¿Quién dijo miedo?

Los políticos avizoran las próximas elecciones y no quieren sucumbir, junto con Juampa, a su estruendosa caída de imagen, mejor dicho al rechazo de la mayoría de los colombianos a las políticas oficiales y específicamente frente a su proceso de paz. ¿Quién dijo miedo? La desbandada política no solo es casi normal frente a un régimen que terminará en dos años, sino porque va en contra del querer del 80 % de la población, aunque algunas encuestas, como Yanhaas dicen que es del 84 %, o sea que tiene una imagen más baja que la de Maduro, a quien Venezuela le pide que renuncie.

La reciente posición por parte de las directivas del Partido Liberal y del Polo, muestra con claridad el interés simplemente politiquero de sus integrantes: Puestos, sí. Tesis e ideas, escasas.

Perdonen mis lectores que recuerde un hecho personal: yo era una niña de aproximadamente 10 años cuando a mi padre le ofrecieron la alcaldía de Medellín. Entonces mi madre y yo nos alegramos muchísimo… pero mi papá dijo de inmediato: “Mi partido –el liberalismo- está en la oposición y yo no voy a aceptar”. Qué tiempos aquellos cuando los políticos eran consecuentes y firmes.

Pero vuelvo al presente. Además de irle mal en las encuestas, en este régimen la inflación sube, la deuda externa crece, varias empresas extranjeras salen, el derroche oficial aumenta como espuma, tanto en las pautas publicitarias como en los gastos gubernamentales, (contratos a diestra y siniestra, viajes y lujos), pagamos los impuestos más altos de Latinoamérica, ocupamos los primeros lugares en producción de drogas ilícitas, hay quejas contra el sector de la salud, a la par que hay inseguridad en todos lados, aún más: volvieron las extorsiones, justificadas por las Farc como impuestos para su sostenimiento.

Y por si fuera poco, ahora las opiniones del Fiscal Montealegre cobran fuerza, después de su diálogo con Juampa, este propuso cambiar nuestra Constitución o ¿adaptarla al gusto de la Farc? Ana Mercedes Gómez escribió: “No estamos errados los que creemos que la institucionalidad colombiana está en gravísimo peligro. Que si no reaccionamos, habrá un golpe de Estado y que el país quedará en manos de las Farc y quizás el Eln, con la venia de los llamados “guerrilleros del Chicó” y de un grupo de románticos que le apuestan a la paz sin mirar las consecuencias”.

Al margen, preocupa mucho la actual tendencia de varios abogados de reclamarle al Estado (el Estado somos todos) por todo lo imaginable y al parecer, acompañados por la inclinación judicial por aceptar la mayoría de los reclamos por sumas multimillonarias. A este paso, es muy factible que como Puerto Rico, caigamos en default, o sea, en deudas impagables.

La buena imagen internacional del presidente, para muchos, se debe básicamente a los constantes emisarios o comisiones pagadas que van por el mundo pregonando las bondades de su labor. Por ejemplo, hay quienes dicen que parte de la invitación de la reina inglesa se debe a pagos oficiales por asesorías a un exministro inglés. Según José Alvear: “Lo lamentable para el Gobierno es que mientras más dinero gasta, más cuñas y más periodistas embadurnados de mermelada hay, menos apoyo popular tiene”.

Ante la posibilidad de la renuncia de Juampa o la revocatoria, lo más digno y lo cual sí lo elevaría a la gloria, sería la dejación personal del puesto y evitaría el fracaso a los partidos de la Unidad Nacional en unas elecciones.

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