices de que ahora tenga esa posición tan importante y de que tenga la confianza del nuevo presidente, Trump.

¿Aspira a que se frene la apertura de Estados Unidos hacia Cuba?

El nuevo gobierno nos devuelve la esperanza de que los regalos unilaterales del presidente Obama a los enemigos de los Estados Unidos, como los Castro, cesarán después del 20 de enero.

¿Cree que esa apertura ha sido demasiado unilateral?

Obama ha expedido una serie de decretos presidenciales, en relación con Cuba, que han sido mandatos arbitrarios y muchas veces sin justificación jurídica, decretos para intentar legitimar y consolidar la dictadura militar de los hermanos Castro.

El presidente Trump prometió en su campaña que no levantaría el embargo a Cuba…

El presidente electo se comprometió a condicionar cualquier mejoría en las relaciones de Estados Unidos con el régimen cubano a la libertad política y el respeto a la oposición cubana. Esa postura pública nos agrada.

¿Por qué el presidente Obama no alcanzó a normalizar las relaciones económicas con Cuba?

Porque la ley no se lo permitió. Por cierto, en 1996 fui el autor de la imposición de tres condiciones para normalizar las relaciones económicas con Cuba: la liberación de todos los presos políticos, sin excepciones; la legalización de todos los partidos políticos, de los sindicatos obreros y de la prensa independiente, y la convocatoria de un proceso electoral pluripartidista. Eso está en la ley de Estados Unidos. Luego, ningún presidente podrá normalizar las relaciones económicas con Cuba si no se cumplen esos tres pasos. El presidente Obama lo intentó, emitiendo una serie de decretos ilegales que hasta trataron de autorizar e incentivar inversiones de Estados Unidos en la Cuba castrista. Aspiro a que se deroguen.

¿Es cierto que la apertura de relaciones con Estados Unidos ha endurecido la persecución a la oposición cubana?

Es cierto, porque la esencia del régimen de los Castro es el terrorismo y la brutalidad contra el pueblo de Cuba. Y durante las décadas que llevan en el poder han intentado exportar el terrorismo. Ustedes en Colombia son víctimas de eso. La violencia contra el pueblo de Cuba se ha incrementado al ellos sentir que tienen luz verde de Estados Unidos y de la comunidad internacional para agredir con mayor intensidad y violencia al pueblo de Cuba. Y eso ha sucedido desde diciembre del 2014, cuando el presidente Obama normalizó las relaciones diplomáticas. El Congreso no lo pudo evitar porque él tenía la facultad legal de hacerlo. Pero no la tiene para reactivar las relaciones económicas.

Políticamente, Cuba ha avanzado en reconocimiento continental, entre otras cosas por su papel en el proceso de paz colombiano…

Otra luz verde, otro apoyo del presidente Obama para que los Castro pudieran ser los padrinos de la legalización de un grupo terrorista llamado Farc. Es insólito que un régimen basado en el terrorismo haya sido el padrino de un supuesto pacto de paz. Es una cosa absurda, pero es otro ejemplo de lo que hemos visto en la era Obama, que apoya los procesos que pueden legitimar a Estados violentamente antidemocráticos, como el de los Castro o el de los ayatolas en Irán. En el caso de Colombia, el presidente Obama apoyó que los Castro fueran los padrinos de un supuesto proceso de paz, cuando ellos son, en su esencia, terroristas.

¿Qué quisieran los cubanos en el exilio que pasara en Cuba durante el gobierno de Trump?

La mayor razón por la que el horror de la tiranía militar de los hermanos Castro ha durado tanto tiempo es la falta de solidaridad internacional con el derecho de los cubanos a ser libres. Es como si ellos no fueran parte de Latinoamérica. Va a cumplir 58 años una dictadura militar totalitaria que desde el principio ha fusilado a sus opositores y que ha hecho todo lo posible por exportar el terrorismo. Una dictadura militar que ahora propone ser hereditaria: primero era Fidel Castro, ahora su hermano, luego vienen los hijos de Raúl Castro y los nietos, como si fuera una finca que se puede heredar. Queremos ver solidaridad con el derecho de los cubanos a ser libres. Tenemos la ilusión de que bajo el gobierno Trump se acaben los regalos unilaterales a los Castro.

¿Cree que después de Raúl vienen sus hijos y sus nietos?

Pues el presidente Obama se ha reunido múltiples veces no solo con Raúl Castro sino con el hijo de Raúl Castro, y presente estaba también el nieto de Raúl Castro. ¿Qué señal envía Obama? Que está dando una luz verde para que se herede como finca particular esa tiranía. Es horroroso, pero eso ya va a acabar.

Oyéndolo hablar, a uno se le olvida que usted es primo hermano de Fidelito, o sea sobrino de Fidel Castro…

Sí, pero la patria está por encima de la familia. Eso es una cosa que aprendimos de mi padre. Hay ciertas cosas que son mucho más importantes que la sangre, como la libertad del pueblo, de la patria de uno. Y entonces sí, yo seré primo del hijo de Fidel Castro, pero mi familia es el pueblo cubano víctima del horror.

¿Qué opina de la situación actual de Colombia? Se acaba de refirmar un acuerdo con las Farc que había sido negado en un plebiscito. Y ahora el Presidente lo ha enviado al Congreso para que lo refrende.

Yo estoy muy preocupado por Colombia. Considero totalmente inaceptable que, llegando a un acuerdo final, no se le consulte nuevamente al pueblo colombiano. ¿Cómo se va a llevar a cabo un pacto cuando ha sido rechazado en un plebiscito? Si es cierto que este nuevo acuerdo es mejor que el anterior, pues entonces que sea aceptado y aprobado por el pueblo. Yo tuve una conversación esta semana con el expresidente Uribe y él me dijo que el nuevo acuerdo contenía sencillamente unos retoques.

Y me informó que el Presidente de Colombia no tiene intención de darle la oportunidad al pueblo de ir nuevamente a votarlo. Eso lo considero una ofensa al pueblo de Colombia.

¿Y si el Congreso hace esa ratificación en nombre del pueblo, como propone el presidente Santos?

¿Cómo va el Congreso a ser la última voz sobre un acuerdo que fue rechazado por el pueblo? Este debe tener nuevamente una oportunidad de hablar. Eso es absolutamente elemental.

Pues parece que no la tendremos.

Es inconcebible. Y lo que no puedo entender es por qué la prisa. ¿Será que el presidente Santos quiere concluir este proceso antes de que Obama deje la presidencia? Porque, efectivamente, hemos vivido la era de un presidente de Estados Unidos al que le fascinan las victorias para los enemigos de la libertad. Hemos visto sus intentos por legitimar la dictadura militar cubana. Ahora, en el caso de Colombia, el presidente Obama está muy feliz de que se esté legalizando al mayor grupo narcotraficante en el mundo, que son las Farc. Y pretenden tratar el narcotráfico como delito político. Si no fuera trágico, sería risible. Por eso le digo: ¿será que la prisa del presidente Santos es por concluir esto en la era de Obama?

Y si fuere así, ¿qué pasaría en el gobierno de Trump frente a este acuerdo con las Farc?

Es muy difícil de decir. Primero tenemos que esperar a ver quiénes serán elegidos en las posiciones de la política exterior de Estados Unidos, incluyendo a Latinoamérica. Esperamos que sean las mejores personas para que se acaben los regalos unilaterales. Como el presidente Santos quiere terminar esto en la era Obama, el gobierno Trump se va a encontrar con un ‘faît accompli’ (hecho consumado), que trata el narcotráfico como si fuera un delito político, en un país tan importante como Colombia. Pero es muy serio que, con todos los recursos de ese origen que van a tener las Farc, vayan a poder ser un partido político.

El presidente Obama todavía no se anima a levantarles el estatus de terroristas a las Farc. Puede que ya no lo haga. ¿Usted cree que eso será posible en la era Trump?

Tenemos que ver, como le digo, quiénes manejarán las relaciones internacionales. El presidente Trump no es un ideólogo, es un ejecutivo que sabe asesorarse bien, que logra acuerdos sólidos. Por ejemplo, ya ha anunciado que en el primer día de su presidencia implementará unos decretos para incentivar que Estados Unidos sea autosuficiente en materia energética. Imagínese usted lo que va a significar que Estados Unidos no solo deje de importar petróleo, sino que además se convierta en exportador de crudo y gas natural. Eso va a cambiar la dinámica económica aquí y en muchos otros lados. Pero Colombia me preocupa muchísimo, tengo que admitirle, por el daño tan profundo que se le ha hecho en la era Obama.

¿Y qué sucederá con el tratamiento del nuevo gobierno a ese problema tan trágico que es Venezuela?

Le repito que todo está conectado a que personas capaces, conocedoras de la realidad latinoamericana, estén en posiciones influyentes en el Gobierno de Estados Unidos. Naturalmente, estamos haciendo recomendaciones. Ahora bien, Venezuela es una colonia de los hermanos Castro, y la forma como se resuelve lo de Venezuela es acabando con la fuente del problema, que es la dictadura militar de los Castro. El cerebro del señor Maduro no está en su cabeza. Su cerebro es el tirano cubano y especialmente su hermano, Fidel, que ya con 90 años nunca ha dejado de trabajar para el mal.

Cuando comenzamos la entrevista, usted me dijo que no exagerara, que lo suyo era apenas una buena relación con el vicepresidente. Pero por la forma como me ha respondido, no creo que su influencia vaya a ser tan poca…

Lo que pasa es que sí tengo muy buenos amigos, y el vicepresidente Mike Pence es uno de ellos.

También es cierto que el bloque cubano, conformado por demócratas y republicanos en el Congreso, es muy fuerte y muy solidario. Su hermano Mario es uno de ellos. ¿Ese bloque no podría convertirse en definitorio para muchos temas de América Latina?

Es cierto que tenemos un equipo muy bueno y pensamos en forma similar. Tenemos la misma visión del mundo y, específicamente, de este hemisferio. Con el senador Marco Rubio, los congresistas Ileana Ross-Lehtinen, Bob Menéndez, Mario Díaz-Balart, Carlos Curbelo, Albio Sires, Alex Mooney, también de ascendencia cubana, hemos hablado mucho de Colombia. Admiramos profundamente al pueblo colombiano por lo que ha logrado. Colombia era un Estado fallido y logró salvarse. Yo, por ejemplo, contribuí como congresista –lo digo modestamente– a la ayuda que nuestro país le dio a Colombia. Pero fueron el pueblo colombiano y sus Fuerzas Armadas los que tan heroicamente lucharon por salvar ese país.

Por eso nos duele a todos los de este equipo que ahora se pueda perder Colombia, que los colombianos puedan perder su patria frente a la amenaza del terrorismo y del narcotráfico después de una lucha tan heroica, tan difícil y tan admirable. Entonces sí me preocupa. Cuando usted habla de mis “influencias” es porque en Washington hay un equipo que es bipartidista pero que piensa igualito sobre estos temas de Colombia, Venezuela, Cuba, etc. Tengo el privilegio de poder conversar con ellos, de conocerlos desde hace tantos años.

Tan influyentes serán que definieron la elección de Trump en la Florida…

Aquí las elecciones se definen mediante los colegios electorales. Tuve el orgullo de representar a esta comunidad durante 18 años como congresista en Washington; de los aproximadamente 2 millones o 2,2 millones de cubanos-americanos, entre nacidos en Cuba y nacidos en Estados Unidos, cerca de 1,5 millones viven en Florida. Y tratándose de un estado con tantos votos electorales, imagínese usted la influencia que tienen. Es una comunidad sabia políticamente, que ejerce de manera magistral su derecho a participar en las elecciones. Este año nuevamente tuvimos mucho que ver con la elección en Florida, y naturalmente Florida tuvo mucho que ver con la elección presidencial. Por eso hablo del equipo, no por humildad sino sencillamente porque la realidad es el equipo, comenzando por esta comunidad cubano-americana y los congresistas cubano-americanos. Sí, el equipo es importante, se lo reconozco.

Finalmente le pregunto: el jefe de las Farc, alias Timochenko, saludó en su discurso de la firma de la paz al nuevo gobierno, del presidente Trump. ¿Lo cree sincero?

No tengo ningún comentario sobre la declaración de ‘Timochenko’.

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