Relatos, realidad y decisiones sobre la constitución

El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano, representado por los Delegatarios de la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios y con el fin de fortalecer la unidad de la nación, asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo, que garantice un orden político, económico y social, justo y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente Constitución Política de Colombia.

Preámbulo de la Constitución Política de Colombia

Lo que ocurre en Venezuela no es una cuestión de política o de relaciones internacionales, sino un golpe del crimen organizado de gran escala: un grupo de criminales ha tomado control del Estado y asaltado su tesorería. El problema de fondo es que no existe un mecanismo jurídico internacional ni un modelo de cooperación regional que permita rescatar a un Estado en esas circunstancias sin violar su soberanía. De momento no hay cómo liberar a Venezuela, a su gente y a sus recursos de quienes los secuestran a punta de pistola.

Evan Ellis, “Venezuela es pasar hambre o luchar” América Latina – DW COM – 05.05.17

La mejor descripción de la relación actual de la sociedad con las Farc la encuentra usted en una frase de la agente del FBI Nadine Memphis en el episodio nueve de la serie de Netflix “Shooter” (El francotirador) cuando dice: “Una cosa es la suspensión de hostilidades y otra cosa es la confianza” que es el pegamento de la convivencia social. Quien está en el campo de batalla conoce esta realidad a la perfección; quien tiene la esperanza de que termine un conflicto, debe afrontar su lucha en el terreno de la confianza. Y esa batalla se libra en medio de relatos, realidades y decisiones. Eso explica columnas como “Estímulo perverso” (Mauricio Vargas, El Tiempo, Mayo 7,17), “De la verdad a la pos verdad” (María Isabel Rueda, El Tiempo, Mayo 7, 17), “En Guaviare sigue rigiendo la ley del monte” (Marcela Osorio Granados, El Espectador, Mayo 7/17) y muchas otras. ¿Pero cómo es la batalla en el terreno de la esperanza?

Los relatos son historias estructuradas, en las que se representan mediante el lenguaje, hechos, acontecimientos o sucesos. Los relatos pueden ser de ficción, representar personajes o sucesos históricos. Dentro de ellos, la reciente Convención del Centro Democrático se destaca por la descripción de engaños de Santos y las Farc expuesta por Álvaro Uribe Vélez, Rafael Nieto Loaiza, Fernando Londoño, Iván Duque, Paloma Valencia y otros que deben convertirse en decisiones políticas de unión y triunfo. Así con argumentos y hechos verificables, podrán organizar y limpiar la herramienta de la razón para hacer entendible la tragedia de esta patria; pero también para construir su esperanza cuando se dialoga con el país desde la ESENCIA de cada quien, que es nuestra verdadera naturaleza inmortal. Una fugaz alusión hizo Uribe al secreto de vivir y tomar decisiones bajo esa dirección.

Un poco más difícil de definir es la realidad, pero digamos que se refiere a lo que podemos percibir mediante los sentidos; entender o intuir con la ayuda de la mente para tomar decisiones guiadas por la verdad que es parte de la ESENCIA DE CADA SER HUMANO que nos señala las relaciones coherentes de la vida que nos llevan a lo auténtico y natural para ser creativos y no destructivos porque actuamos desde el CORAZÓN MISMO DE LA VIDA, LA ESENCIA. De ahí que el nuevo sambenito del pos verdad sea importante tenerlo en cuenta. Un buen ejemplo de esta condición lo constituye el presidente protagonista de la serie “Designated survivor” quien, al llegar a la presidencia sin preparación alguna para ello, logra conquistar el corazón de sus ciudadanos obrando desde la honestidad, sencillez y verdad. Equivocado o no en sus decisiones, la gente capta la autenticidad del hombre, y ESO genera liderazgo para unificar un país alrededor del mejor propósito.

El relato puede ser una buena herramienta de comprensión para la vida, pero no la sustituye. Un buen relato nos brinda homogeneidad de sentido en el texto debido a una red de coherencias de palabras, significados, estructuras. Cuando esto es así, el relato enamora, atrae, guía, se vuelve ejemplar.

La constitución de un país puede ser considerada como un relato legal que puede engendrar diversas realidades que enamoren o nos causen rechazo, aprehensión, preocupación. Como texto, puede ser sujeto de interpretación teatral: Chávez blandía el librito azul como una verdad bíblica, pero no vivía de acuerdo con su contenido. Maduro pretende cambiar el texto y con ello justificar un estilo de régimen que Evan Ellis describe en lo arriba citado y que aquí se ha llamado simplemente ‘castro chavismo.’

Ahora bien, concentrémonos en la confusión política que nos agobia. Como en un relato literario, realidad y ficción se tocan la punta de los dedos, las diferenciamos y aplaudimos o nos desencanta la habilidad del autor. Pero la historia política de un país es un relato testimonial, mediante los actos reales del gobernante, sus asociados y, en nuestro caso, las Farc, con sus intenciones que nos pueden llevar al campo de la imaginación racional, no fantasiosa. La imaginación racional alrededor de una ideología, fundamentada en conductas previas y sus resultados, no es una mentira. De esa forma en una situación política se pueden ‘entrelazar las manos’ y apretar como símbolo de paz; pero esa paz solo se puede vivir como un relato de buenas intenciones. De ahí que ese ‘relato’ nos incomode porque no sabemos cómo interpretar la realidad de la naturaleza personal del gobernante y las Farc en el contexto de la ficción constitucional de la JEP, por ejemplo.

Expliquémonos. Una cosa es la coherencia de un texto que le puede dar legalidad, pero no legitimidad cuando uno de los integrantes de la organización guerrillera, Pacho Chino, dijo en el paraninfo de la Universidad del Cauca que la JEP había sido concebida para encarcelar ex presidentes, al igual que diferentes actos que deslegitiman la intención recta de una negociación, haciéndonos sospechar entonces de una doble agenda acordada. ¿En qué se diferencia esa acción de una arbitrariedad política, un atropello, una tropelía mediática, distintivo de las dictaduras? Eso explica que los incumplimientos de las Farc y el gobierno se reflejen en los escritos de pensadores con autoridad dando origen a la zozobra, y desesperanza, lo que es una realidad, no un saboteo a la paz. Pero, extrañamente, los líderes empresariales del país conviven con las discrepancias de ese ‘balance’ ético.

Si consideramos el texto del Acuerdo Final como ‘una realidad’, no un relato, esa realidad es ‘predicada’ por los evangelizadores del gobierno y las Farc y se encuentran con que al pueblo no le gusta ni el mensaje, ni el mensajero (82.7%); ese acuerdo se convierte entonces en una elucubración de poder político, pero al faltarle el poder real de convencer socialmente se descarta como una mala ficción, RATIFICADA ADEMÁS POR UN PLEBISCITO DE RECHAZO (50.23%).

En Venezuela se está tratando de imponer una ficción democrática y en ese pretendido contubernio de jurisprudencia amañada con el delirio del dictador, la muerte llega disfrazada de legalidad, tiro, gas y tanqueta. Ese es el destino de ciertos ‘relatos constitucionales’, inspirados en el socialismo soviético que, como las ‘matriuskas’ rusas pueden contener hijas disminuidas de la democracia, la madre original, y pretender que son de la misma calidad porque contienen imitaciones de la auténtica. En la mentalidad mercaderista del siglo 21 no tienen lugar las ventas chimbas.

La paz es una triste metáfora porque la relación de semejanza de un documento real con una situación positivamente imaginada empieza a desmoronarse cuando le aplicamos el test de la realidad de los hechos, las estadísticas y presupuestos. Es lógico que haya menos muertos y heridos en el Hospital Militar. Honremos a los héroes que han muerto en defensa de la patria y a las víctimas inocentes; pero el futuro se construye con vivos capacitados, honestos, educados, felices porque están enamorados de Colombia; sin mentiras ni estrategias para imponer un régimen comunista.

El preámbulo constitucional arriba citado es una realidad bidimensional a nivel de texto, pero cuando entra al cerebro se transforma en un universo multirepresentativo, sujeto de ficciones, realidades legales, interpretaciones, esperanzas que pretenden regular una realidad que lo supera que se llama vida civilizada, social, corporativa, sicológica, trascendente, etc.; es decir, algo que pretende administrar una realidad que lo sobrepasa. En esa disfuncionalidad se sustenta la lucha por el poder político racional o la barbarie, madre de las dictaduras. ¿Por qué sucede esto? Porque a un ser bidimensional, un cono le parecerá un círculo; no puede concebir una tercera dimensión a la que tendrá acceso mediante la imaginación, el relato, en un mundo que no lee. Trágico.

De la misma forma, como seres tridimensionales no podemos concebir el contubernio entre tiempo y espacio, los universos paralelos que se explicarían mediante otras dimensiones, siendo ‘el más allá’ una de ellas. Los universos paralelos existen. Así de contundentes son los resultados del último estudio efectuado por científicos de la Universidad de Oxford, en el que demuestran matemáticamente que el concepto de estructura de árbol de nuestro universo es real. Esta propiedad del universo es la que sirve de base para crear nuestra realidad y explicarían, además, las ‘coincidencias significativas’ de Jung que él ilustró con la ‘metáfora’ de un universo que nos ‘habla’ de múltiples maneras. Cuando una constitución se concibe como un universo multidimensional, no tenemos necesidad de cambiarla cada cuarto de siglo, sino de evolucionar nosotros en la interpretación y compromiso radical con la multidimensionalidad de “la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz” que constituyen la defensa, el argumento fundamental de todo.

La tragedia es que en ese multiuniverso increíble, como una broma macabra, hay muchos seres de cerebro bidimensional en el poder. Por ello nuestro engaño es evaluarlos como estúpidos, porque la inteligencia se puede educar para que opere funcionalmente; la tragedia en ese escenario político es que no nos damos cuenta que esos seres bidimensionales no conciben y por lo tanto no les importa otras dimensiones de la moralidad, el respeto por la vida de los otros, porque creen que es una ilusión o una debilidad burguesa. Así se venden el marxismo, todas sus guerras y dictaduras convirtiendo a sus ejecutores en seres unidimensionales mediante el mismo odio o histeria que se le puede tener a una cucaracha. Pretender que esos seres ‘entiendan’ el sufrimiento de los otros y actúen en consecuencia, es como intentar manejar topología matemática, saltándose las reglas fundamentales de las cuatro operaciones. Al discutirlos hay que sencillamente borrarlos de la ecuación política confundiéndoles el cerebro. Ese es el maquiavelismo de ciertos ‘asesores’ con ciertos presidentes porque su ‘dimensionalidad’ no puede hacer otra cosa.

Además, la tragedia no es la del imbécil dictador, sino la de la cultura que suprime la multidimensionalidad de Dios percibida, por ejemplo, por Einstein cuando decía: “El admitir que existe Algo en lo cual no podemos penetrar; el pensar que las razones más profundas, que la belleza más radiante que nuestra mente pueda alcanzar, son sólo sus formas más elementales de expresión; ese reconocimiento, esa emoción, constituye la actitud verdaderamente religiosa. En ese sentido yo soy profundamente religioso.” Por ese motivo, cuando se ‘suprime’ incluso la posibilidad de concebir la inexistencia de Dios, el resto de la estructura social se desmorona. Veamos un ejemplo desde un medio influyente.

En el ‘análisis’ titulado “El pequeño Savoranola” (Semana, Edición 1826) un ‘cerebro bidimensional’ escribe: “Los credos pertenecen a la vida privada, mientras que las leyes son universales. Por eso en una democracia la religión no puede estar por encima de la ley.” Ahora bien, en el Preámbulo de nuestra Constitución, Dios, el fundamento de todos los credos, se vuelve constitucional al estar allí incluido y asumido de manera seria y consciente, no como una estúpida fórmula; y si la Constitución rige la vida pública y privada, cualquier forma o práctica de un credo, es una opción libre no un mandato constitucional. Porque público y privado son esferas en las que se divide la sociedad civil, no la razón para ejercer o no un derecho constitucional. Tengo el derecho de llevar a cabo actividades en la calle o en mi casa siempre y cuando no perturbe la convivencia en ninguno de esos dos ámbitos. Sin embargo, la perturbación de la convivencia la define un juez, la ley, no una opinión. La religión como actividad pública no es una excepción, como no lo son las marchas de protesta, cuando se siguen las reglas civilizadas de un acuerdo social. El sol, como la multivalente constitución, brilla para todos y usted escoge qué quiere hacer con su luz y energía; puede comportarse como una flor, una hermosa bestia, o un adorable e inteligente ser humano.

La anterior es una triste experiencia de cómo la multidimensionalidad de la vida no es captada por todos los cerebros. Por lo que si pretendiéramos señalar el uso de una herramienta sencilla para asimilar y usar la realidad e intención universal de una constitución en relación con la experiencia de una vida positiva, diría que la autoestima sería la clave que permitiría que nos orientáramos hacia la tolerancia como parte del bienestar individual y social y no hacia la autodestrucción, comenzando por la crítica sin fundamento racional. ¿Pero por qué no se da ese matrimonio entre razón y autoestima? Porque en el ‘fluir’ de nuestra existencia los textos que podrían orientarnos son parte de una corriente vital que hemos permitido que vaya al garete y que se llama cultura. Pero si rescatáramos uno, la Constitución, por ejemplo, y la viviéramos de manera consciente, y honestamente radical, quizá no permitiríamos el abuso que presenciamos sobre una de las herramientas fundamentales de la civilización. Estamos ante la presencia de la barbarie ilustrada por lo que la única forma que los seres bidimensionales o tridimensionales evolucionen es ser SACUDIDOS por un evento innegable que llegue a la raíz de sus conciencias. El triunfo del NO en el referendo sacudió de tal forma las conciencias que muchos lo catalogaron de milagro. Elevemos la defensa de la constitución, no a una discusión política, sino a la realidad de una esperanza creativa para un nuevo país.

Debido a un cierto adormecimiento psicológico, al no vislumbrar la importancia vital de la constitución, de manera automática y poco consciente, acostumbramos a desarrollar comportamientos que afectan y reducen de manera significativa nuestra calidad de vida como ciudadanos. Por lo que la política en vez de incorporar episodios de toma de conciencia, se convierte en relatos de envidia y delitos, critica, maltratos o persecuciones, quejas porque sí y porque no, negarse a aceptar las cosas como son , evitar los cambios necesarios, trabajar compulsivamente, engañar y desgastarnos en excesos, actuar tímidamente o con apatía en los compromisos, que revelan desamor por uno mismo y los otros, pérdida del equilibrio de la mente y del cuerpo y, por consiguiente, la urgente necesidad de restablecer la autoestima, que es la pieza clave para todo tipo de relación en nuestras vida de hogar, trabajo o simplemente en lo social y político.

Por lo que si la política estuviera al servicio de la defensa de la constitución, como sucede en países de avanzada, y no lo contrario, debería traducirse en la producción de bienestar económico, la valoración del hombre como ser social digno para buscar el desarrollo y servicio a los otros en el hogar, el trabajo, la vida civil, y la óptima organización de las instituciones. Entonces nuestras decisiones políticas estarían en el camino correcto. Veamos el siguiente texto como testimonio de J.M.Santos que contradice lo expuesto, cuando propone poner al Legislativo al servicio del presidente.

“Quiero felicitar a la Cámara de Representantes por su interés patriótico en el tema fundamental de la paz. Sin duda el poder legislativo deberá jugar un papel protagónico en la reconciliación nacional. Si maneja su participación con discreción, espíritu de colaboración Y RESPETO POR LOS FUEROS DEL EJECUTIVO, a quien corresponde la vanguardia de las negociaciones, la contribución del Legislativo será pieza clave del proceso. No hay que olvidar que el Congreso será responsable, entre otras cosas, de la implementación legal de los acuerdos. Sé muy bien que es con ese espíritu con el que usted, doctor Martínez, ha estimulado la participación de esta Corporación en tan importante tema.”

Lo anterior no fue escrito en el 2017, sino el 4 de septiembre de 1998 en la editorial “Coger el toro por los cachos” de Juan Manuel Santos que puede usted consultar en el archivo digital de El Tiempo. Era presidente Andrés Pastrana. La campaña presidencial había estado enmarcada por el escándalo del Proceso 8000 y por la cruenta arremetida de las FARC en el último año del mandato de Ernesto Samper.

Decía que los relatos de personajes y sucesos históricos deberían llevarnos a meditar para tomar decisiones sensatas. En la contienda presidencial del 2018 no sé si usted querrá que el escenario descrito y el que sigue se repita con los mismos actores y otros nuevos.

Si el lector repasa el capítulo “Días de conspiración” del libro de Carlos Castaño “Mi Confesión” comprobará las reuniones de Juan Manuel Santos con Álvaro Leyva, representante de las Farc, para derrocar a Samper. Lea usted:

“Comandante Castaño debemos comenzar zanjando odios entre la Autodefensa y la guerrilla porque si no nunca cabremos en este país. Pienso que podemos obtener tal fin por medio de una antigua relación que poseo con las FARC en mi condición de académico y que he sostenido por el bien del país. Podemos conformar un equipo donde quepamos las FARC, la Autodefensa y un grupo de colombianos con ideas importantes. El objetivo consistiría en re estructurar el Estado y pedirle al presidente que se aparte como condición para lograr la paz en Colombia. Al segundo encuentro arribó con el actual ministro Juan Manuel Santos Calderón y su periodista Germán Santamaría, el esmeraldero Víctor Carranza, Hernán Gómez Hernández. Interrumpí de nuevo a Leyva y le dije: “Si se cae el presidente Samper ¿a Quién montamos? ¿Quién lo remplazará? ¿Qué tan largo será el vacío de poder?”

Leyva respondió: “El día que se publiquen los comunicados de las FARC y las Autodefensas, Juan Manuel Santos Calderón solicitará que el presidente se aparte de su cargo. Los grupos armados expresaran su voluntad de que el doctor Santos lidere el proceso de paz y adelante la Asamblea Constituyente.”

En el año 2001 fecha de publicación del libro de Carlos Castaño los grupos armados respetaban la constitución y cualquier pretensión de cambiarla pasaba por una constituyente en manos del pueblo. En el 2017 cambian la constitución sin consultarle al pueblo, ayudados por el presidente. Los mismos actores: Santos, Leyva y las Farc. Propósito: que ‘quepan’ en el país FARC, autodefensas; hoy se le agregan las BACRIM. ¿Para qué? Supuestamente para que vivamos en paz. Sin embargo, en la editorial de Santos decía:

Ya no se trata de ver cómo se hace más ancha la puerta para que entren los que están afuera de la casa de la democracia sino que, como siempre ha sucedido a lo largo de la historia de Colombia y en prácticamente todo acuerdo de paz, se trata es de ver dónde los vamos a alojar, cómo es que nos vamos a distribuir los cuartos de la casa.”

Mi pregunta sería: En el escenario descrito ¿Se podrá generar confianza con esos nuevos inquilinos, si, como han anunciado, quieren hacernos un ‘juicio de lanzamiento’ (JEP) de nuestra propia casa? ¿Será que con los camaradas alguna reconciliación es posible? ¿O será la ‘reconciliación’ una forma de lucha para que bajemos la guardia? Esto no es cizaña contra la paz, sino las reflexiones aterrizadas de un ciudadano que considera que: “Una cosa es la suspensión de hostilidades y otra cosa es la confianza” y que hace su humilde esfuerzo para que la Constitución del 91 no sea un texto de ficción, sino una realidad vivida para que despertemos. Si no me cree, lea y piense cuidadosamente el Preámbulo de la Constitución y se dará cuenta que es una ORACIÓN cuando INVOCA LA PROTECCIÓN DE DIOS. Solamente para los seres bidimensionales las palabras pueden ser ociosas. Pero usted no lo es si CREE EN LA MULTIDIMENSIONALIDAD DE DIOS, que explica aquello de que la fe mueve montañas. Creo que Dios ha honrado Su palabra con Colombia al escuchar esa invocación y darnos discernimiento para defender la constitución en Su Nombre y por los medios legales.

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