Santos, la Biblia y el Centro Democrático

“Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.” Jeremías 17:10

El 7 de agosto de 2014 observé con mucho cuidado la Ceremonia de Posesión del Segundo Mandato de Juan Manuel Santos. La observé con respeto porque allí no estaba solamente JMS, ya que la imponente ceremonia, independientemente de quiénes participaban (presidentes latinoamericanos y el Rey de España Don Juan Carlos I,) con sus elegantes atuendos y la imponente voz de Valeriano Lanchas cantando nuestro himno nacional, estaba presente, mediante la invocación, Dios, de quien se pidió Su protección, convirtiéndose así, por decisión de nuestra libre voluntad, en el más sagrado símbolo de la democracia del pueblo colombiano.

Al tomar Santos el juramento de rigor ante el Presidente del Congreso José David Name Cardozo dijo: “Juro a Dios y prometo al pueblo colombiano cumplir la constitución y las leyes de Colombia.” Le recordó el presidente del Congreso: “Si así fuere que Dios y esta corporación os lo premien, si no que Él y ella os lo demanden.” Cito todo lo anterior, porque tenemos que decidir si Dios es un adorno político para las ceremonias, o una realidad. Vino entonces el discurso de Santos que puede usted leer en internet.

Comenzó echándole flores a James y Falcao, como buen populista, pero peló el cobre: “Colombia necesita un nuevo pacto social que tome lo mejor de lo que hemos conocido como la izquierda o la derecha para construir –en una Tercera Vía– un país próspero y con equidad.” Pensé entonces que si Timochenko, las Farc y Petro son lo mejor de la izquierda, estábamos fregados.

Por otra parte, en un reciente foro del Consejo Mundial de Iglesias dijo Santos: “Hay una constitución mucho más poderosa, mucho más rica y mucho más inspiradora, la Biblia. Lo que dice la biblia, si cualquier gobernante se guía por ella, hará un buen gobierno, le entregará a su sucesor un mejor país y ese ha sido también una fuente de permanente inspiración, en mi caso.”

Sin embargo dice Mateo 7:21: No todo el que me dice: "Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos," y la voluntad de Dios es cumplir los 10 mandamientos y amar, lo que me recordó que Hitler también citaba la Biblia como muchos políticos en tiempo de elecciones, por lo que decía en su discurso "Derrotaremos a los enemigos de Alemania" el 10 de abril de 1923:

“¡Mis queridos compatriotas, hombres y mujeres alemanes! En la Biblia está escrito: "Lo que no es ni caliente ni frío lo quiero escupir de mi boca". (La cita original dice: “Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Apocalipsis 3:16) Esta frase del gran Nazareno ha conservado hasta el día de hoy su honda validez. El que quiera deambular por el dorado camino del medio debe renunciar a la consecución de grandes y máximas metas. Hasta el día de hoy los términos medios y lo tibio también han seguido siendo la maldición de Alemania.” Con lo anterior, no sé si Hitler se refería a ‘la tercera vía.’ Y de “Was Adolf Hitler a Christian?” citamos lo que como Canciller de Alemania decía en 1937:

"En esta hora, le pediría al Señor Dios solo esto: que Él bendiga nuestro trabajo, y nos dé el coraje para hacer lo correcto. Estoy convencido que los hombres creados por Dios deberían vivir de acuerdo con la voluntad del Todopoderoso. Ningún hombre puede forjar la historia del mundo a menos que sobre su propósito y sus poderes descansen las bendiciones de la Providencia”. En sus discursos, desafió a la gente a amar a sus vecinos, a cuidar a los pobres y enfermos, y a tomar una posición en contra de la violencia.”

Así, volviendo a Santos tenemos que en nombre de Dios juró cumplir la constitución y las leyes y seguidamente nos prometió meternos en un nuevo pacto social que no conocemos. ¿Es esa la voluntad de Dios cuya protección invocó? Por lo tanto el secreto ético del éxito de todo gobernante estriba en que al poner a Dios como testigo y pedir su protección, ese juramento obliga a observar los límites de la autoridad personal del gobernante y actuar solamente con los poderes que le da la Constitución, con la intención de promover el bien común.

Por todo lo anterior, le advierte Jeremías 17:10 al gobernante: “Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.” De esa manera podremos juzgar si es cierta o no la intención de Santos de cumplir las otras citas bíblicas que mencionó en el foro, Isaías 1:17 y Proverbios 31:9.

Ahora bien, Dios puede ser una elucubración teológica, una idea que ordena un esquema de valores, paradigmas que pueden negarse, discutirse, un poderoso arquetipo, etc., en los que muchos fundamentan o niegan una creencia. ¿Pero qué sucede cuando Dios se hace presente en la vida de una manera tangible e innegable, como los milagros, en el momento justo? Ahí nos quedamos sorprendidos ante lo maravilloso, pero hay que ir más allá.

Eso fue lo que pasó En mayo de 1995. La asociación de pastores de Cali auspició un encuentro de oración de toda la noche o vigilia en el Coliseo del Pueblo. Treinta mil cristianos oraron durante toda la noche. Cuarenta y ocho horas después El País informó que ¡en Cali había transcurrido todo un día sin un asesinato! En los cuatro meses que siguieron la corrupción sufrió un duro golpe: 900 agentes de la policía fueron despedidos al comprobárseles vínculos con el cartel de Cali. En el mes de junio varios intercesores informaron sobre sueños en donde fuerzas angelicales aprehendían a los jefes del cartel. “En el curso de seis semanas de esta visión” recuerda MacMillan “el gobierno colombiano declaró una guerra total contra los barones de la droga.” Vastas operaciones militares de barrido capturaron a Juan Carlos Armínez, Fanor Arizabaleta, Julián Murcillo, Henry Loaiza, José Santacruz Londoño y los hermanos Rodríguez Orejuela.

El fundamento bíblico de la actuación de los pastores fue Efesios 6: 12-14: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia.”

Esa lucha espiritual es la que el país no ha podido entender ni precisar. Y esos ‘tronos y potestades’ como se los denomina en otras versiones de la Biblia son los que impiden la verdadera paz, porque sencillamente no creemos que una congregada oración colectiva pueda tener el poder de cambiar positivamente el destino de una nación. Pero esos pastores caleños sí lo creyeron. Otros efectos de esa oración que posteriormente fue precisada se pueden leer en el Capítulo once, Luces en el laberinto, págs. 359-65 De “Luz y sombras en el laberinto ? ¿Por qué las sombras espirituales persisten donde están?” de George Otis Jr. Editorial Unilit, 2001.

Ahora bien si un mito es una herramienta que testimonia una cierta condición que nos puede poner a pensar, sin pretender ser provocador, tenemos entonces que el primer liberal revolucionario fue Lucifer, no Jesús, como dicen los camaradas de la Teología de la Liberación. Lucifer era un ángel que vivió en el cielo hace milenios, antes de los tiempos modernos, antes de la antigüedad, antes del tiempo mismo. Todavía podría estar allí hoy si eso hubiera sido lo que hubiera elegido, pero en su absurdo e insaciable orgullo no doblaría la rodilla ante la suprema voluntad de Dios. Non serviam. "No te serviré", dijo, queriendo amarse solo a sí mismo.

Y es esa filosofía detrás de cada acto de maldad humana, prepotencia, narcisismo enfermizo, etc., a lo largo de la historia, la que sobrevive en el fondo de toda atrocidad. Es la maldad de Sodoma y Gomorra, la de las orgías paganas, la del nazismo y comunismo, la del hambre de los pueblos, las torturas de los creyentes, el engaño de los niños; es la misma filosofía de la corrupción que hace todas las marrullas para asegurarse riqueza y prosperidad. Es la filosofía del mal que ha impulsado a todos los grandes villanos a lo largo de la historia: Judas, Nerón, Genghis Khan, Adolf Hitler, Stalin. Esa misma mentalidad es la que de manera irresponsable se estructura en torno a las circunstancias políticas del día para manipular a un electorado que confía en lo correcto. Pero esa presencia sutil o cínica del mal no asusta a nadie porque se la cree irrelevante, porque una inmensa mayoría adora al mismo dios: el yo de Lucifer. No el Yo de Cristo como un esfuerzo permanente de reconocer y arrepentirnos de nuestra condición de pecadores. Por eso el éxito del todo se vale es tan fácil.

Lo que llamamos liberalismo, modernidad, comunismo, mentalidad de avanzada, progresismo, libertinaje, cinismo, etc., en el discurso público de hoy es realmente solo la adoración del yo. Es la creencia categórica en la supremacía del individuo. Por supuesto, que a veces todos caemos en el egoísmo, a menudo lo disfrutamos; pero aquellos que afirman la supremacía permanente y absoluta del yo comparten la misma ideología que ha llevado a todas las caídas del hombre. Hoy en día se le llama PODER. Su adoración puede manifestarse de diferentes maneras, pero todas están cortadas de la misma tela tejida por las perversidades sutiles y burdas desde hace millones de años. Esa es la lucha. ¿O si no cómo se explica que Maduro vea morir de hambre a su pueblo no se conmueva y busque estúpidas excusas? Es ese perfil sicológico enfermo, insensible, de los dictadores, embaucadores, vendedores de ilusiones populistas, lo que aterra, no el nombre de Socialismo del Siglo 21 o castro chavismo.

Por lo que la lección fundamental de un aspirante a conducir los destinos de Colombia que se debate en la esperanza de vislumbrar una salida en un medio político lleno de contradicciones y corrupción, la brinda 1 Corintios: 13, concebida en principio para unos cristianos que reconocían las hostilidades de un mundo pagano hacia la nueva doctrina cimentada en el amor y la convivencia pacífica. Traducido ese famoso himno a la caridad de Pablo de Tarso, a nuestra realidad política, sería algo parecido a lo que sigue:

Si tengo un gran don de comunicación, hablo de los ángeles de la paz, pero no tengo amor hacia mis posibles seguidores, no soy sino alguien que hace ruido y prontamente se olvida. Si tengo toda la perspicacia y entiendo los misterios de la política y tengo un don de liderazgo para supuestamente llevar a cabo grandes proyectos, pero no tengo amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todas mis riquezas y si entrego mi vida en sacrificio político, pero no tengo amor, mi ejemplo será estéril.

El verdadero amor político o fraternidad con la comunidad, es paciente, bondadoso; esa disposición de servir no es jactanciosa, envidiosa u orgullosa; ese amor no se comporta con rudeza, pero es asertivo; es decir, no es pasivo ni agresivo en relación nuestros derechos y los de los demás; no es egoísta, pero tampoco es bobo; no se enoja fácilmente, pero tampoco es cobarde y confronta; no guarda rencor, pero es sabio en su perdón. Ese amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta de aquel que se ha equivocado con buena intención, reconoce sus errores y los enmienda o repara. Ese amor jamás se extinguirá en el corazón de quienes lo comprenden y pasará a la historia como el ejemplo de lo que es ser un estadista con corazón. Es fácil odiar; no es fácil amar porque el amor resume la ley y la voluntad de Dios. Ese es el secreto de cualquier cosa que sinceramente consideremos éxito. Es decir, pone en práctica lo que dice la Biblia, no literalmente, sino para promover las mejores circunstancias para una comunidad. ¿Se entiende ahora por qué el Centro Democrático se representa con una mano firme que representa la voluntad y un corazón grande que convoca a lo mejor de cada persona? Queremos que seas parte de esa comunidad.

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