SANTOS, LA MUERTE DE ALFONSO CANO Y LA PAZ

El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana; el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo.

Winston Churchill

(Autor favorito de Santos)

A veces el carácter de un individuo es parte de la evidencia. Por eso se me revolvieron las tripas cuando Santos dijo: "Créanme que estoy un poco conmovido porque esto no era planeado. Estoy sentado al lado del hermano de Alfonso Cano, yo ordené su muerte porque estábamos en guerra y seguimos en guerra. "Sentí lástima por el Presidente porque le falta sabiduría para ejercer el poder; y sentí miedo porque un Presidente sin sabiduría es un peligro. Me explico.

El Comandante de un Ejército, como es el Presidente, no ordena ‘dar de baja’, sino atacar, o 'hágale,' como decía Uribe. La orden de dar de baja a una persona específica sería un asesinato selectivo que no estaría dentro de sus atribuciones constitucionales. En el momento del ataque, el guerrillero se rinde y preserva su vida; o resiste, mediante el combate, la huida, la emboscada, con las consecuencias previsibles, de acuerdo con las leyes de la guerra. En la Operación Odiseo, El Espectador confirmó que en desarrollo de ese operativo un soldado identificó a un guerrillero en la manigua cuando estaba herido y huía. La identificación posterior estableció que era Cano quien pudo haberse rendido y no lo hizo. Escogió morir. Luego ‘el dar de baja’ suena a falso guerrerismo.

Para acabar de embarrarla Santos continuó diciendo: "sus palabras me llegaron al corazón, perdonar es un acto de fortaleza, de entereza y creo que eso es lo que necesita este país. Debemos aprender a perdonar y a reconciliarnos." Los colombianos no estamos en una guerra fratricida que llame a la reconciliación. Esa guerra se dio entre civiles liberales y conservadores, de una misma vereda o pueblo; entre los sublevados del 9 de abril; entre miembros de una misma familia (En El Tiempo ocurrió) en los años 40 y 50. Hoy es diferente. Los enemigos reales de la paz son las Farc y el ELN, que en realidad son mercenarios al servicio de una ideología totalitaria y el crimen organizado. Esos mercenarios no pueden considerarse ‘hermanos.’ Son de otra especie.

Los que basados en la esperanza de la paz la anuncian como un hecho, deberían tener en cuenta las palabras de un experto en antiterrorismo, David Killcullen quien, en entrevista publicada en El Tiempo, “La guerrilla no solo se acaba por la fuerza” (06.14.14), dice: “Yo recomendaría, con base en mi propia experiencia, no reducir el pie de fuerza y las capacidades, (después de firmada la paz) porque al igual que la malaria debe seguir tomándose la pastilla por mucho tiempo más, debe CONSOLIDARSE la seguridad.”

Es decir que la PRUDENCIA nos dice, a los que no somos expertos, que una PAZ BASADA EN LA JUSTICIA (que es lo que defienden Uribe, Zuluaga y gente de bien que no traga entero) es la garantía para que la seguridad se consolide. Los españoles se siguieron sacando los hígados, después de la guerra civil, porque no hubo justicia, sino la imposición del vencedor militar. En Colombia estamos viendo que la situación será la misma, porque no habrá justicia, sino la IMPOSICIÓN de una conveniencia política, a través de una justicia politizada y medios manipuladores arrodillados ante el régimen.

La ‘reconciliación’ de Santos con el hermano de Cano no ha sido percibida como un acto de perdón auténtico, sino como de adhesión a una campaña. Por otra parte, la actitud del Presidente de expresar frente a una víctima, como lo es el hermano de Cano, que él ordenó darlo de baja, se me hace un acto de falta de caridad, de imprudencia, de falta de pundonor presidencial y militar; es decir, falta de dignidad personal que nos exige reservar para el fuero interno aquellos actos que pueden ser ofensivos, o causar dolor a los otros, sobre todo si somos autoridad.

Si el Presidente es el Comandante Supremo de las FF AA, debería expresarse de acuerdo con la ética militar de la que se deriva un comportamiento dirigido hacia el bien común. Es el conjunto de normas morales que rigen la conducta del militar que busca el servicio a la comunidad y la defensa de la patria. Este comportamiento ético da sentido y orienta la función del Ejército en la sociedad. No busca la lealtad personal al comandante, la que debe ganarse por sus actos, sino la lealtad a la patria. El comportamiento ético o anti ético del Presidente influye en las conciencias de los ciudadanos. Me parece que a Santos le faltó moderación y sobriedad al pavonearse de su poder frente a una víctima, como lo hace frente al electorado potencial cuando dice haber dado de baja a Jojoy; le faltó justicia, pues al enunciar su acción de ordenar la muerte de Cano, esto puede equipararse a un asesinato selectivo; le faltó fortaleza al no tener el valor de soportar la adversidad del no reconocimiento de sus supuestos éxitos de guerra, como lo hace normalmente el militar profesional. Además, las revelaciones del Expresidente Uribe muestran otra faceta.

“Mientras el ministro Santos estaba de vacaciones en Europa, el Ejército preparaba el operativo. Él llega pocos días antes y cuando analizamos qué pasaría en el evento que las Farc descubrieran el operativo e impidieran el abordaje al helicóptero de Ingrid Betancourt y de los otros secuestrados, el ministro Santos recomienda -con sus vacilaciones de siempre- que hay que dejar que los prisioneros regresen a la selva. Y me tengo que imponer y decir: ‘bajo mi responsabilidad, asumo todos los riesgos, hay un Plan B’, y se impuso contra el Ministro”, relató el Expresidente Uribe.

“Eso sí, cuando ya Ingrid está liberada, me preguntan a mí si voy a ir a recibirla; dije: ‘No, resérvenme a mí para las dificultades, recíbala usted Ministro por su futuro político”, agregó, al recordar que las mismas vacilaciones las tuvo Santos cuando se habló del operativo para rescatar al ex canciller Fernando Araujo.”

En la presente encrucijada política debemos manejar los juicios en vez de la hermosa esperanza, también necesaria, para no recoger los futuros frutos amargos de la manipulación política; pues cuando un político sin escrúpulos promete la redención sin ser Dios, quizá el resultado sea recoger la cosecha del  enemigo; no la de  Satanás, sino la demagogia permanente y embrutecedora para justificar por qué usamos el zapato de la izquierda en la pata derecha y pretendemos reclutar a un ejército de bobalicones para que prediquen que la culpa es del zapato. El experimento de incorporar terroristas a la vida política puede resultar en una revolución sin balas, pero sin comida ni libertad; un cambio en el que quizá ya no tengamos el odio que cause ríos de sangre, sino el silencioso desprecio de la historia. Santos promete la lluvia de la paz; no quiero presenciar el hastío de la sequía cuando no veamos los retoños de la esperanza del día siguiente a la firma de los acuerdos.

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