Santos y la libertad de prensa

Esta semana pudimos ver en la televisión al presidente Santos pedir al Director General de la Policía, general Palomino, iniciativas para evitar que los medios publicaran videos de actos delictivos. Esperaba conocer más detalles en las informaciones periodísticas del día siguiente, miércoles 20, pero no encontré nada. ¿Por qué la prensa escrita no informa al respecto y protesta enérgicamente por este atentado contra sus derechos fundamentales? Que el Presidente de la República pretenda impedir la publicación de informaciones sobre lo que está sucediendo, que los delitos permanezcan ignorados del público porque no se informa sobre ellos, es, simplemente tratar de imponer una censura para que la ciudadanía no se dé cuenta de lo que realmente pasa en el país y no se culpe al gobierno por incapacidad para preservar su seguridad.

La libertad de prensa es una de las bases de la democracia, consagrada en los artículos 20 y 73 de la Constitución y si el Presidente de la República trata de coartarla con iniciativas más propias de regímenes como los de Venezuela o el Ecuador, la democracia empieza a peligrar. ¿No se dará cuenta el señor Santos de esto?

Es también inquietante que las reconvenciones al respecto no se hayan hecho sentir en la prensa escrita, al menos hasta el miércoles pasado cuando se escribe esta nota. La única voz de protesta que conocemos hasta ahora es la de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip). Esperamos que a ella se una, al menos, la de la Sociedad Interamericana de Prensa (Sip). Vale la pena recordar la frase de Albert Camus: “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”.

El gobierno Santos se ha caracterizado por la manipulación de la propaganda, por ejemplo, el manejo que se le ha dado a las negociaciones con las Farc en La Habana. Muchos colombianos han sido llevados a apoyar los acuerdos que, en principio, se han convenido con estos subversivos. Se les ha inducido a creer que quien no los respalde es un enemigo de la paz, un “guerrerista” y que cualquier concesión que se haga a Timochenko y su banda de delincuentes, como la impunidad y entregarles parte de las instituciones, es justificada para detener la violencia. En otras palabras, todos los sacrificios de estos últimos cincuenta años no han tenido fundamento pues las acciones violentas de la guerrilla, los asesinatos, secuestros, extorsiones, torturas, acciones como las de Bojayá y el Club El Nogal, etc., etc., son actos conexos con la actividad “permitida” del levantamiento contra un gobierno legítimo. Esperemos que a la propaganda no se sume ahora la restricción a la libertad de prensa.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar